Valeria se quedó muda cuando Nick la abrió, y el juego de alianzas más hermoso que había visto estaba dentro. —No hacía falta… —¿No? ¿Me vas a decir que es creíble que un par de figuras públicas como tú y yo se casen sin anillos? —Nick levantó una ceja condescendiente. —No es eso es que… esos par
La casa de huéspedes que estaba dentro de los terrenos de la mansión Davies parecía una casa de muñecas, porque así precisamente la había mandado a preparar Valeria. Era perfecta para ser el hogar que compartirían, pero la ilusión de cargar a Valeria a través de la puerta se evaporó cuando Nick vio
La señorita Baptiste la miró mientras Valeria parecía pensar en voz alta. —Bueno, le diré dos cosas atendiendo a mi experiencia —dijo la mujer—. La primera es que si una niña como Alice se aventura sola a enfrentar sus miedos, debería apoyarla; su papá recogerá la popó, Alice estará feliz con su ma
Valeria sintió que le faltaba el aire mientras veía a Samuel Baxter dirigirse hacia el ascensor. —¡Maldito infeliz! —exclamó mientras las lágrimas se agolpaban en sus ojos y Nick la abrazaba intentando calmarla. —Lo siento, Valeria. Si hubiera depositado el cheque no habrías podido quitarle ese di
—Desde hace casi cuatro años —respondió Emma—. Nos conocimos en el restaurante donde trabajábamos. Valeria estudiaba, trabajaba y cuidaba de Alice. —¿Eso fue antes o después del fallecimiento de la madre de Valeria y de Alice? —preguntó Connor. —Después. —¿Tenía la señora Valeria un buen trabajo
—Señor Baxter, ¿sería tan amable de decirme cuál es la condición que tiene su hija? La pregunta podía parecer inocente, hasta que se hizo evidente la intención. —Mi hija es discapacitada —dijo con suficiencia Samuel, y la Jueza Adams arrugó el entrecejo porque en ningún lugar en los expedientes de
Si Valeria y Nick estaban desesperados por tener que someter a Alice al estrés de un juicio, Samuel Baxter también lo estaba, pero por un motivo muy diferente. —¿Eres consciente de que si la niña declara no vas a ganar el caso, verdad? —le preguntó Miller apenas salieron del juzgado. —Se supone qu
—Escucha, mocosa. Te van a llevar a declarar. ¡O dices que te quieres ir conmigo, o te vas a quedar huérfana de hermana también! ¿Me oíste? Alice comenzó a llorar desconsolada pero la maestra sabía que no debía tocarla o solo empeoraría las cosas. —¡Aléjese de Alice! —exclamó la maestra—. ¡Márches