—Escucha, mocosa. Te van a llevar a declarar. ¡O dices que te quieres ir conmigo, o te vas a quedar huérfana de hermana también! ¿Me oíste? Alice comenzó a llorar desconsolada pero la maestra sabía que no debía tocarla o solo empeoraría las cosas. —¡Aléjese de Alice! —exclamó la maestra—. ¡Márches
Nick se detuvo de inmediato, mientras sentía unas manos pequeñas tirar del borde de su saco. —¡Niiiiick! ¡Nick…! Ni-nick… Se dio la vuelta, empujando a Baxter lejos de él y mirando a Alice que le tendía las manos, llorando desconsolada. La verdad era que más que desconsolada estaba histérica. Nick
Alice miró al techo. —Dijo que va a lastimar a Valeria si no me voy con él —murmuró—. Dijo que sería huérfana de hermana también. —Enana, eso no va a pasar. Samuel solo quiere asustarte porque quiere ganar el juicio, y sabe que la jueza te dejará con la persona que tú quieras. ¿Comprendes eso? —Ni
—Bueno, yo prefiero irme con mi papá. Aquella respuesta fue una sorpresa incluso para la Jueza Adams, tanto que tuvo que confirmarlo. —Alice, cuando dices que te quieres ir con tu papá, ¿te refieres a Nick o a Samuel? —le preguntó. —A Samuel, Samuel Baxter, mi padre biológico. Me quiero ir con él
La Jueza Adams solicitó que le entregaran los reportes y luego se giró hacia la niña. —Alice, cariño. No voy a permitir que nadie lastime a tu hermana, ¿de acuerdo? Pero necesito que me digas la verdad. La niña asintió mirándola con expectación. —¿Te gusta estar con tu familia? —Es raro —dijo Al
Valeria estaba al borde del colapso nervioso. ¿Cómo era posible que Connor le pidiera eso? —¡Tiene que haber otra opción! —susurró con desesperación. —La hay —replicó Connor—: Esperar mientras esto se alarga por meses, someter a Alice a este mismo proceso una y otra vez hasta que por cansancio o
—Su Señoría. En este caso, ya que tendrá la custodia de la menor, a mi cliente le gustaría interponer una demanda de manutención —expresó acercándose con los documentos de la demanda. Connor le dio la espalda, girándose hacia Valeria y hacia Nick, y tal parecía que acababan de hacerle un regalo. Co
Si las bombas tuvieran expresión humana, debían verse igual que se veía Samuel Baxter en aquel momento: rojo, hinchado, y descontrolado. —¡Señor Miller! Le hice una pregunta —se impacientó la jueza—. ¿Tiene su cliente el ingreso económico necesario para afrontar la crianza de una niña con atencione