Gael Koch.
La enfermera atendió a esa chica desconocida mientras caminé por la habitación. Llevé los ojos a la camilla donde mi amigo Héctor, aun en coma, y luego volví a verla a ella.
Mi entre ceño se pronunció y luego me puse firme cuando volvió en sí.
Su rostro estaba bañado en lágrimas, el vestido de novia ceñido a su figura le quedaba perfecto, y aun con el desastre de maquillaje regado por su rostro, podía ver claramente lo bella que era.
—Mi papá… —dijo, y la enfermera me observó de inmediato.
—Ella es la misma chica a la que su padre acaba de fallecer… —pasé un trago y asentí.
—No diga nada de que está aquí… yo me encargaré… ahora salga, la llamaré si necesito algo.
—Sí, señor Koch… —esperé que la enfermera saliera mientras, aquella mujer se sentaba, y me miraba con miedo.
Ella echó un vistazo nuevamente a la camilla, y luego volvió a mis ojos.
—Yo… gracias por ocultarme…
Arrimé una silla que estaba a mi alcance y me senté delante de ella sin ninguna premura.
—¿De quién estás huyendo? —ella volvió la mirada a la camilla, pero chasqueé mis dedos frente a ella—. Está en coma… no nos escucha…
—Lo siento… —afirmé ante su disculpa.
—Responda… ¿De quién huye? —ella parecía dudarlo, pero luego, vi cómo una mueca de llanto, volvió a dominar su rostro.
Entonces escuché un pequeño sollozo, que reprimió enseguida.
—¿De su prometido? —La ayudé intentado que hablara rápido.
Estaba inquietándome, y dentro de poco debía salir del hospital. No tenía mucho tiempo para perder.
—No es lo que piensa…
—¿Qué es? —presioné.
—Es mucho peor… mi situación —ella apretó su boca, que me quedé viendo demasiado tiempo.
—Créame… he visto cosas peores… —la mujer limpió su rostro y vi cómo su garganta pasó un trago—. Hable ya…
Ella asintió lento, y la vi tomar el aire mirando la puerta.
—Iba a casarme con… un hombre que pagó por mí… —mis ojos se abrieron un poco, pero no interrumpí—. A cambio… operarían a mi papá… pero antes de salir a la ceremonia, me llamaron del hospital y…
Me levanté en el instante. Esto no era mi asunto.
—Mi papá ha muerto, señor… pero esta gente me está buscando… Rosa negra… —me giré cuando escuché el apodo de esa mujer.
Cualquiera podía saber de ella, y ahora entendía cómo una chica hermosa estaba a su merced. Sin embargo, también recordé que ella fue mencionada por mi padre cuando estaba en una llamada y yo lo interrumpí llegando a su despacho y luego recordé lo que me dijo ese día:
“Me casaré… no rechazo rehacer mi vida, tú deberías hacer lo mismo… deberías considerar la misma propuesta de hace unos años, porque si hubieses tomado mi consejo, nada de esto te habría pasado… además, ella siempre ha esperado por ti” sus palabras volvieron a mi mente, mientras mi puño se cerró.
Por supuesto que mi padre no se casaba porque quería rehacer su vida, él quería una reputación intacta, porque políticamente le convenía ser una imagen familiar.
Pero su persona era una mierd@, un jodido corrupto con una asquerosa imagen.
Y como deseaba encontrar un punto para herirlo.
—Por favor… —la mujer vestida de novia se levantó interrumpiendo mis pensamientos, y tuve que parpadear varias veces—. ¿Puede usted ayudarme a salir de aquí? Puedo… yo puedo…
—No… —quité mi brazo aún furioso por mis pensamientos, pero luego me frené de golpe al recordar a los hombres que golpearon la puerta.
Por alguna razón los había visto, así que me devolví para preguntarle.
—¿Esos hombres?
—Trabajan para Rosa negra… —y luego recordé cuando la abuela me envió una invitación de boda, que nunca quise leer.
“Se casará con una chica que puede ser su nieta”
Y mis ojos se fueron aquella mujer.
—¿Cómo se llama el hombre con el que ibas a casarte?
Ella dejó un semblante serio y luego lo pronunció.
—Solo sé… que ella le dijo… “Don Rafael…”
La boca se me estremeció entera, y algo en mí se removió.
¿Cómo podía ser posible?
Saqué el teléfono de mi bolsillo y abrí el archivo. Y sí, la ceremonia de mi padre, de Rafael Baillères, era hoy…
Apreté los dientes burdamente mientras la respiración se hizo errónea. Miré de nuevo a aquella chica, y luego le indiqué.
—Quítate la ropa… —sus ojos se abrieron desmesuradamente, y me fui a closet para buscar un kit de paciente.
Tomé las prendas y aunque eran de hombre, se las pasé, y en ese preciso momento ella lo entendió todo.
—Quítate el maquillaje y todo lo que te comprometa…
Pude sentir el tacto de sus manos cuando tomó la ropa, y sobre todo su temblor, pero antes de que se diera la vuelta, ella me observó.
—Mi papá… él… quisiera…
—Lo arreglaremos después, ahora no hay mucho que hacer…
La vi dudar un momento, pero prontamente desapareció de mi vista para encerrarse en el baño, y luego observé a mi amigo que había tenido un accidente ayer por la noche.
Los médicos ya me habían dicho que tenía muerte cerebral, y solo estaba aquí porque era el que podía decidir, ya que él era donador de órganos.
Ahora estaba pensando que la vida se reía de mí de nuevo cuando lo miré, y sentándome en la silla para desabotonar los botones de mi cuello, masajeé mi sien para respirar.
Mi mente estaba maquinando a toda hora, y me recriminé todo el tiempo por querer usar este momento a mi favor.
Podía hacer muchas cosas para cobrarme esta ayuda, aunque sonara cobarde, pero, quién quitaba que tanto ella como yo, pudiéramos beneficiarnos mutuamente con la ayuda del otro.
Además, ella estaba dispuesta hacer lo que fuera, incluso recurrir al asqueroso de mi padre, para salvar a su padre.
De un momento a otro escuché la puerta, aquella chica se puso delante de mí con el rostro limpio y aún más hermoso que el anterior. Podía notar el miedo y la desesperanza en sus ojos, y sentí que un instinto desconocido se encendió en mis entrañas.
Sin embargo, sacudí mis pensamientos cuando me puse de pie.
—Yo… quiero agradecerle… —ella abrió la boca—. Usted… literalmente me está salvando…
Me la quedé mirando totalmente quieto, y solo pensé que, quizás, ella estaba saliendo de un infierno, para meterse en otro…
Sofía. Estaba aterrada y con una tristeza que me invadía el alma, constándome respirar, pero tuve que ponerme delante de este hombre, para hacerme la fuerte.No tener a mi padre, hacía que las cosas no tuvieran sentido ahora, pero volver a esa boda y destinar mi vida a la esclavitud, era perder totalmente las ganas de vivir.Sentí cómo los ojos de ese hombre penetraban mi alma después que le agradecí, esa era la misma mirada que me dio cuando choqué con él, como si por dentro estuviera maquinando alguna cosa.Por supuesto que estaba agradecida que me hubiera ayudado a ocultarme, pero también sabía que ahora estaba implicado en algo que no le correspondía. Sin embargo, su presencia me proporcionaba cierta seguridad en medio de todo el caos.De todas formas, no tenía otra opción.—¿Cómo te llamas? —me intimidaba mucho su tono, pero me puse firme.—Sofía Martínez…—¿Eres de ciudad de México?—Nací en Guadalajara… pero mis padres nos trajeron desde muy niños a ciudad de México…Él asint
Gael Koch. “Sofía… Sofía Martínez… Mi papá… él ha muerto… me han vendido a un hombre… quieren que me case con él… Don Rafael”Masajeé, mi sien todo el tiempo, mientras el auto iba en la dirección de la mansión.No sé por qué me sentía sofocado, desde esta mañana cuando recibí la noticia de que mi amigo había tenido el accidente, el día se había arruinado, y es como si volviera a vivir todo de nuevo.No esperé que me abrieran la puerta cuando me bajé, caminé hacia la entrada mientras el ama de llaves me recibió para decirme que la abuela estaba en el jardín.Caminé apresuradamente hacia ella, y luego vi cómo su mirada se levantó con mi llegada.—Dame buenas noticias… ¿Cómo se encuentra? —Apreté mis dientes y negué.—Van a donar sus órganos… me llamaron solo para ser una firma legal…Ella quitó toda la expresión del rostro y bajó la mirada.—Entiendo… por cierto… la boda de tu padre… parece que la cancelaron.—¿A sí? —la abuela volvió la mirada a mí.—¿Estás bien? —sacudí mi cabeza y
Sofía. Sentí unas manos que sacudieron mis hombros con suavidad, y traté de abrir mis ojos. Lo primero que sentí fue un dolor de cabeza, y luego, de forma borrosa, vi la cara de ese hombre. “Gael”, recordé cuando me dijo su nombre, y luego me senté de golpe. —Me quedé dormida… —dije mientras mi corazón volvió a latir fuertemente, mientras él profundizó su ceño. —No es un delito dormir… Asentí, pero mi mente solo repetía su última frase. “La mujer que será mi esposa” Tuve que unir mis manos. —Yo… —Debes prepararte… tenemos que irnos… —había perdido la noción del tiempo, porque ayer por noche, incluso no me quedaron lágrimas para seguir. —¿Dónde iremos? —Sofía… tu padre… —y lo sabía, solo esperaba que me encontrara en una pesadilla—. He hecho los arreglos, enterrarás a tu padre en unas horas… —él se levantó de estar agachado y luego tomó unas bolsas—. Usa esta ropa… luego iremos al entierro… Mi boca se apretó, y pasé un trago. —Muchas gracias… me gustaría, hablar con usted,
Sofía. El silencio se cernía sobre la habitación después de mi respuesta afirmativa. La tensión en el aire era palpable, como si el destino mismo se estuviera escribiendo en esos instantes. Gael me miró fijamente durante unos segundos, como si estuviera evaluando mi sinceridad y mi determinación. Luego, asintió soltando el aire. —Vas a quedarte aquí hasta el día de la boda, alguien más preparará todo… y mientras estemos en esto, ninguno hablará del tema con otra persona… —¿Otra persona? —tuve que preguntar. —Conocerás a mi abuela, y algunos familiares el día de la boda… se supone que ambos queremos esto. ¿Cuál era su motivo real? Un hombre como él, podría tener cualquier mujer… entonces… Asentí nuevamente sin refutar con una mente confusa, pero el nudo en mi estómago no desapareció por completo. La idea de casarme con un hombre que apenas conocía y cuyos motivos no entendía del todo, me generaba un torrente de emociones encontradas. A pesar de que hace unos días iba a casarme c
Sofía. El corazón latía con fuerza en mi pecho mientras observaba la escena frente a mí. Don Rafael, ¿Gael era su hijo? ¿De qué se trataba todo esto? El hombre mayor había perdido todo su color, incluso le temblaba la boca, y ahora solo miraba a Gael como si este le hubiese clavado una puñalada muy profunda. Mientras mi mente luchaba por procesar la revelación. ¿Qué tipo de juego estaba jugando? Las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar de manera vertiginosa, revelando una trama mucho más compleja de lo que jamás habría imaginado. Gael parecía tranquilo, incluso sonrió ante la sorpresa de su padre. Parecía haber esperado esta reacción. Mi mente estaba llena de preguntas, pero no podía articular ninguna palabra. Los invitados continuaron aplaudiendo, ajenos a la tensión que se había apoderado de mí. Don Rafael se acercó lentamente, con una expresión de incredulidad en su rostro. Miró a Gael y luego a mí, sus ojos escudriñándome como aquella vez cuando estuve frente a él,
Sofía. La velada continuaba en medio de risas, música y brindis. Aunque intenté unirme a la festividad, la conversación con don Rafael me dejó un escalofrío persistente, y además, era ajena a todo esto. Además, parecía que había mucho más detrás de esta boda y de la relación entre Gael y su familia, de lo que yo había imaginado. Mientras trataba de disipar mis pensamientos, Gael regresó a mi lado con una sonrisa enigmática. Aunque intentaba ocultarlo, su mirada no podía engañarme; había algo más que él no estaba dispuesto a revelar. —¿Todo bien? —preguntó, rodeando con su brazo mi cintura, y esta cercanía, aunque fuese ensayada y solo una imagen externa, me abrumaba muchísimo. Entonces, asentí forzando una sonrisa. —Sí, todo está bien… —Ya tendría tiempo para descubrir de que se trataba, de todas formas, ¿Qué podía decir? Era el hombre al que le debía casi todo, incluso cuando no me dijera que don Rafael era su padre, me había sacado de las manos de esa mujer. Gael me estudió
Sofía. Mis pensamientos se agolparon en mi mente, intentando procesar la sorprendente revelación que acababa de recibir. La mujer frente a mí, Camila, era la exesposa de Gael…Él… había estado casado…Mi cabeza daba vueltas mientras trataba de encontrar las palabras adecuadas para responder y luego miré a la mujer:—Tengo que irme…—Adelante… por cierto, mi nombre es Laura… cualquier cosa que necesites, no dudes en decirme… la felicidad de Gael también es la mía, yo estoy muy agradecida con él.Asentí con los sentidos vibrando, e incluso choqué con algunas cosas, antes de salir por fin de esa habitación. Tenía la respiración agitada, y tuve que recostarme a la pared de los pasillos, para tratar de recomponerme.¿Qué era todo esto?Mis ojos se pusieron algo nublados, y bajé rápidamente por las escaleras, como si quisiera buscar con urgencia a Gael. Sin embargo, aunque caminé por varios sitios de la mansión, solo pude llegar a una amplia cocina, del cual me sonrieron al aparecer.—El s
Sofía. Mis pensamientos se agolparon en mi mente, intentando procesar la sorprendente revelación que acababa de recibir. La mujer frente a mí, Camila, era la exesposa de Gael… Nuestro desayuno fue algo silencioso mientras lo sirvieron, y cuando el personal se retiró de este enorme y espacioso comedor, Gael rompió con el momento tenso. —¿Qué hacías antes de que tu padre se enfermara? —mordí mi boca un poco mientras tomaba el tenedor y miraba mi plato. —Yo no pude estudiar en la universidad… pero trabajaba en una tienda de… ropa… Gael me observó asintiendo. —¿Qué querías estudiar? —mi boca se curvó un poco, volví la mirada a mi plato y alcé los hombros. —Creo que me gustaba mercadeo… bueno, cuando niña quería ser doctora, pero la vida te cambia los planes muy a menudo… —¿Ahora mismo quieres ser doctora? —su interés me dominaba un poco. Pero negué. —No… trabajo en tiendas de ropa desde los quince años… así que, caía bien a los jefes, y siempre me dejaban en algún punto a admini