Sofía. Mis pensamientos se agolparon en mi mente, intentando procesar la sorprendente revelación que acababa de recibir. La mujer frente a mí, Camila, era la exesposa de Gael… Nuestro desayuno fue algo silencioso mientras lo sirvieron, y cuando el personal se retiró de este enorme y espacioso comedor, Gael rompió con el momento tenso. —¿Qué hacías antes de que tu padre se enfermara? —mordí mi boca un poco mientras tomaba el tenedor y miraba mi plato. —Yo no pude estudiar en la universidad… pero trabajaba en una tienda de… ropa… Gael me observó asintiendo. —¿Qué querías estudiar? —mi boca se curvó un poco, volví la mirada a mi plato y alcé los hombros. —Creo que me gustaba mercadeo… bueno, cuando niña quería ser doctora, pero la vida te cambia los planes muy a menudo… —¿Ahora mismo quieres ser doctora? —su interés me dominaba un poco. Pero negué. —No… trabajo en tiendas de ropa desde los quince años… así que, caía bien a los jefes, y siempre me dejaban en algún punto a admini
Sofía. Me dejé caer en la cama y miré al techo, tratando de poner en orden mis pensamientos. La imagen de Gael se dibujaba en mi mente, su mirada penetrante, su voz grave y su actitud dominante. Había algo en él que me atraía y me inquietaba al mismo tiempo. Pero esta nueva revelación, el misterio de su exesposa, añadía una capa adicional de confusión a la ecuación. Sin embargo, podía entender una cosa, y tenerla muy clara… Él… seguía aferrado a esa mujer. La mañana siguiente me levanté incluso antes de la hora, me cepillé el cabello y agregué maquillaje a mi rostro. Me puse un vestido de la colección de compras, y luego bajé mirando mi reloj de pulsera. Tuve que quedarme quieta faltando un escalón cuando mirando hacia el enorme comedor, ya estaba Gael con su abuela, mientras él sonreía tomando su taza de café. Pasé un trago para seguir caminando, y luego su cabeza direccionada hacia mí, hizo que, a pesar de mis nervios acostumbrados ante él, sonriera para minimizar mi impacto.
Sofía. Aunque intenté ocultarlo, no pude evitar sentir una punzada de incomodidad en mi pecho. Ella era la hermana de Camila y la gerente de ventas. Lo más viable es que la familia de esa mujer nunca se había desligado de él. Pero también recordé que Gael no solía permanecer mucho tiempo en México, así que me imaginaba que necesitaba gente de confianza a su lado. Traté de mantener una sonrisa amable en mi rostro mientras Fernanda nos saludaba. Su presencia solo añadía más incertidumbre a la situación. Miré a Gael, buscando algún indicio de cómo debía reaccionar, pero su expresión era en gran medida imperturbable. Él parecía estar en control de la situación, como siempre. Fernanda asintió con una sonrisa y luego miró a Gael de nuevo. Habían pasado apenas unos segundos, pero la tensión en el aire parecía palpable. Mi mente daba vueltas tratando de entender la dinámica entre ellos. —Entonces, ¿Están recorriendo el edificio? —preguntó Fernanda, mientras colocaba una carpeta en la mesa
Sofía. La tensión en la sala se volvió palpable mientras Fernanda parecía procesar las palabras que acababan de salir de mis labios. Su mirada se oscureció y sus labios formaron una línea tensa. Era evidente que esas palabras habían sacudido algo dentro de ella, algo que no estaba dispuesta a mostrar en ese momento. Gael la observó con seriedad antes de volver su atención hacia mí. Su mano, que había sido sorprendentemente tomada por la mía, apretó ligeramente mis dedos en un gesto tranquilizador. Su expresión era difícil de descifrar, pero en sus ojos se reflejaba un atisbo de orgullo. Gael se inclinó ligeramente hacia mí. Parecía reflexionar antes de hablar, y finalmente rompió el silencio. —Sofía tiene experiencia en la gestión de tiendas de ropa y un talento innato para las ventas. Su habilidad para el diseño de ventas es algo que podría beneficiar a nuestra empresa —Miró directamente a Fernanda, quien asintió lentamente, recuperando su compostura. Una mezcla de alivio y entu
Sofía. Pasaron algunos días, pero la huella en mi boca nunca se iba. Gael permaneció inmutable como todo su ser lo era, y en medio de la ocupación, incluso pensé que a él se le había olvidado lo que pasó en esa oficina. Una mañana me dijo que me había inscrito en una universidad paga, a la que no debía asistir todo el tiempo al recinto. Podía tomar la mayoría de las clases virtuales, y me sorprendí de que en la mansión se había acondicionado un espacio para mí. Arreglamos mis horarios frente a una computadora, y luego establecimos que iría en la empresa por las mañanas, porque todas las clases habían quedado por la tarde. Y estaba imprimiendo mi horario, cuando él entró al despacho, que me había tomado como mi lugar. —¿Cómo vas? —tomé las hojas, y le pasé una a él. —Comenzaré en unos días… —Su boca se frunció en una sonrisa. —Es genial… ¿Estás emocionada? No pude evitar sonreírle. Y tampoco podía negar que la muerte de mi padre era una llaga en mi alma, pero si alguien me hub
Sofía. La atmósfera dentro del lujoso bar estaba cargada de emoción y anticipación. La música pulsante fluía a través del lugar, llenando el espacio con una energía contagiosa. Miré a mi alrededor, maravillada por la decoración opulenta y las personas que estaban presentes, parecían todas, cada una en su mundo.Obviamente, me había imaginado un bar normal, pero esto era todo menos sencillo.Los dedos de Gael seguían entrelazados conmigo, un hombre le indicó una zona especial con unas bancas altas y una barra adornada con luces.Era inevitable no sentir que mi corazón latiera con fuerza, no solo debido a la excitación del ambiente, sino también por la presencia magnética de Gael a mi lado.—¿Qué tomas? —preguntó con una sonrisa juguetona.Negué varias veces diciendo algo, pero tuve que pegarme a él para que entendiera.—No tengo algo preferido, creo que no sé mucho de bebidas…Él asintió.—Pediré algo por ti…Asentí, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo.Las bebidas no tardar
Sofía. El palpitar de mi corazón resonaba en mis oídos mientras Gael se apartaba lentamente de mi oído, dejando un rastro de fuego en su camino. Sus ojos oscuros parecían brillar con una intensidad que me dejaba sin aliento. Sentí como si el mundo entero se hubiera reducido a la conexión que compartíamos en ese momento, una conexión que iba mucho más allá de las palabras. —Vámonos de aquí… —Gael tomó mi mano y le hizo una seña a un camarero. Estábamos saliendo de aquel lugar al que habíamos durado como dos horas, cuando los Flashes dispararon hacia nosotros, que tuve que girarme hacia él. —¡Señor Koch! ¡Señor Koch! ¿Por qué hubo una boda en secreto? —parpadeé varias veces, y los guardias nos ayudaron a avanzar—. ¡Señor Koch! ¿Han declarado a su exesposa muerta? Y en ese momento él se detuvo hacia las cámaras, mientras yo me apresuré a apretar su mano. Él bajó la mirada a mi agarre y lo pensó mejor, porque siguió el camino, hasta que abrieron el auto para nosotros. —Siento esto…
Sofía. La habitación parecía envuelta en un aura de intensidad y pasión que me hacía sentir viva de una manera que nunca había experimentado, junto a esas palabras que literalmente se había marcado en mis entrañas. Él se separó un poco delineando mis labios con sus dedos, y pude notar que el aire estaba cargado con la electricidad entre Gael y yo. Lo miré a los ojos, viendo la determinación y el carácter en su mirada, y supe que estaba a punto de embarcarme en un viaje completamente nuevo y quizás peligroso. Me dejé llevar por sus manos expertas, permitiéndole deshacerse de mi ropa íntima mientras su aliento ardiente rozaba mi piel desnuda. Cada toque suyo era como una llama que encendía un fuego ardiente dentro de mí, y mi cuerpo respondía con ansias que ni yo misma conocía. —Nunca vas a olvidar este día… —él lo dijo con determinación. Sentía que mi corazón se iba a salir de mi pecho, eso, sin contar que la vida me temblaba entera ante lo que acababa de experimentar. Sus manos