Sofía. El palpitar de mi corazón resonaba en mis oídos mientras Gael se apartaba lentamente de mi oído, dejando un rastro de fuego en su camino. Sus ojos oscuros parecían brillar con una intensidad que me dejaba sin aliento. Sentí como si el mundo entero se hubiera reducido a la conexión que compartíamos en ese momento, una conexión que iba mucho más allá de las palabras. —Vámonos de aquí… —Gael tomó mi mano y le hizo una seña a un camarero. Estábamos saliendo de aquel lugar al que habíamos durado como dos horas, cuando los Flashes dispararon hacia nosotros, que tuve que girarme hacia él. —¡Señor Koch! ¡Señor Koch! ¿Por qué hubo una boda en secreto? —parpadeé varias veces, y los guardias nos ayudaron a avanzar—. ¡Señor Koch! ¿Han declarado a su exesposa muerta? Y en ese momento él se detuvo hacia las cámaras, mientras yo me apresuré a apretar su mano. Él bajó la mirada a mi agarre y lo pensó mejor, porque siguió el camino, hasta que abrieron el auto para nosotros. —Siento esto…
Sofía. La habitación parecía envuelta en un aura de intensidad y pasión que me hacía sentir viva de una manera que nunca había experimentado, junto a esas palabras que literalmente se había marcado en mis entrañas. Él se separó un poco delineando mis labios con sus dedos, y pude notar que el aire estaba cargado con la electricidad entre Gael y yo. Lo miré a los ojos, viendo la determinación y el carácter en su mirada, y supe que estaba a punto de embarcarme en un viaje completamente nuevo y quizás peligroso. Me dejé llevar por sus manos expertas, permitiéndole deshacerse de mi ropa íntima mientras su aliento ardiente rozaba mi piel desnuda. Cada toque suyo era como una llama que encendía un fuego ardiente dentro de mí, y mi cuerpo respondía con ansias que ni yo misma conocía. —Nunca vas a olvidar este día… —él lo dijo con determinación. Sentía que mi corazón se iba a salir de mi pecho, eso, sin contar que la vida me temblaba entera ante lo que acababa de experimentar. Sus manos
Sofía. Mis ojos se abrieron lentamente y di un bostezo para intentar sentarme en la cama, pero inmediatamente sentí una mezcla de satisfacción y dolor entre mis piernas. Mi cuerpo me recordó todo lo que había sucedido, y como incluso me había quedado dormida apenas unas horas atrás, en medio de la madrugada. Y aunque me sentía adolorida, también me sentía viva de una manera que nunca había experimentado. Sonreí de pura inercia y tuve que negar. Este hombre era de otro mundo. La puerta hizo clip en el instante y levanté los ojos para ver que Gael entraba, como si hubiese ido a algún sitio. Sin decir una sola palabra, vino a la cama y tomó mi cuerpo para sentarlo encima de él. —Buenos días… —él me besó abrazando mi espalda y luego se separó, para poner algo en mi boca—. Trágala… —se inclinó un poco para pasarme un vaso de agua, y la bebí enseguida para preguntar: —¿Qué es? —Te cuidará… Me moví un poco ante la incomodidad de mi posición, y Gael frunció el ceño mirando hacia abajo
Sofía. Estaba sentada por la tarde en la cama de mi habitación, en la mansión, aun procesando las palabras de esta mañana por parte de Gael. El peso de sus revelaciones, aunque era solo la mera tapa, me había dejado completamente atónita. La oscuridad que rodeaba su pasado era más profunda de lo que había imaginado, y este nudo en mi estómago no se deshacía aun cuando pasaron horas. Me encontraba en una encrucijada, atrapada entre… lo que estaba comenzando a sentir por ese hombre, y la verdad aterradora que se avecinaba. Unos toques en la puerta me hicieron saltar de repente, y luego una de las mujeres que se encargaban de la limpieza, abrió la puerta. —Perdone, seño… el señor Koch nos ha pedido que mudemos sus cosas a la habitación principal… —me levanté de la cama. —¿Cómo? —Todas sus cosas a la habitación del señor Koch… ¿Puedo enviar a las chicas? —Asentí de forma lenta, y a los siguientes minutos, varias mujeres comenzaron a recoger mis cosas. Me sorprendí el doble al entr
Sofía. El ambiente se volvió opresivo, como si los secretos y las intenciones ocultas se hubieran materializado en una confrontación palpable. —¡Basta ya! —exclamó Gael con furia contenida, incluso algunos invitados cerca se volvieron a nosotros un poco asustados, mientras él casi que amenazaba a su padre colocándose al lado, pero su estatura y su cuerpo, obviamente, rebasaban al viejo—. Vas a arrepentirte… lo juro… No tuve otra opción, incluso salió de mí misma el interponerme entre ellos con rapidez. —Gael… vámonos… hay gente aquí… —le susurré—. No creo que quieras hacer las cosas de esta forma, eres más inteligente que esto… —me puse frente a él tomándole el rostro, e incluso desplacé un poco a don Rafael con mi imposición. —No tienes que irte… disfruta mejor la velada… yo invito… —el hombre mayor insistió, y antes de que Gael diera un paso me giré hacia el viejo, y lo miré fijamente. —No recibiría ni agua de sus manos… y si hui, es porque ni teniendo todo el dinero del mundo
Sofía. Las dudas y las inseguridades que habían estado latentes en mi mente comenzaban a tomar forma, alimentadas por las palabras de Fernanda. Me sentía atrapada en un torbellino de emociones y preguntas sin respuesta. Retrocedí lentamente y caminé rápido, fui a mi oficina, tomé la carpeta, y luego salí hacia la de Gael. Pero en ese momento, justamente las mujeres venían caminando por el pasillo. Y me hice la real tonta, y le sonreí a ambas. —Buenos días… —Laura alzó el rostro, y Fernanda apretó la mandíbula forjando una sonrisa. —Buenos días… —ella arrugó el ceño—. Pensé que Gael estaba hoy en el otro edificio… lo saludaré… —No está aquí… —me adelanté tomando la manilla. —¿No está? ¿Necesitas algo? Alcé los hombros, y me crucé de brazos. —¿algo? No, no necesito nada… ¿Por qué lo preguntas? Ella miró a su madre, que ajustaba el bolso en su hombro y se hizo la idiota. —Pues… estás aquí, en la oficina de Gael… me había dicho que prepararon una para ti… Tuve que sonreír. Es
Sofía. Caminar por los jardines de la mansión junto a Helena me proporcionó una sensación extraña, el sol ya había caído, y las luces del jardín se estaban encendiendo. Por un lado, estaba ansiosa por conocer la verdad detrás de Camila y su relación con Gael, pero, por otro lado, temía que lo que descubriera sacudiera aún más los cimientos de mi vida. —Sentémonos aquí… —ambas nos sentamos y la miré fijamente pasando un trago. —Estaba allí… porque… yo… —Sé por qué… te importa Gael y no te explicas cómo ella está aquí. Y te diré algo primero Sofí, me alegra que quieras a mi nieto de alguna forma… Quité mi mirada, observando mis manos juntas. —Él… Ama a su exesposa… —lo dije como si fuese necesario, e incluso el silencio que se instaló en el momento fue mucho para mí. —Déjame decirte lo que pude percibir desde mi distancia, pero será Gael en algún momento que te aclaré todo el panorama. Asentí varias veces, ella tomó mi mano y me sonrió. —Estoy segura de que a mi hija, Marie, le
Sofía. Gael frunció el ceño al notar la tensión en el ambiente y luego la mirada inquisitiva en sus ojos se clavó en mí. Parecía haber percibido algo extraño, algo que no encajaba del todo en la situación. Y traté de ocultar mi inquietud bajo una sonrisa forzada. —¿Tú estás bien? —pregunté tratando de parecer tranquila. Gael me miró durante un momento más, su mirada penetrante parecía estar buscando algo en mis ojos, pero finalmente asintió. —Sí… Te estaba buscando… ¿Vamos a cenar? —asentí rápidamente tomando tu mano, pero él hizo algo que no esperé. Besó el dorso de mi mano, mientras otra punzada volvió a atacar mi corazón. Miré rápidamente a Helena. —Por mí no te preocupes… vayan… —apreté mi boca, y en un descuido, le di un beso en la mejilla, y luego le susurré en el odio a la abuela: —Gracias… —ella solo apretó mis brazos, y luego Gael le picoteó el ojo a Helena, para llevarme dentro de la mansión. —¿Qué tal las clases? —Geniales, claro, fue mucha teoría, pero creo que