Este capítulo es dedicado a Alexandra Bolívar, hermosa, desde siempre estás aquí y quiero agradecerte inmensamente por el cariño y el apoyo que siempre obtengo de ti, muchas gracias...
Sofía. Mis ojos se abrieron lentamente y di un bostezo para intentar sentarme en la cama, pero inmediatamente sentí una mezcla de satisfacción y dolor entre mis piernas. Mi cuerpo me recordó todo lo que había sucedido, y como incluso me había quedado dormida apenas unas horas atrás, en medio de la madrugada. Y aunque me sentía adolorida, también me sentía viva de una manera que nunca había experimentado. Sonreí de pura inercia y tuve que negar. Este hombre era de otro mundo. La puerta hizo clip en el instante y levanté los ojos para ver que Gael entraba, como si hubiese ido a algún sitio. Sin decir una sola palabra, vino a la cama y tomó mi cuerpo para sentarlo encima de él. —Buenos días… —él me besó abrazando mi espalda y luego se separó, para poner algo en mi boca—. Trágala… —se inclinó un poco para pasarme un vaso de agua, y la bebí enseguida para preguntar: —¿Qué es? —Te cuidará… Me moví un poco ante la incomodidad de mi posición, y Gael frunció el ceño mirando hacia abajo
Sofía. Estaba sentada por la tarde en la cama de mi habitación, en la mansión, aun procesando las palabras de esta mañana por parte de Gael. El peso de sus revelaciones, aunque era solo la mera tapa, me había dejado completamente atónita. La oscuridad que rodeaba su pasado era más profunda de lo que había imaginado, y este nudo en mi estómago no se deshacía aun cuando pasaron horas. Me encontraba en una encrucijada, atrapada entre… lo que estaba comenzando a sentir por ese hombre, y la verdad aterradora que se avecinaba. Unos toques en la puerta me hicieron saltar de repente, y luego una de las mujeres que se encargaban de la limpieza, abrió la puerta. —Perdone, seño… el señor Koch nos ha pedido que mudemos sus cosas a la habitación principal… —me levanté de la cama. —¿Cómo? —Todas sus cosas a la habitación del señor Koch… ¿Puedo enviar a las chicas? —Asentí de forma lenta, y a los siguientes minutos, varias mujeres comenzaron a recoger mis cosas. Me sorprendí el doble al entr
Sofía. El ambiente se volvió opresivo, como si los secretos y las intenciones ocultas se hubieran materializado en una confrontación palpable. —¡Basta ya! —exclamó Gael con furia contenida, incluso algunos invitados cerca se volvieron a nosotros un poco asustados, mientras él casi que amenazaba a su padre colocándose al lado, pero su estatura y su cuerpo, obviamente, rebasaban al viejo—. Vas a arrepentirte… lo juro… No tuve otra opción, incluso salió de mí misma el interponerme entre ellos con rapidez. —Gael… vámonos… hay gente aquí… —le susurré—. No creo que quieras hacer las cosas de esta forma, eres más inteligente que esto… —me puse frente a él tomándole el rostro, e incluso desplacé un poco a don Rafael con mi imposición. —No tienes que irte… disfruta mejor la velada… yo invito… —el hombre mayor insistió, y antes de que Gael diera un paso me giré hacia el viejo, y lo miré fijamente. —No recibiría ni agua de sus manos… y si hui, es porque ni teniendo todo el dinero del mundo
Sofía. Las dudas y las inseguridades que habían estado latentes en mi mente comenzaban a tomar forma, alimentadas por las palabras de Fernanda. Me sentía atrapada en un torbellino de emociones y preguntas sin respuesta. Retrocedí lentamente y caminé rápido, fui a mi oficina, tomé la carpeta, y luego salí hacia la de Gael. Pero en ese momento, justamente las mujeres venían caminando por el pasillo. Y me hice la real tonta, y le sonreí a ambas. —Buenos días… —Laura alzó el rostro, y Fernanda apretó la mandíbula forjando una sonrisa. —Buenos días… —ella arrugó el ceño—. Pensé que Gael estaba hoy en el otro edificio… lo saludaré… —No está aquí… —me adelanté tomando la manilla. —¿No está? ¿Necesitas algo? Alcé los hombros, y me crucé de brazos. —¿algo? No, no necesito nada… ¿Por qué lo preguntas? Ella miró a su madre, que ajustaba el bolso en su hombro y se hizo la idiota. —Pues… estás aquí, en la oficina de Gael… me había dicho que prepararon una para ti… Tuve que sonreír. Es
Sofía. Caminar por los jardines de la mansión junto a Helena me proporcionó una sensación extraña, el sol ya había caído, y las luces del jardín se estaban encendiendo. Por un lado, estaba ansiosa por conocer la verdad detrás de Camila y su relación con Gael, pero, por otro lado, temía que lo que descubriera sacudiera aún más los cimientos de mi vida. —Sentémonos aquí… —ambas nos sentamos y la miré fijamente pasando un trago. —Estaba allí… porque… yo… —Sé por qué… te importa Gael y no te explicas cómo ella está aquí. Y te diré algo primero Sofí, me alegra que quieras a mi nieto de alguna forma… Quité mi mirada, observando mis manos juntas. —Él… Ama a su exesposa… —lo dije como si fuese necesario, e incluso el silencio que se instaló en el momento fue mucho para mí. —Déjame decirte lo que pude percibir desde mi distancia, pero será Gael en algún momento que te aclaré todo el panorama. Asentí varias veces, ella tomó mi mano y me sonrió. —Estoy segura de que a mi hija, Marie, le
Sofía. Gael frunció el ceño al notar la tensión en el ambiente y luego la mirada inquisitiva en sus ojos se clavó en mí. Parecía haber percibido algo extraño, algo que no encajaba del todo en la situación. Y traté de ocultar mi inquietud bajo una sonrisa forzada. —¿Tú estás bien? —pregunté tratando de parecer tranquila. Gael me miró durante un momento más, su mirada penetrante parecía estar buscando algo en mis ojos, pero finalmente asintió. —Sí… Te estaba buscando… ¿Vamos a cenar? —asentí rápidamente tomando tu mano, pero él hizo algo que no esperé. Besó el dorso de mi mano, mientras otra punzada volvió a atacar mi corazón. Miré rápidamente a Helena. —Por mí no te preocupes… vayan… —apreté mi boca, y en un descuido, le di un beso en la mejilla, y luego le susurré en el odio a la abuela: —Gracias… —ella solo apretó mis brazos, y luego Gael le picoteó el ojo a Helena, para llevarme dentro de la mansión. —¿Qué tal las clases? —Geniales, claro, fue mucha teoría, pero creo que
Sofía. —Señora Koch, estos son los análisis de hoy… —acepté la carpeta de la asistente de Gael, sonreí y me puse a trabajar en la computadora. Me parecía increíble que hubiese pasado un mes y algunos días después de todo lo que había disfrutado en mi cercanía con Gael y una relación que estábamos disfrutando al máximo. Y si esto era un sueño, simplemente no quería despertar. Después de la charla con Helena, había entendido que Gael no quería hablar del tema por ahora, y me había centrado en nuestra relación, en compartir el tiempo juntos, y sobre todo, en romper todos los niveles, que se había vuelto nuestro juego favorito. Sonreí recordando cómo muchas noches nos quedábamos despiertos. Gael me había dicho que tenía planes de viajar pronto a Estados Unidos, y yo estaba emocionada. Incluso podía llevar mi universidad a donde fuera, mientras estuviera con el hombre que… Me detuve parpadeando varias veces, quité la mano del mousse, y solté el aire. Estaba enamorada de él, y eso er
Sofía. Me metí al auto en el cual llegué a la mansión, y le indiqué al conductor que saliera cuanto antes. —Pero… señora, Koch… —Ahora mismo… —le indiqué con algo de fuerza. El hombre comenzó a manejar, y me limpié las lágrimas precipitadamente. —¿Dónde vamos? —miré el retrovisor y negué. —Déjame en… te diré en unos minutos… Él asintió de forma dudosa, y cuando salimos de la mansión, solté el aire para tomar mi vientre. La escena frente a mis ojos parecía irreal, como si hubiera entrado en una dimensión distorsionada. Camila, la mujer que había estado en coma durante tanto tiempo, estaba parada abrazando a Gael y expresando su amor por él. Sentí un nudo en mi garganta y mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho. Aun con mis pensamientos distorsionados, sabía que algo estaba muy mal aquí. Era evidente que ese informe médico de su muerte cerebral, era mentira, quizás estuvo en un coma inducido, y las palabras de Helena, solo rondaban por mi mente tratando de hacer una conexión