Sofía. —Buenos días… —sonreí pegando mi rostro al suyo. Lucia había traído al bebé hace unas horas, y aproveché en darle de comer, para que se quedara dormido. Y aunque sentía un cansancio extremo, estaba feliz. Abracé a Gael con mi cuerpo, y le hice cosquillas con mi nariz en la suya. —Buenos días, mi amor… —Wooow… —su expresión me hizo reír—. No me decías así desde hace mil años… —Eres mi amor… de eso debes estar seguro… —En el caso de que no lo fuera, desearía morir… —abracé más su cuerpo, y aquí estaba de nuevo como todas mis células se volvían locas. —Quiero una eternidad contigo Gael… ¿Es posible? —su rostro se puso serio y me miró directamente a los ojos. —Es posible, aquí —su palma se posó en mis pechos desnudos y cerré los ojos ante el latido de mi corazón—. Mírame Sofí… eres mi todo. —Y tú lo eres para mí… —Solo es cuestión de un tiempo más, y saldremos de México… nuestra vida será diferente, lo juro… Mis ojos se agacharon y besé su mejilla. —Extrañaré mi país,
Sofía.El tiempo transcurría con una agonía insoportable. Estábamos atrapados en una casa que estaba siendo sitiada por hombres de Diego Slim, con Ian en brazos y Lucia a mi lado. La tensión en el ambiente era abrumadora, y mis pensamientos se centraban en Gael, quien estaba dispuesto a enfrentar a Slim para asegurarse de que escapáramos sanos y salvos.Pero mis ojos también se abrieron de par en par ante la brutalidad de la elección que nos estaba imponiendo Diego. Miré a Gael, esperando desesperadamente que supiera cómo manejar esta situación imposible.La audacia de su plan me dejó sin aliento cuando dijo que volaría esta casa. Pero confiaba en Gael con mi vida, y si creía que esta era la única manera de mantenernos a salvo, lo seguiría sin dudarlo.—Haz lo que tengas que hacer, Gael. Estamos contigo… yo solo quiero sacar a mi bebé de aquí… —dije, apretando a Ian contra mi pecho y mirando a Lucía, quien asintió con determinación.Sabía que ella estaba aterrada.Gael se acercó a mí,
Gael.La explosión resonó en mis oídos mientras me encontraba en lo que quedaba de la casa, rodeado de fuego y escombros. Había hecho todo lo que estaba a mi alcance para garantizar la seguridad de mi familia. Pero ahora, en medio del caos, me encontraba solo, tratando de abrirme paso hacia la salida.El humo y el polvo llenaban el aire, dificultando la respiración. Las llamas danzaban amenazadoras a mi alrededor, y los disparos aún se escuchaban en la distancia. Tenía un arma larga cuando me tiré al piso, y luego un hombre a mi lado, se quitó el pasamontañas.—Aquí estoy… —Cristian me miró, tenía rasguños en la cara y apreté mi mandíbula.—¿Cómo está allá afuera?—Es una batalla… Slim trajo un armamento y un equipo profesional, al igual que tú… los refuerzos están llegando, los rodearan, pero, aun así, son mucho…—Necesito llegar a él… —él frunció el ceño desaprobando la situación.—¿Te has vuelto loco?—Si… necesito asegurarme de que no podrá irse de aquí, cuando todos los explosivo
Gael. El humo se disipaba lentamente en el horizonte, dejando en su lugar las cenizas de lo que había sido nuestra antigua vida. A medida que el helicóptero se alejaba de la destrucción, sentí una mezcla de alivio y vacío. Habíamos logrado vencer a todos los que no titilaron en destruirnos, y a pesar de todo y a un muy alto costo, todo se había reducido a las cenizas. El viaje en helicóptero fue silencioso. Todos estábamos agotados física y emocionalmente. Las palabras no eran necesarias en ese momento, nuestras miradas lo decían todo. Estábamos juntos, a salvo y eso era lo más importante. Finalmente, aterrizamos en nuestro refugio temporal y fuimos recibidos por el equipo de seguridad que nos esperaba. Sofía y yo nos instalamos en una habitación amplia, y Lucia se fue a otra que estaba más apartada, mientras unos médicos venían a tratar nuestras heridas. Estaba un poco preocupado por mi hermano, y también por Ian, que no dejaba de llorar. —Está aturdido… enviaremos varios medicam
Sofía. Nuestros días en Cancún transcurrieron entre la suave brisa del mar y el cálido abrazo del sol. Era un respiro que necesitábamos desesperadamente después de las turbulencias que habíamos vivido. Cada amanecer nos recordaba que estábamos dejando atrás un oscuro capítulo de nuestras vidas y abrazando un nuevo comienzo. Y finalmente, luego de una semana completa y de las más preciosas que habíamos vivido, hicimos algunas maletas, que estaban en la sala cuando Gael entró. —¿Listos? —Lucia se levantó de inmediato, y me preguntó: —Quiere que lo lleve… —negué varias veces. Estaba adoptando un instinto en mí. Estaba cansada de la espalda, de las horas de dar pecho, pero no quería que nadie cargara a Ian. Y no sé si estaba loca o qué, pero sentí que necesitaba tenerlo todo el tiempo a la vista. Tal vez las cosas que habían pasado me hacían sentir insegura, pero también amaba su olor, y su tacto, era la cosa más maravillosa de todas. —No… yo lo llevaré, no te preocupes… —Lucia asint
Sofía.Quería decir que todo fue muy feliz y que los días eran bellísimos, y sí, pero no podía negar que la vida real no era color de rosa.Aunque habíamos dejado atrás la pesadilla de nuestro pasado en México y estábamos disfrutando de nuestra nueva vida en Estados Unidos, no todo fue un camino de rosas. La realidad de adaptarse a un nuevo país, criar a un bebé demandante y estudiar mercadeo al mismo tiempo resultó ser un desafío abrumador.La maternidad me había transformado de muchas maneras, pero también me había dejado exhausta. Ian demandaba mi pecho cada veinte minutos, lo que me dejaba con pocas horas de sueño. Aunque Lucia estaba siempre ahí para ayudarme, no podía evitar sentirme agotada tanto física como emocionalmente.Comencé a estudiar mercadeo cuando Ian cumplió cuatro meses. A pesar de las dificultades, estaba decidida a continuar mi educación y aprender más sobre el mundo empresarial en el que Gael se desenvolvía con éxito. Aunque me encantaba formar parte de su grupo
Sofía.Sí, estaba tan sorprendida como todos los que conocen a Cristian, y cuando él se sentó en la sala, y le tomó la mano a Lucia y entrelazó sus dedos con ella, Gael y yo nos miramos, con una O muy grande en la boca.—Queremos casarnos… —quería decir muchas cosas, pero nada salía de mi garganta, y solo pensé, ¿en qué momento?Pero había una respuesta, era evidente que estaba ocupada en mi mundo en todo este tiempo y no había podido notar su romance, además, Ian siempre había sido la flecha de estos dos.—Yo… estoy impactada… —miré a Lucia, sus mejillas estaban rojas, y bajó la mirada—. Estoy muy feliz por ti… él sería demasiado ciego si no hubiese visto que eres la más hermosa de todas, y una chica maravillosa…Mis ojos se nublaron cuando a Lucia se le bajaron las lágrimas, y dejando la mano de Cristian, vino a darme un abrazo fuerte.—Nunca voy a dejarte, eres como mi familia… —la despegué de mi lado, y la tomé de las mejillas.—No, tú eres nuestra familia, eres la tía Luci de Ian
Gael.—¡Papá! ¡Papá! —Fruncí mi ceño y miré la cámara.—Espera, es Ian… —le dije a Cristian en la videollamada, y luego puse la cámara para que lo observara.—Dime, hijo… estoy en una llamada con tu tío… ¿Quieres saludarlo?Ian tenía cara de preocupado cuando se frenó.—Hola, tío… —saludó con su manita—. Papá… mamá hizo un reguero de agua allá afuera y me pidió que te avisara cuanto antes…—¿Un reguero de agua?—Si… —Ian se mordió el dedo—. Salió de sus piernas…Literalmente boté el celular de mis manos y corrí.Cuando llegué a la sala, Sofía tenía lágrimas en los ojos, y las piernas separadas.—Creo que… —el corazón me latió con fuerza, y la mujer que ahora nos estaba ayudando, que tenía unos cuarenta y cinco años, se apresuró a llegar.—Cuida a Ian…—Yo quiero ir con mamá…—Ian… —lo miré—. Mamá necesita ayuda, tu hermana está por nacer…—Pero yo tengo que ir…—Cariño… no puedo… —Sofí se estremeció y yo iba de aquí para allá sin saber qué hacer.Casi corrimos para los autos, y yo mis