—¡Señora, por favor, se lo suplico! —Los ojos de Amelie estaban brillantes por las lágrimas que intentaba retener—. De verdad necesito un trabajo. Sara Atkins, encargada de Recursos Humanos de King Holding Corporation, más conocido como el Grupo KHC, era una señora amable, pero la realidad era que
Amelie sentía que le dolían hasta las pestañas por el impacto de aquella camioneta. Rezaba para no haberse roto ninguna costilla, pero estaba segura de que muy pronto tendría un cardenal en todo el costado derecho. Sin embargo, si esperaba descansar un poco después de semejante día, estaba muy equiv
¡NUNCA! ¡JAMÁS! ¡EN TODA SU VIDA...! Nathan King había sido humillado de esa manera por nadie, no hablemos ya de que lo hiciera una empleada de tan baja categoría como aquella. —¡Despedida! ¡Despedida! ¡Despedida! —gruñía mientras se sacudía los tacones de los pies, arrancaba el maletín ejecutivo d
Amelie se despidió de algunos compañeros de trabajo con los que había entablado amistad ese día: la chica de la recepción, un par de asistentes muy amables y un ejecutivo junior del departamento de Diagramación Publicitaria al que había ayudado con un envío urgente. Se sentó en el pequeño almacén d
A Aquiles Wilde se le secó la boca cuando escuchó aquella declaración, porque quizás era un sinvergüenza, pero no era estúpido. Bastó que Nathan King mencionara lo de la niña para saber que esa no había sido Stephanie. —Bueno... Verá, señor King —carraspeó con nerviosismo—. Mi hija es todo eso que
Amelie se había ido del grupo KHC a su hora de salida como si el diablo le pisara los talones, y la verdad era que así lo sentía, pero si pensaba escapar de Nathan King fuera de la empresa, las palabras de su tío la dejaron helada. —Hora de irnos —sentenció Aquiles mientras le arrojaba sobre los br
Volver a la casa Wilde con Stephanie quejándose y despotricando del abuelo King, fue música para los oídos de Amelie, porque toda su noche valía la pena solo porque alguien tan distinguido como el patriarca de los King le dijera a su prima que se parecía al Guasón. Sin embargo, nadie en aquella lim
—¡Es que esa idea tuya fue maravillosa, Meli! ¡Tú deberías ser publicista también! ¿No es verdad, chicos? —el resto del equipo de Trent, dos chicos y cuatro chicas, le agradecieron también a Amelie por ayudarlos, y la muchacha sintió que estaba teniendo el mejor día del mundo hasta que escuchó la vo