—¡Es que esa idea tuya fue maravillosa, Meli! ¡Tú deberías ser publicista también! ¿No es verdad, chicos? —el resto del equipo de Trent, dos chicos y cuatro chicas, le agradecieron también a Amelie por ayudarlos, y la muchacha sintió que estaba teniendo el mejor día del mundo hasta que escuchó la vo
Amelie se dio la vuelta para ver a aquella pequeña. —¿Sophia? —se sorprendió al verla y se agachó para abrazarla. —¡Meli! ¿Viniste a buscarme? —preguntó la niña emocionada y Amelie sonrió mientras le acomodaba el cabello. —No, nena, aquí trabajo. Pero es una linda casualidad encontrarte. ¿Cómo ha
—Me dijeron que el padre de Sophia está aquí reunido —dijo a la secretaria que le abrió la puerta. —Sí, de hecho la reunión ya terminó, el señor ya sale. —¡Pues le dice al señor que más le vale apurarse, porque solo un muy mal padre, demasiado irresponsable, deja a su hija tirada sola en una mesa
Histérica, gritándole a todos y muy frustrada: así fue como regresó Stephanie a su casa. —¡Mocosa estúpida! ¿Por qué tenía que irse de donde la dejé? ¡Y encima la otra idiota también trabaja ahí! ¡Lo que me faltaba! —gritó la mujer lanzando un adorno que se rompió contra la pared, y pocos minutos d
Amelie se quedó estupefacta. —Espera... —Ahora todo tenía sentido—. ¿Nathan King se va a casar contigo porque piensa que tú fuiste la que salvó a Sophia en el accidente? —¡Y ay de ti si se te ocurre desmentir eso! —le gritó Stephanie fuera de sí y Amelie retrocedió—. ¡Que ni se te ocurra meterte e
Amelie tenía aquella sensación de que un desastre estaba a punto de ocurrir. Stephanie, sin embargo, iba muy oronda porque el auto de lujo de los King las había llevado hasta el Acuario. Le agradaba sentirse adulada, y eso era justo lo que pasaría cuando la vieran llegar con la hija de Nathan King..
—¿Por favor, papi, puede quedarse? —le suplicó la niña y Nathan asintió. —Hoy es tu día, mi amor, nosotros somos tus invitados. ¿Vamos? Les hizo una señal amable y Sophia se prendió de la mano de Amelie para subir al restaurante, donde el abuelo King recibió a las dos chicas nada menos que con un
Nathan estaba a punto de saltar como si tuviera la edad de Sophia. Se encerró en el ascensor con el corazón desbocado y miró su reflejo en el espejo del fondo. —¡Joder! —sonrió viendo que tenía la cara roja por las dos bofetadas, pero en cambio él tenía en la boca el sabor de Amelie—. ¡Es una mina