Aaron se quedó mucho con aquella noticia, hasta que cayó sentado en una silla de la sala de espera del hospital. —¡Es adoptada! ¿¡Ustedes lo sabían!? —Sí, ¿por qué? —¡Porque no me lo dijeron! —exclamó él. —Creímos que lo sabías. Aaron miró a su madre anonadado. Julie era adoptada. No era que e
—¿Robocop...? —la escuchó murmurar mientras terminaba de alzarla y la sostenía contra su cuerpo—. ¡Aaron! —gritó ella despertando del todo mientras el auto terminaba de hundirse y el agua los engullía. Salieron a la superficie y Nahia lo buscó desesperada. Desde el puente había gente gritando y baj
—Te vas a tener que casar conmigo otra vez... —Aquellas palabras salieron como un murmullo de los labios de Aaron y Nahia lo miró con ojos muy abiertos mientras él intentaba sonreír—. No puedes ir cortándome trozos sin asumir las consecuencias, señorita. Nahia apretó los labios y trató de no sonreí
Los Orlenko construyeron todo un gimnasio de rehabilitación en la casa de Nahia y Kyle aprendió a caminar solo pocos meses antes de que Julie lo hiciera. Era lindo verla tratar de imitar a su hermano mayor, así que aquellas dos medias familias tuvieron que unirse más que nunca para poder construir u
—¡Lo mato, es que yo lo mato...! ¡Y luego lo entierro debajo de la jaula! —exclamó Nahia con el corazón acelerado. Nahia salió de las sombras hacia la noche, y la luna llena brillaba lo suficiente como para iluminar el pequeño sendero que atravesaba el patio trasero de la casa de Aaron. Esa noche h
—Porque a él le hace feliz creer que me sorprende y a mí me gusta que sea feliz —murmuró ella con una sonrisa—. Pero la verdad es que no habrá un peleador que le dure. Apuesta fuerte, apuesta por él, y ganarás esta noche. Nathan la vio caminar hacia la jaula mientras por la puerta entraba un austra
Extra NATHAN Y MELI Seis meses después. —¿Sabes qué, Miss Tropiezo? Creo que los hicimos muy bien —sonrió Nathan viendo desde la puerta cómo Sophia ayudaba a su hermana con el peinado y el maquillaje. —Claro que los hicimos bien —sonrió Meli—. Criamos a unos buenos hijos que han sabido conquista
La banda de chiquillos salió corriendo del cuarto y Maddi se llevó las manos a la cintura mientras él caminaba en su dirección todo zalamero. —El helado no resuelve las cosas, señor ricitos —se quejó, pero la sonrisa en el rostro de su marido era demasiado linda como para regañarlo. —Si no puedes