Amelie se quedó estupefacta. —Espera... —Ahora todo tenía sentido—. ¿Nathan King se va a casar contigo porque piensa que tú fuiste la que salvó a Sophia en el accidente? —¡Y ay de ti si se te ocurre desmentir eso! —le gritó Stephanie fuera de sí y Amelie retrocedió—. ¡Que ni se te ocurra meterte e
Amelie tenía aquella sensación de que un desastre estaba a punto de ocurrir. Stephanie, sin embargo, iba muy oronda porque el auto de lujo de los King las había llevado hasta el Acuario. Le agradaba sentirse adulada, y eso era justo lo que pasaría cuando la vieran llegar con la hija de Nathan King..
—¿Por favor, papi, puede quedarse? —le suplicó la niña y Nathan asintió. —Hoy es tu día, mi amor, nosotros somos tus invitados. ¿Vamos? Les hizo una señal amable y Sophia se prendió de la mano de Amelie para subir al restaurante, donde el abuelo King recibió a las dos chicas nada menos que con un
Nathan estaba a punto de saltar como si tuviera la edad de Sophia. Se encerró en el ascensor con el corazón desbocado y miró su reflejo en el espejo del fondo. —¡Joder! —sonrió viendo que tenía la cara roja por las dos bofetadas, pero en cambio él tenía en la boca el sabor de Amelie—. ¡Es una mina
—Solo dame un momento para ver cómo está mi hija y luego salimos... —¡No! Yo puedo ir —lo interrumpió Stephanie. ¡Lo único que le faltaba era que la chiquilla le hiciera una escena a Nathan y él decidiera irse antes!—. Ya regreso. Mientras salía caminando apurada, Nathan negó con frustración y se
—¿Qué es un "ogruto"? Pero aquella explicación, capaz de distraer a Sophia, no pudo escucharla Nathan King, porque se alejó de aquella habitación con paso silencioso, después de ver la escena más inesperada de su vida. Entró al salón donde estaban los mayores y se acercó a Paul. —Necesito que aver
Nathan King era un hombre complicado y no se molestaba en ocultarlo. Al final, esa era su prerrogativa como hombre poderoso. Pasó directamente a buscar a Sophia y se dio cuenta de que su hija ya estaba calmada, cantando mientras "su niñera" y ella armaban un rompecabezas demasiado feo. —Hora de irn
Amelie salía de su trabajo en la empresa y esperaba en el estacionamiento. Stephanie pasaba por la niña a su oficina y enseguida se la dejaba a ella. —¿Y esa cara? —preguntó Paul tres días después, viendo a Nathan pensativo frente a su ventana. —Amelie es la que la ayuda a Sophia con las tareas y