Cuando Aquiles entró en el salón donde estaban su mujer y su hija y les contó sobre la llamada que Nathan King acababa de hacerle, la mansión Wilde se revolucionó. —¡No, yo no quiero ir! —rezongó Stephanie. —¡Pues no es opcional! —replicó su padre—. ¡Fue una orden del señor King! —¡Pero es que yo
—Tiene que tomar líquido para prevenir una deshidratación. Mezcle este suero con agua y déselo en pequeños sorbos. —Claro, ahora mismo —dijo Amelie corriendo a la cocina para buscar una botella de agua fresca. Por suerte ya había estado en aquella casa y conocía la nevera. Regresó justo a tiempo p
—Creo que necesitas descansar —dijo Nathan en voz baja mientras le alcanzaba el pijama de Sophia y Amelie lo agarró con un gesto incómodo. —Sí, ya Sophie está bien. Será mejor que me vaya. —No. —Nathan la soltó cuando estuvo seguro de que tenía los pies bien firmes en el suelo—. Quédate con Sophi
"¡Mierd@!", pensó conteniendo el aliento, porque dormir sobre el pecho de su jefe definitivamente no debía ser bueno. Sin embargo... se sentía increíblemente bien. Se movió un poco para observarlo mejor y vio que respiraba tranquilo, con una expresión de paz en el rostro que jamás se le veía cuando
—Por supuesto, señor King —accedió el doctor—. Solo deme el nombre y lo conseguiré a la mayor brevedad. Después de eso Nathan se quedó más tranquilo, pero no demasiado. Era evidente que Sophia y Amelie tenían un vínculo especial, y tenía una idea bastante precisa de cuándo se había creado, pero la
Aquella sensación de certeza invadió a Nathan King incluso antes de que el hombre frente a él señalara la foto de Amelie. —Esa es ella —respondió sin titubear el guardaespaldas. —¿Estás seguro? —preguntó Nathan, solo como un reflejo condicionado. —Claro que sí, yo mismo la vi, señor. Vi cómo esta
Stephanie, por supuesto, seguía en el hospital y Nathan estaba encantado con eso. Le había dicho a los Wilde que en cuanto fuera dada de alta debía ir a cuidar de Sophi, así que ya imaginaba las muchas dolencias que se estaba inventando para quedarse en el hospital. Mientras, Amelie venía después d
Nathan estaba sentado junto a Sophia, quien no paraba de contarle sobre su aporte a la receta, y él prestaba atención a cada detalle que su hija le contaba. Amelie observaba la escena con un nudo en la garganta. Era obvio que Nathan era un buen padre y que adoraba a la niña, por eso era tan difícil