Realmente que Austin le pusiera lo cuernos o no la tenía sin cuidado. Nahia había ido allí esa noche para romper con él, y la única razón por la que había aceptado verlo en su departamento era para ahorrarse el escándalo en público, porque estaba segura de que alguna payasada iba a hacer. Verlo fol
—¡Maldit0 infeliz! —gruñó Aaron despabilándose del todo—. ¡Y me imagino que para retirar los cargos pedirá dinero! —La denuncia la puso su abogado —le explicó Caleb—. Hackeé la laptop del tipo y sí, hay un borrador de una demanda por tres millones a la familia King para retirar los cargos. Seguro q
El hecho de que Nahia decidiera quedarse en Inglaterra no fue una sorpresa para Nathan. Ya sabía que su hija quería estudiar en Oxford, como lo habían hecho antes sus hermanos Sophia y James, pero le pareció que estaba demasiado tranquila, como si no supiera que había dejado un problema detrás en Es
—Sí, fui yo —respondió Nathan con tranquilidad—. Y las malas condiciones son en las que mejor se conocen a las personas. Tú me llamaste para advertirme que iban a arrestar a mi hija. Le hizo un gesto para que lo siguiera y los dos salieron al estacionamiento del precinto. —Nahia no se merecía el e
Aaron se quedó mudo durante un momento. ¿De verdad Nathan King le estaba pidiendo aquello? No supo interpretar muy bien el nudo en su estómago pero si era honesto lo único que deseaba era subirse a un avión y volar inmediatamente a Inglaterra. ¡La cosa era que no quería ser tan honesto! —Señor... n
Aaron apretó los dientes y forzó una sonrisa. ¡Joder con la cara que tenía el King para decirle que era una niña dócil! ¡O Nahia lo tenía muy engañado o James quería ensartarle aquella mentira sin vaselina! —Le agradezco, señor —dijo. —Entonces queda contratado, señor Orlenko. —Solo Aaron, por fa
—Trabajo es trabajo —respondió él mirándola a los ojos y ella apretó los labios mientras contenía el aliento. "Trabajo". —¿Y no podías ir a trabajar para alguien más? —gruñó. —Tu hermano paga mejor que cualquiera y yo traigo buenas referencias —replicó él y se quedó mirándola a los ojos por un mo
Nahia juraba que se estaba quemando, que Aaron Orlenko tenía los dedos tan calientes que ella sentía como si su cara estuviera ardiendo... y lo que no era su cara también. Podía sentir su respiración tan cerca, la dureza de su cuerpo apretándola contra la pared, y no era capaz de describir todas las