Aaron apretó los dientes y forzó una sonrisa. ¡Joder con la cara que tenía el King para decirle que era una niña dócil! ¡O Nahia lo tenía muy engañado o James quería ensartarle aquella mentira sin vaselina! —Le agradezco, señor —dijo. —Entonces queda contratado, señor Orlenko. —Solo Aaron, por fa
—Trabajo es trabajo —respondió él mirándola a los ojos y ella apretó los labios mientras contenía el aliento. "Trabajo". —¿Y no podías ir a trabajar para alguien más? —gruñó. —Tu hermano paga mejor que cualquiera y yo traigo buenas referencias —replicó él y se quedó mirándola a los ojos por un mo
Nahia juraba que se estaba quemando, que Aaron Orlenko tenía los dedos tan calientes que ella sentía como si su cara estuviera ardiendo... y lo que no era su cara también. Podía sentir su respiración tan cerca, la dureza de su cuerpo apretándola contra la pared, y no era capaz de describir todas las
En cuanto se encerró de nuevo Aaron pegó la oreja a aquella puerta y la escuchó suspirar media docena de veces mientras comía. "Bueno... tú te comiste mi comida... hora de entregar tu baño", pensó él. Abrió su maleta y en aquella perfecta organización encontró justo lo que estaba buscando: "Mi fie
Aaron esperó la explosión de carácter, el enojo, el berrinche las siete groserías. La frase que debía salir de su boca era: Tú a mí no me dices a dónde puedo o no puedo ir. Pero para su sorpresa la muchacha apretó los labios y respiró profundo. —OK —gruñó y se metió en su cama enfurruñada. —Dulce
Parecía inteligente y a Nahia le agradó el hecho de que estudiara en Oxford, pero no llegó a saber nada más aparte de que se llamaba Josh, porque tres minutos después, mientras él miraba alrededor, sus ojos tropezaron con aquello y también se disculpó apresuradamente. Nahia lo vio perderse entre la
Se apoyó en la encimera y abrió una botella mientras Aaron hacía un esfuerzo por no notar la forma en que sus pechos se apretaban contra el mármol blanco. —Pudiste encontrar una mejor foto —se quejó ella señalando la camiseta—. ¿Y además qué es esa basura de que me muevo mal? ¿De dónde sacas eso?
Aaron tenía que reírse, no le quedaba más remedio. Quería retorcerle el cuello a la condenada pero tenía que reconocer que estaba a la altura. Él se había bebido aquella cerveza sin pensar que ella podía meterle un laxante, así que el error era suyo por subestimarla. Cuando por fin salió de allí, c