Apuntó a todos lados rápidamente, con esos movimientos automáticos que el entrenamiento ya había hecho hasta involuntarios en él, sin embargo en ningún lugar vio nada ni remotamente parecido a una amenaza. En cambio solo estaba ella en medio de la cocina, con su ropa de dormir demasiado corta y un
Y ciertamente ella no iba a olvidarlo porque acababa de comprobar que los besos de Aaron Orlenko eran apasionados, dulces, intensos e infinitamente emocionantes. Aaron sabía que si seguían así los dos terminarían en el suelo de aquel lugar, deseaba olvidarse completamente y sumergirse en ella para s
Nahia trataba de no mirarlo, pero realmente era algo muy difícil. Maddi y ella estaban emocionadas por el hecho de que las dos hubieran recibido cartas de admisión. Pero después de la euforia inicial, Nahia tenía otra euforia más escondida y más conflictiva. —¡Estoy tan feliz, Maddi! ¡Te lo merece
Aaron no pudo evitar sonreír, porque sabía que eso no era verdad, pero le deseó buenas noches y se fue a su cuarto porque las cosas no podían ir demasiado rápido entre ellos. Si se dejaba llevar por sus instintos pronto la tendría gimiendo debajo de él, pero ella seguía siendo una niña y solo habían
¿Que Aaron Orlenko era un buen hombre? Sí, eso sí. ¿Que era un dechado de virtudes...? Pues eso no. Y se dio cuenta en el mismo momento en que escuchó aquel "Nos vemos mañana" y sintió que estaba loco por nalguear a Nahia y no de la mejor manera. No dijo ni una palabra en todo lo que quedó de tarde
—Hola, ¿cómo estás? "Trabajando para ti aunque todavía no sé por qué", respondió Josh. "Pero logré conseguir lo que me pediste. No tiene muchos años así que por suerte todos los archivos estaban digitales, solo te advierto que son muchos" Nahia casi saltó de alegría. —¡Mándame esas fotos de inmed
—¡Lo siento! Vengo corriendo y escapada —jadeó ella con una sonrisa. —Tranquila, estaba viendo el entrenamiento —le dijo él. Aaron se acercó lo suficiente para escucharlos sin ser visto, y observó cómo el chico se metía una mano en el bolsillo y sacaba una llave que le entregó a Nahia. —Recuerda,
¿Frustrado? ¿Decepcionado? ¿Había palabras más fuertes que esas para describir lo que sentía? ¡Ah, sí, enojado, estaba profundamente enojado porque ella había aceptado la llave de la residencia de un chico! ¡Para luego fuera a decirle que le estaba haciendo un puto favor! —¿Todavía estás cuidando a