—Sí, fui yo —respondió Nathan con tranquilidad—. Y las malas condiciones son en las que mejor se conocen a las personas. Tú me llamaste para advertirme que iban a arrestar a mi hija. Le hizo un gesto para que lo siguiera y los dos salieron al estacionamiento del precinto. —Nahia no se merecía el e
Aaron se quedó mudo durante un momento. ¿De verdad Nathan King le estaba pidiendo aquello? No supo interpretar muy bien el nudo en su estómago pero si era honesto lo único que deseaba era subirse a un avión y volar inmediatamente a Inglaterra. ¡La cosa era que no quería ser tan honesto! —Señor... n
Aaron apretó los dientes y forzó una sonrisa. ¡Joder con la cara que tenía el King para decirle que era una niña dócil! ¡O Nahia lo tenía muy engañado o James quería ensartarle aquella mentira sin vaselina! —Le agradezco, señor —dijo. —Entonces queda contratado, señor Orlenko. —Solo Aaron, por fa
—Trabajo es trabajo —respondió él mirándola a los ojos y ella apretó los labios mientras contenía el aliento. "Trabajo". —¿Y no podías ir a trabajar para alguien más? —gruñó. —Tu hermano paga mejor que cualquiera y yo traigo buenas referencias —replicó él y se quedó mirándola a los ojos por un mo
Nahia juraba que se estaba quemando, que Aaron Orlenko tenía los dedos tan calientes que ella sentía como si su cara estuviera ardiendo... y lo que no era su cara también. Podía sentir su respiración tan cerca, la dureza de su cuerpo apretándola contra la pared, y no era capaz de describir todas las
En cuanto se encerró de nuevo Aaron pegó la oreja a aquella puerta y la escuchó suspirar media docena de veces mientras comía. "Bueno... tú te comiste mi comida... hora de entregar tu baño", pensó él. Abrió su maleta y en aquella perfecta organización encontró justo lo que estaba buscando: "Mi fie
Aaron esperó la explosión de carácter, el enojo, el berrinche las siete groserías. La frase que debía salir de su boca era: Tú a mí no me dices a dónde puedo o no puedo ir. Pero para su sorpresa la muchacha apretó los labios y respiró profundo. —OK —gruñó y se metió en su cama enfurruñada. —Dulce
Parecía inteligente y a Nahia le agradó el hecho de que estudiara en Oxford, pero no llegó a saber nada más aparte de que se llamaba Josh, porque tres minutos después, mientras él miraba alrededor, sus ojos tropezaron con aquello y también se disculpó apresuradamente. Nahia lo vio perderse entre la