Nueve años después Se decían en solo tres palabras, pero había pasado una eternidad. Rex estaba apoyado en la barra del salón de eventos del hotel Le Blanc, mientras todos a su alrededor gritaban enloquecidos. Los Patriots habían ganado el Super Bowl, solo que ahora Rex ya no era el quarterback.
—Yo solo tengo uno —sonrió Abby, acercándose y apretándose contra su cuerpo sin ninguna vergüenza. —¿Cuál? —Follarte. A Rex se le salió la champaña hasta por la nariz de la impresión y ella sonrió con condescendencia mientras lo veía sacudirse el traje y mirarla como si fuera extraterrestre. —¿P
—¿Estás listo para esto? —le preguntó ella con una sonrisa pícara, y Rex sonrió antes de morder suavemente sobre su sexo, haciéndola estremecerse. Abby sabía exactamente lo que quería, y él estaba dispuesto a dárselo. —¡Mmm, sí! —suspiró mientras él la acariciaba. Se arrodilló ante ella, abriendo
St. Armitage era una de las galerías más famosas y respetadas de Boston, tenía seis salones y exposiciones casi todos los días, muchas de ellas de arte contemporáneo. Rex atravesó las puertas, listo para comenzar a indagar sobre la loca que lo había dejado medio desquiciado y medio lisiado la noche
—¡Wow! Eres más inteligente de los pareces —sonrió Abby pasando junto a él. Rex la vio irse y aquellas palabras se quedaron rondando en su cabeza. "¿Alimento para mascotas?" —¿Acaba de decirme "perro"? —murmuró sorprendido y corrió tras ella—. ¡Oye...! —¡Rex, no! —dijo Abby girándose con impacie
Rex respiró profundo, hizo acopio de maldad y se dirigió a la galería, donde ya se estaba desarrollando la exposición. Escuchó atentamente la presentación de la anfitriona y sobre las cabezas de la gente, su mirada se encontró con la de Abby, vivaz y divertida. Esperó un tiempo prudencial para acer
Rex se sentó en su cama con cansancio. El sol ya había salido y él apenas había podido dormir. A ver, era un mujeriego, pero algo de vergüenza sí que tenía, y se sentía apenado porque Gloria hubiera hecho aunque fuera un mínimo escándalo en la exposición de Abby, al final ninguna de las dos era nada
—Tú ensúciame sin pena —respondió Abby alargando la mano y el tipo la estrechó con un ronroneo. —Connan —se presentó. —¿Como El Bárbaro? —Peor que él —se rio el hombre y Rex estaba a punto del colapso. La había llevado para resolver su problema y ella estaba coqueteando descaradamente en sus nari