Meli le acarició el rostro y le apartó un mechón de cabello de la cara. Se veía tan guapo así, descalzo, con aquel pantalón de algodón y una playera simple, como un dios pobremente disfrazado de mortal. —Nathan, desde el primer día que te conocí me di cuenta de que no eras perfecto, eso me quedó mu
Quizás una de las cosas más difíciles en el mundo es hacer lo mejor para la persona que quieres, sabiendo que no será lo mejor para ti. Nathan era dolorosamente consciente de eso mientras veía a Meli recorrer el departamento, emocionada, pero también sabía que mientras la tuviera amarrada a él, jamá
—¿Entonces habrá un juicio pronto? —Así es. Creo que ninguno de ellos esperaba que Amelie supiera nunca la verdad ni reclamara nada, pero ahora van a perderlo todo —sentenció Nathan. —¿Eso no lo decide el juez? —preguntó el detective. —El juez no puede ir contra la ley, y la última voluntad del p
—¡Ya sé! Desde que se les fue Tom Brady han estado rastreando un nuevo quarterback y me ofrecieron un buen contrato de tres años. —¡Dios! ¡Eso es fantástico! ¡Felicitaciones! ¡En tu familia deben estar emocionados! —exclamó Meli y el rostro de Rex se ensombreció. —No, fíjate que no les entusiasma
Meli no supo por qué, pero toda la alegría que llevaba se le asentó en el estómago como una piedra al ver la expresión de Nathan. Parecía molesto, pero tenía esa cara de cuando era capaz de controlarse aunque quería explotar. —¡Papi! —gritó Sophia corriendo a sus brazos y él la levantó—. ¡Vimos las
No sabía cómo terminar y por suerte no tuvo que hacerlo. Meli se movió un poco, solo un poco y ya su boca estaba bajo la suya mientras a Nathan se le detenía el corazón por un segundo. Ni siquiera lo dudó antes de besarla como si el mundo estuviera a punto de acabarse. Aquel beso fue apasionado y l
Nathan la miró con una ceja arqueada e incrédula. —¿En serio? —¡Claro! La felicidad de una mujer está adentro, y luego afuera, y luego adentro, luego afuera, y así... —¡Idiota! —se carcajeó Nathan mientras le hacía cosquillas—. ¿Esa es una forma traviesa de avisarme que necesitas más de esta... f
Amelie no quería beber, de verdad no quería beber, solo estaba cansada, tenía hambre y quería irse, pero no quería caminar sola de noche hasta la residencia, así que mejor esperaba a las siete borrachitas que iban con ella. Buscó la nevera y se dio cuenta de que tenía un dispensador de agua y otro