Rex cerró la puerta con seguro y corrió hacia Amelie. Levantó la blusa del suelo y no se puso delicado, ella seguía en brasier y no le estaba viendo nada. —Eso, mete el brazo, ahora el otro... —Rex le cerró la blusa y se fijó que no le faltara nada—. Pues con la pena, Wilde, no será al estilo princ
Nathan se apresuró a llevarla a su auto y la aseguró con el cinturón, apenas tomó carretera cuando vio que un Ferrari plateado lo seguía. Ni siquiera tenía que preguntar quién era. Parecía que después de todo el niñato quería morir esa noche. Sin embargo Amelie estaba primero. Nathan la escuchaba s
—Señor King... tenemos que hablar sobre Amelie. Aquellas eran las peores palabras que Nathan podía escuchar, y en un solo segundo sintió que el mundo se convertía en un lugar frío. Su mente lo llevó a aquella misma frase cinco años atrás y el desenlace no era bueno, aun así se armó de valor y se gi
—Legalmente no podemos hacer nada —gruñó Paul—. La palabra de Meli no vale porque estaba drogada, así que solo sería un careo entre Stephanie y Rex Lanning. El celular por desgracia tampoco es una prueba, porque no llegó a tomarle las fotos desnuda. No tenemos evidencia con la que acusarla. Al menos
—Claro que sí, mi amor. Meli va a venir mañana, promesa de meñique —aseguró levantando el meñique y la niña lo cruzó con el suyo—. ¡Y ahora a dormir! Nathan le dio un beso a su hija, y poco después se bañó y cambió de ropa para regresar a la clínica. Pero si creía que tendría un tránsito tranquilo,
Amelie abrió los ojos despacio, y sonrió inconscientemente al darse cuenta de que estaba acurrucada con Nathan. Su mirada se adaptó alrededor y se dio cuenta de que estaba en un cuarto muy bonito, pero la cama era rara. No tenía idea de dónde estaba pero mientras estuviera con él se sentía a salvo.
Era martes, apenas las nueve de la mañana cuando Amelie salió del vestidor con un traje sastre de mujer en suave tono pastel. Se maquilló poco y se decidió por unas balerinas, porque con el nerviosismo que llevaba, era poco probable que no se tropezara. Nathan le ofreció su brazo y en el salón ya e
—¡Inútil, haz algo! —le gritó Aquiles a su abogado. —¡Orden, orden! —exclamó el juez—. Abogado, ¿tiene algo más que preguntar? —No, Su señoría, pero nos gustaría solicitar de inmediato una prueba de ADN para demostrar que Amelie Wilde no es hija legítima de Russell Wilde y por tanto no tiene derec