—¿Entonces habrá un juicio pronto? —Así es. Creo que ninguno de ellos esperaba que Amelie supiera nunca la verdad ni reclamara nada, pero ahora van a perderlo todo —sentenció Nathan. —¿Eso no lo decide el juez? —preguntó el detective. —El juez no puede ir contra la ley, y la última voluntad del p
—¡Ya sé! Desde que se les fue Tom Brady han estado rastreando un nuevo quarterback y me ofrecieron un buen contrato de tres años. —¡Dios! ¡Eso es fantástico! ¡Felicitaciones! ¡En tu familia deben estar emocionados! —exclamó Meli y el rostro de Rex se ensombreció. —No, fíjate que no les entusiasma
Meli no supo por qué, pero toda la alegría que llevaba se le asentó en el estómago como una piedra al ver la expresión de Nathan. Parecía molesto, pero tenía esa cara de cuando era capaz de controlarse aunque quería explotar. —¡Papi! —gritó Sophia corriendo a sus brazos y él la levantó—. ¡Vimos las
No sabía cómo terminar y por suerte no tuvo que hacerlo. Meli se movió un poco, solo un poco y ya su boca estaba bajo la suya mientras a Nathan se le detenía el corazón por un segundo. Ni siquiera lo dudó antes de besarla como si el mundo estuviera a punto de acabarse. Aquel beso fue apasionado y l
Nathan la miró con una ceja arqueada e incrédula. —¿En serio? —¡Claro! La felicidad de una mujer está adentro, y luego afuera, y luego adentro, luego afuera, y así... —¡Idiota! —se carcajeó Nathan mientras le hacía cosquillas—. ¿Esa es una forma traviesa de avisarme que necesitas más de esta... f
Amelie no quería beber, de verdad no quería beber, solo estaba cansada, tenía hambre y quería irse, pero no quería caminar sola de noche hasta la residencia, así que mejor esperaba a las siete borrachitas que iban con ella. Buscó la nevera y se dio cuenta de que tenía un dispensador de agua y otro
Rex cerró la puerta con seguro y corrió hacia Amelie. Levantó la blusa del suelo y no se puso delicado, ella seguía en brasier y no le estaba viendo nada. —Eso, mete el brazo, ahora el otro... —Rex le cerró la blusa y se fijó que no le faltara nada—. Pues con la pena, Wilde, no será al estilo princ
Nathan se apresuró a llevarla a su auto y la aseguró con el cinturón, apenas tomó carretera cuando vio que un Ferrari plateado lo seguía. Ni siquiera tenía que preguntar quién era. Parecía que después de todo el niñato quería morir esa noche. Sin embargo Amelie estaba primero. Nathan la escuchaba s