Siguió al auto que las llevaba a la escuela y Nathan la vio poner exactamente la misma sonrisa para sus amigos. —¡Maldición! —gruñó desesperado antes de dirigirse hacia la empresa. De verdad tuvo que hacer un esfuerzo para no gritarle a medio mundo ese día, pero cuando Paul Anders entró a su ofici
Nathan sintió como si alguien lo hubiera golpeado en el pecho con más fuerza de la que podía soportar. Se apoyó en el respaldo de una de las butacas, porque era como si de repente hubiera perdido todo el aire. —¿Se fue...? ¿Cómo que se fue? —balbuceó y el abuelo se le quedó mirando con atención al
—Me gustaría hablar contigo un momento. ¿Tienes tiempo? —Por supuesto —dijo ella con un suspiro suave y se quedó perpleja cuando Nathan se sentó en la alfombra junto a ella, pasó su brazo tras su espalda para apoyarlo en la silla y le puso en las manos el mismo álbum de fotos por el que le había gr
Meli le acarició el rostro y le apartó un mechón de cabello de la cara. Se veía tan guapo así, descalzo, con aquel pantalón de algodón y una playera simple, como un dios pobremente disfrazado de mortal. —Nathan, desde el primer día que te conocí me di cuenta de que no eras perfecto, eso me quedó mu
Quizás una de las cosas más difíciles en el mundo es hacer lo mejor para la persona que quieres, sabiendo que no será lo mejor para ti. Nathan era dolorosamente consciente de eso mientras veía a Meli recorrer el departamento, emocionada, pero también sabía que mientras la tuviera amarrada a él, jamá
—¿Entonces habrá un juicio pronto? —Así es. Creo que ninguno de ellos esperaba que Amelie supiera nunca la verdad ni reclamara nada, pero ahora van a perderlo todo —sentenció Nathan. —¿Eso no lo decide el juez? —preguntó el detective. —El juez no puede ir contra la ley, y la última voluntad del p
—¡Ya sé! Desde que se les fue Tom Brady han estado rastreando un nuevo quarterback y me ofrecieron un buen contrato de tres años. —¡Dios! ¡Eso es fantástico! ¡Felicitaciones! ¡En tu familia deben estar emocionados! —exclamó Meli y el rostro de Rex se ensombreció. —No, fíjate que no les entusiasma
Meli no supo por qué, pero toda la alegría que llevaba se le asentó en el estómago como una piedra al ver la expresión de Nathan. Parecía molesto, pero tenía esa cara de cuando era capaz de controlarse aunque quería explotar. —¡Papi! —gritó Sophia corriendo a sus brazos y él la levantó—. ¡Vimos las