Capítulo 59. El beso.

El teatro de Viena estaba lleno hasta el último asiento. Las luces tenues iluminaban los rostros expectantes del público, y en el aire flotaba esa tensión única que precede a un gran espectáculo.

Fabio se acomodó en la butaca de la primera fila, su cuerpo rígido por la ansiedad. Sentía el corazón latir con fuerza en el pecho, como si presintiera que esta noche marcaría un antes y un después.

Había esperado meses para verla de nuevo.

Y ahora, allí estaba.

Cuando las luces se atenuaron por completo y un solo foco iluminó el escenario, Belinda apareció.

Vestida con un elegante vestido negro de seda, que abrazaba su figura con sofisticación y delicadeza. Su cabello recogido en un moño alto, dejando al descubierto la curva elegante de su cuello.

Sostenía su violín con la seguridad de alguien que había nacido para ese momento.

Fabio contuvo el aliento.

Ella estaba deslumbrante.

La ovación inicial se apagó cuando el director levantó la batuta. El silencio envolvió la sala como un velo, y en
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