Capítulo 53. ¡Esto se acabó!

La lluvia azotaba el parabrisas del Jeep de Fabio mientras avanzaba por el camino rural, tras una nueva pista sobre Ady.

Los faros iluminando apenas unos metros de asfalto resbaladizo. Luca, desde el asiento del copiloto, ajustó la mira térmica.

—La señal del teléfono de Ady desapareció aquí —murmuró, señalando un desvío cubierto de maleza—. Hay una casa abandonada a dos kilómetros.

Fabio apretó el volante. Cada segundo pesaba como una losa.

“Tranquila, mi amor, encontraré a nuestro hijo”, susurró para sí mismo, pensado en Belinda que aguardaba en el hospital”. No iba a fallarle, no esta vez.

Se bajó del auto, y comenzó a deslizarse entre los árboles con movimientos silenciosos. Su corazón latía con furia contenida, cada músculo de su cuerpo estaba tenso, listo para el enfrentamiento. Sabía que Ady estaba cerca.

Las pistas lo habían llevado hasta esa pequeña cabaña en lo profundo del bosque. La información de los detectives, los testimonios de los habitantes del pueblo y los
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