CAPÍTULO 32
YAMILA KAYÁ

Me tomó más de diez minutos recuperarme de aquel vórtice de sensaciones provocadas por Aarón, y que me habían arrastrado más al centro mismo del torbellino de emociones que surgían cuando lo tenía cerca.

Él se había quedado allí tendido, conmigo entre los brazos sobre el colchón, húmedo por nuestros cuerpos sudados.

Me observaba en silencio, y su expresión era hermosa. Parecía que iba a estallar en carcajadas, pues yo no estaba precisamente presentable después de que él había metido sus manos en mi cabello negro y largo y adema había tirado con él a su antojo.

Yo me sentía extasiada y en paz, en ese pequeño rincón de mi cuarto… escondida de los ojos del mundo, con la certeza de que mi hijo estaba bien con sus tíos; y con un hombre al cual podía llegar a amar sin reservas.

Para mi fue bueno saber que no se había arruinado la magia por lo que ahora sabíamos… Aaron no era un completo extraño, sino el tío biológico de mi pequeñuelo, y además estaba dispuesto a asumir una p
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