CAPÍTULO 40
YAMILA KAYA

Al entrar a la habitación que ocupaba Amed, supe de inmediato que algo andaba mal. El pequeño seguía durmiendo, pero parecía tan inquieto como si estuviese teniendo una terrible y sufrida pesadilla. Conocía el patrón de respiración normal de mi hijo, era el sonido más tranquilizante para mí por tres años, más ahora mismo algo andaba mal.

Me acerque de inmediato, sorprendido y asustada y al tocarlo me estremecí de la preocupación. Amed ardía en fiebre, todo su pequeño y tierno cuerpo estaba cubierto de una capa húmeda de sudor, pero la fiebre no había cedido en absoluto.

Hacía poco menos de una semana, Amed había tenido otro episodio de fiebre. Así que si tenía una infección, era evidente que había sufrido una recaída importante. Esto no era normal, mi hijo siempre había sido muy saludable, esto ahora me sorprendía y me sacaba de mi zona de confort, pues preocuparme de la salud de Amed ahora mismo, sumaba kilos de preocupación a mi turbio estado mental.

Me senté en la ca
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