YAMILA KAYA Tal como imagine, el alta de Amed fue al día siguiente del episodio con Andrés y Genova. Al menos estaríamos fuera del alcance de esos dos, o eso quería pensar, Aarón podría ayudarme con eso. En el hospital estábamos más expuestos, pues podían evitar la seguridad que tendríamos en mi departamento o en el de Aarón de ser necesario . El mismo día que dejamos el hospital, fue en el que Aaron desembolsó dos millones de dólares destinados a pagar la distancia de Andrés con nosotros. Dos millones que pagarían mi tranquilidad, y que sacaría a esa escoria sin corazón de nuestras vidas. Podría parecer mucho para otros… pero a mi me parecía poco dinero con tal de deshacerme de esa pesadilla que se había vuelto mi vida desde que ese hombre apareció ante nosotros otra vez. Andrés vendió los pocos derechos que le quedaban como padre biológico de Amed, y eso era innegable. El hermano hizo que uno de sus carísimos abogados preparara un documento, en el que Sandarti firmó estar de acue
YAMILA KAYA La parte más difícil comenzó ese mismo día, tal como habíamos solicitado los exámenes para conocer el mejor tratamiento empezaron de inmediatos. Yo estaba totalmente en shock, no podía pensar, ni siquiera respirar. Me dolía el pecho con cada aspiración. Aaron caminaba junto a mí por el pasillo, hacia el consultorio de la oncóloga que llevaría el caso de Amed. Mi corazón se había roto en pedazos, en mi mente no dejaba de pensar que mal estaba pagando con esto. Nunca había sido cruel, malvada como para pagar un karma tan pesado. No dejaba que había salido tan mal, como la vida se había torcido tanto como para quedar envuelta en este sufrimiento tan profundo. La impotencia me desgarraba el alma. Ahora solo serían días grises, hasta que me dieran una forma, una alternativa, una posibilidad, por pequeña que fuera… una mínima esperanza a la cual aferrarme.. que me asegurara que no iba a ver a mi niñito hermoso consumirse poco a poco en una enfermedad tan terrible. Entramos
REGRESAN LAS ACTUALIZACIONES A DIARIO YAMILA KAYA Aquel tratamiento tan doloroso estaba pensado para un titan, no para un pequeño Niño de tres años. Aquello no era algo que Amed pudiera resistir, y yo estaba aterrada ante el hecho de verlo sufrir, entre tanta aguja, prueba, y dolor. Al tercer día, ya se sabía que la leucemia de Amed, era lo suficientemente agresiva, como para que el transplante de médula fuera más apremiante que la quimioterapia que ya había empezado. Los exámenes de compatibilidad se habían realizado, pero solo Camil, Aaron por ser su tío, y yo, nos habíamos hecho la prueba. Rezaba a Allah por que uno de nosotros fuera compatible, y pudiera ser el donador. Me estaba consumiendo esperar toda una semana por el resultado de ese examen, pero no había otra forma de hacerlo. Mi padre aseguró que vendría de regreso tan pronto se enteró de lo que estaba ocurriendo con su nieto. Días grises fue lo que siguieron a aquel diagnóstico. El hospital se había vuelto un lugar
YAMILA KAYA—¿Si no funciona?— le dije una madrugada a Aaron, aún faltando dos dias para obtener los resultados de los exámenes. —Funcionará…— musitó él con voz cansada pero convencida— No tiene por que funcionar… eres su madre, eres la persona más parecida a él, lleva tu sangre, tú debes ser compatible. Yamila es tu hermana… y yo soy hermano del padre biológico. Uno de nosotros lo hará, o tú padre… ¡Funcionará! —Y si no…— dude, la verdad quería…«quería no» ansiaba estar optimista. Era casi una necesidad apremiante sentirme optimista, pero ver a mi niño así, era un cráter en mi sentido común, en mi credo, en mi fe, y en mi corazón. —Si no… traeré a Andrés y a mi madre… — explicó con calma. Una fría calma que anunciaba que esa alternativa iniciaría tormentas, pero aún así, lo haríamos. Haríamos lo que fuera por el niño. Caminé por la habitación, llena de miedos, de dudas, y a sabiendas de que Andres odiaba con tanta fuerza, que sería imposible conciliar con él, para que se realizara
AARON BIANCHI Las heridas no curan, pero eso ya debería saberlo, también debería haber sabido que cortar sobre una vieja cicatriz es aún más doloroso. La enfermedad de Amed me hizo revibir tantos malos sentimientos, tanta desesperación, tanta ansiedad. Auque intento estar ahí, ecuánime, como un puerto seguro para Yamila, la verdad es que yo también tengo miendo… miedo a perder otra vez, y esta vez será aún más devastador. Por Alba sentía afecto, pero no la amaba, más por Amed y por Yamila, podría dejarme morir yo mismo, me podría hacer matar, incluso darle mi sangre y mi cuerpo, con tal de que el niño tuviera una oportunidad de vivir; por ver a Yamila feliz. Mi lado racional me ordena que intente razonar con Andrés, y que llegue a un acuerdo. También que convenza a Genova de ir al hospital lo antes posible para que se realicen ese bendito examen, para saber si uno de ellos es compatible, y puedan ser donantes para el niño. Según supe, el padre de Yamila ya viene de regreso a Est
AARON BIANCHI —Sabes que no me intimidas— trato de parecer superior, sofisticado, siempre recalcando que él era el Sandarti, el de la sangre azul, el de la clase superior, eres un asesino… pero eres bruto como un asno— se carcajeó y tomó una distancia prudencial. Era un idiota cobarde y eso no podía olvidarlo. Pocas cosas motivarían a Andrés Sandarti: la primera sin dudas, molestarme a mi; y la segunda el dinero… en efectivo y en cualquier moneda fuerte, ya fueran dólares, euros o libras esterlinas. Incluso tratándose de dinero, mi hermanito aceptaría hasta Renminbi en yuanes. —¿Que necesita el pequeño Amed?— preguntó Genova rompiendo la tensión que se cortaba en la sala. Agradecí su intromisión pues me destrozaría los dientes de tanto apretarlos para contenerme. —Necesita un examen… — solté para enfocarme en lo importante y no romperle la madre ahí mismo a mi hermano. —¿¡Acaso tenemos cara de laboratoristas, estupido!? — se burló Andres y preferí ignorarlo, aunque el plan de me
YAMILA KAYA Cuando Aaron llegó al hospital recién se había bañado, y afeitado. Algo en su semblante me hizo pensar que estaba agobiado, o preocupado. Además, que en su visita a la empresa, había aprovechado el tiempo para pasar por su casa, bañarse y regresar al hospital Justo cuando Amed había acabado la quimio y estaba tan decaído. Llevaba una camiseta beige, y un pantalón caqui del mismo color, pero en un tono mucho más oscuro. —¿Cómo le fue?— preguntó pasando la mano protectora por la carita del bebé, que dormía después de que su cuerpecito se había extenuado por la quimioterapia.—Fue muy valiente…— pronuncie con la voz entrecortada, observado a los dos con ojos acuosos. —¡Es muy valiente!¿¡Verdad que si!?— dijo levantando la vista para mirarme. Se inclinó un poco y besó la cabecita del niño. Algo en su movimiento llamó mi atención, como si algo no estuviera del todo bien.—¿Estas bien?— pregunté y en ese momento la sangre marcó su camisa a la altura del brazo— ¿Estas her
YAMILA KAYA La imagen de Aaron con el pecho descubierto, y una mujer tocándolo, me pegó como un campeón de pesos pesados, y respiré profundo para evitar sentirme peor. Solo entre, evitando el molesto garraspeo de garganta que hacen los cornudos. Sencillamente, entre, así de fácil sin más complicaciones. No me sentía insegura, pero no era ciega. Ella estaba disfrutando tocarlo, mirarlo, sentir a un hombre como él cerca. Aaron había permanecido concentrado en las manchas de la resina eposica del piso, pero tan pronto me vio, apartó con demasido respeto a la oncóloga y se puso de pie.—¿Pasó algo?— preguntó observando mi semblante y solo negué con la cabeza. —No, Camil está con el niño… aún duerme— expliqué revisando la venda a medio poner— Vine a ayudarte con lo del rasguño— musité en el tomo más servil que logré emitir con aquella “doctora” tras de nosotros evaluando nuestro comportamiento— ¿Te duele? — pregunté evaluándo seriamente la parte de la herida del brazo que aún