REGRESAN LAS ACTUALIZACIONES A DIARIO YAMILA KAYA Aquel tratamiento tan doloroso estaba pensado para un titan, no para un pequeño Niño de tres años. Aquello no era algo que Amed pudiera resistir, y yo estaba aterrada ante el hecho de verlo sufrir, entre tanta aguja, prueba, y dolor. Al tercer día, ya se sabía que la leucemia de Amed, era lo suficientemente agresiva, como para que el transplante de médula fuera más apremiante que la quimioterapia que ya había empezado. Los exámenes de compatibilidad se habían realizado, pero solo Camil, Aaron por ser su tío, y yo, nos habíamos hecho la prueba. Rezaba a Allah por que uno de nosotros fuera compatible, y pudiera ser el donador. Me estaba consumiendo esperar toda una semana por el resultado de ese examen, pero no había otra forma de hacerlo. Mi padre aseguró que vendría de regreso tan pronto se enteró de lo que estaba ocurriendo con su nieto. Días grises fue lo que siguieron a aquel diagnóstico. El hospital se había vuelto un lugar
YAMILA KAYA—¿Si no funciona?— le dije una madrugada a Aaron, aún faltando dos dias para obtener los resultados de los exámenes. —Funcionará…— musitó él con voz cansada pero convencida— No tiene por que funcionar… eres su madre, eres la persona más parecida a él, lleva tu sangre, tú debes ser compatible. Yamila es tu hermana… y yo soy hermano del padre biológico. Uno de nosotros lo hará, o tú padre… ¡Funcionará! —Y si no…— dude, la verdad quería…«quería no» ansiaba estar optimista. Era casi una necesidad apremiante sentirme optimista, pero ver a mi niño así, era un cráter en mi sentido común, en mi credo, en mi fe, y en mi corazón. —Si no… traeré a Andrés y a mi madre… — explicó con calma. Una fría calma que anunciaba que esa alternativa iniciaría tormentas, pero aún así, lo haríamos. Haríamos lo que fuera por el niño. Caminé por la habitación, llena de miedos, de dudas, y a sabiendas de que Andres odiaba con tanta fuerza, que sería imposible conciliar con él, para que se realizara
AARON BIANCHI Las heridas no curan, pero eso ya debería saberlo, también debería haber sabido que cortar sobre una vieja cicatriz es aún más doloroso. La enfermedad de Amed me hizo revibir tantos malos sentimientos, tanta desesperación, tanta ansiedad. Auque intento estar ahí, ecuánime, como un puerto seguro para Yamila, la verdad es que yo también tengo miendo… miedo a perder otra vez, y esta vez será aún más devastador. Por Alba sentía afecto, pero no la amaba, más por Amed y por Yamila, podría dejarme morir yo mismo, me podría hacer matar, incluso darle mi sangre y mi cuerpo, con tal de que el niño tuviera una oportunidad de vivir; por ver a Yamila feliz. Mi lado racional me ordena que intente razonar con Andrés, y que llegue a un acuerdo. También que convenza a Genova de ir al hospital lo antes posible para que se realicen ese bendito examen, para saber si uno de ellos es compatible, y puedan ser donantes para el niño. Según supe, el padre de Yamila ya viene de regreso a Est
AARON BIANCHI —Sabes que no me intimidas— trato de parecer superior, sofisticado, siempre recalcando que él era el Sandarti, el de la sangre azul, el de la clase superior, eres un asesino… pero eres bruto como un asno— se carcajeó y tomó una distancia prudencial. Era un idiota cobarde y eso no podía olvidarlo. Pocas cosas motivarían a Andrés Sandarti: la primera sin dudas, molestarme a mi; y la segunda el dinero… en efectivo y en cualquier moneda fuerte, ya fueran dólares, euros o libras esterlinas. Incluso tratándose de dinero, mi hermanito aceptaría hasta Renminbi en yuanes. —¿Que necesita el pequeño Amed?— preguntó Genova rompiendo la tensión que se cortaba en la sala. Agradecí su intromisión pues me destrozaría los dientes de tanto apretarlos para contenerme. —Necesita un examen… — solté para enfocarme en lo importante y no romperle la madre ahí mismo a mi hermano. —¿¡Acaso tenemos cara de laboratoristas, estupido!? — se burló Andres y preferí ignorarlo, aunque el plan de me
YAMILA KAYA Cuando Aaron llegó al hospital recién se había bañado, y afeitado. Algo en su semblante me hizo pensar que estaba agobiado, o preocupado. Además, que en su visita a la empresa, había aprovechado el tiempo para pasar por su casa, bañarse y regresar al hospital Justo cuando Amed había acabado la quimio y estaba tan decaído. Llevaba una camiseta beige, y un pantalón caqui del mismo color, pero en un tono mucho más oscuro. —¿Cómo le fue?— preguntó pasando la mano protectora por la carita del bebé, que dormía después de que su cuerpecito se había extenuado por la quimioterapia.—Fue muy valiente…— pronuncie con la voz entrecortada, observado a los dos con ojos acuosos. —¡Es muy valiente!¿¡Verdad que si!?— dijo levantando la vista para mirarme. Se inclinó un poco y besó la cabecita del niño. Algo en su movimiento llamó mi atención, como si algo no estuviera del todo bien.—¿Estas bien?— pregunté y en ese momento la sangre marcó su camisa a la altura del brazo— ¿Estas her
YAMILA KAYA La imagen de Aaron con el pecho descubierto, y una mujer tocándolo, me pegó como un campeón de pesos pesados, y respiré profundo para evitar sentirme peor. Solo entre, evitando el molesto garraspeo de garganta que hacen los cornudos. Sencillamente, entre, así de fácil sin más complicaciones. No me sentía insegura, pero no era ciega. Ella estaba disfrutando tocarlo, mirarlo, sentir a un hombre como él cerca. Aaron había permanecido concentrado en las manchas de la resina eposica del piso, pero tan pronto me vio, apartó con demasido respeto a la oncóloga y se puso de pie.—¿Pasó algo?— preguntó observando mi semblante y solo negué con la cabeza. —No, Camil está con el niño… aún duerme— expliqué revisando la venda a medio poner— Vine a ayudarte con lo del rasguño— musité en el tomo más servil que logré emitir con aquella “doctora” tras de nosotros evaluando nuestro comportamiento— ¿Te duele? — pregunté evaluándo seriamente la parte de la herida del brazo que aún
YAMILA KAYA A la mañana siguiente apareció el monstruo en persona en el hospital. Y como no? Si era con un buitre acechando cuando todo se pinta peor. Aaron había ido a atender una reunión por dos horas y regresaría de inmediato para que finalmente nos dijeran, si uno de nosotros era compatible para ser el donante de médula de Amed. Tanto mi hermana Camil, Aaron y yo, estábamos más que dispuestos a hacer lo que fuera necesario . Incluso mi padre a pesar de estar entrado en años hubiera dado su vida por salvar a Amed, de eso no me quedaba ninguna duda. Yo oraba con desesperación por que eso ocurrirá, que uno de nosotros resultará ser el donante,…, y no vernos obligados a empezar a dar brazadas de ahogado buscando por todas partes, como gansos locos buscando a un donador en todas las personas conocidas y desconocidas. Encontrar compatibilidad genética en un extraño, era como hallar una aguja en un pajar, y el solo imaginarlo me oprimía el alma. Eso solo nos quitaría tiempo, y tiempo e
YAMILA KAYA —¿Qué haces aquí?— pregunte en medio de aquel fuerte torbellino de miradas, Andres analizaba la carita de mi hijo, y Amed lo miraba con igual intensidad. En ese momento quise que le tierra me tragara.—Ya te dije, también es mi hijo— repitió y le abrí los ojos tanto que creí que se saldrían de sus órbitas, solo quería reprenderlo. Fulminarlo con la mirada no estaba sirviendo de nada pero era mejor idea que ponerme a gritar como una loca frente a Amed—¿Puedo acercarme? —¡Nooo! ¡Y no repitas incoherencias!— impuse de inmediato y levantó sus palmas abiertas hacia mí en señal de rendición, como que acataba de inmediato mi orden. Mi alma se congelo cuando escuche al mimuy cínico venir aquí, al cuarto de mi bebé enfermo a hacerse el padre aparecido de un niño que él abandonó. Nadie lo obligó a marcharse, a no ser padre. Entiendo que se asustara, obvio, yo también estaba asustada. Mas nunca justificaría el abandono, ni su falta de responsabilidad, y menos aún, el rencor con qu