81. Cautiva

—¿Está contigo…? —su voz en un hilo completo apenas es perceptible. Las manos que todavía están en su vientre se van hacia la puerta, y con horror observa a Eron de pie frente a ella—, ¿Giancarlo está contigo? ¿Está contigo…?

—No, señora. El señor Mancini no está conmigo —Eron le responde con rapidez al ver su obvio terror desesperante. Es su turno de estar horrorizado al mirar—, señora.

Angelina se traga la atadura que no le deja hablar y suelta el aire reprimido pero ya aliviado. Sin embargo, aún continúa paralizada en la puerta de su casa.

—¿Eron qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste? ¿Qué haces aquí? ¿Qué es lo que haces aquí y por qué estás en mi casa? ¡Dime!

—Cálmate. Tienes que escucharme primero —Eron tiene la voz relajada y alza la mano para tranquilizarla—, pero necesitas entender que —y observa su vientre—, esto ha sido inesperado.

Angelina no sabe qué decir. La palidez por imaginar a Giancarlo frente a ella y de ésta manera la carcomió. ¿Cómo sería ésta vez capaz de oculta
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