—Quiero estar a solas con mi esposa. Giancarlo apenas mueve el rostro. Eron todavía frente a Angelina mueve la cabeza para asentir y lo ve pasar por su lado.—Sabías que él estaba aquí —le escupe Angelina a Eron con ojos de decepción—, sabías y me engañaste.—Lo lamento, Angelina. Pero no fui yo quien te encontró, fue él —Eron se disculpa para dirigirse hacia la puerta que da la salida.Angelina acaricia su vientre, mirando a Genoveva que no parece afectada por lo que sucede. Y tampoco es tonta para no observar su reacción. A punto de hablarle, Genoveva la mira.—No —le responde Genoveva—, no sabía nada.Angelina baja los ojos hacia el suelo. Tomando aire y luego botando lo tanto que pueda.—Volveré en un momento.Angelina vuelve abrir los ojos, pero Genoveva ya no está, lo que significa que está completamente sola ahora con éste hombre…Lo único que la calma es respirar. ¿Pero cómo se supone que respirará si Giancarlo está aquí? ¿Frente a ella luego de miles de milenios lejos y a
“Ocho meses antes.”El día se volvió templado una vez regresó. Luego de volver a Il Ranch, al vacío Il Ranch mientras todavía sentía su olor en su cuerpo y el rastro de sus labios plasmados en los suyos, apenas conversó con alguien más. Ni siquiera enfurecido, sólo…pensativo. Lo que había pasado aquel día con ella abrió las posibilidades de volver a lo que tenían antes, pero que se esfumó cuando la desconfianza y el odio volvió a sus vidas. Algo era cierto. Lo cierto es que ya no podía vivir sin ella. El problema era la actitud de ambos. De él, que siempre había sido prepotente y sanguinario, y de ella, orgullosa y hasta ese punto, ya rencorosa. No funcionaban de esa forma y sus personalidades chocaron. Lo que había sido no iba a volver, y tampoco lo que se habían prometido y lo que habían soñado. La frustración carcomió su mente al estar en su oficina otra vez, desordenado por lo que había hecho con ella. Angelina lo estaba volviendo loco y su única motivación fue exigirle una
Mientras la sigue observando, Angelina sigue sosteniendo también la ropa de su niño entre sus manos, pero el roce de Giancarlo en sus mejillas en una llama que quema no sólo su piel, sino su corazón.Lleva el rostro hacia atrás para romper el contacto, mirando hacia otra parte. —Hay muchas cosas de las que... no puedo soportar —Angelina se enfrenta por primera vez luego de meses a ésta tortura de hablar de lo sucedido, al menos lo intenta—, no hagas esto, Giancarlo. No me toques…Su voz se quiebra, y aún con los ojos cerrados, siente que los sollozos quebrarán su garganta.—No puedo soportar verte aquí —Angelina observa la ropa de su bebé, tan pequeña, tan frágil—, y lo único que haces es torturarme…—sin dejar de acariciar, murmura—, y no quiero seguir con esto. Ya no quiero.—¿O lo que quieres es ya no estar conmigo?Angelina se digna a verlo a los ojos. Y no le agrada lo que observa: indiferencia.—¿Qué es lo que pretendes…? —le pregunta con lentitud—, ¿Crees que voy a ir tras de t
De regreso a la mansión luego de tomar una gran fuente de energía para ella y su hijo, Angelina logra colocar los floreros en la habitación que había elegido para el bebé. Sólo falta algunos arreglos, pero en general, la habitación es preciosa. Nada puede hacerla más feliz que ver el lugar donde dejará a su niño una vez que nazca. Pero todavía con una sonrisa, hace una mueca de cansancio y se coloca la mano detrás de su espalda.—Ah, bebé —llega hasta una silla y decide sentarse—, le dejas a mamá una gran pesadez. ¿Qué tal si ya decides venir al mundo?—Señora —Issie entra por la puerta—, ¿Me necesitaba?—Si no es mucha molestia, Issie. ¿Podrías prepararme la tina con espumas en mi habitación? Mientras termino por recoger esto de aquí. Pero tienes que decirme.—Por supuesto, señora. Denme unos diez minutos.—Eres un sol, muchas gracias —Angelina toma un suspiro—, me avisas, eh.Issie la deja sola. E intenta levantarse para terminar de sacar de una caja un par de juguetes. A la cuna d
—Es importante mantener una dieta saludable y mantenerse hidratada en éstas últimas semanas. Hace bien en mantenerse activa haciendo ejerciciosAngelina mantiene la mano en su vientre. Ya se ha vestido y se ha secado el cabello para atender al doctor. Y por primera vez en todo su embarazo, Giancarlo está junto a ella. Le es aliviante tenerlo a su lado justo en estos momentos y eso no puede negarle tampoco.—Ahora bien, su bebé está desarrollado para nacer, pero debido a los factores de riesgos se debe ser muy cuidadoso. Cuando usted entre en labor, esperará sentir contracciones regularles que se intensificaran con el tiempo, pero una vez que usted esté lista para dar a luz, se monitoreara su salud. Lo que siente se debe a los sintomas del pre-parto, el incremento del tamaño del utero hace comprensión en los pulmones, haciendo que le sea dificil respirar. Todo saldrá bien porque el niño está saludable, y la mamá también.—¿Qué pasa con la fecha de nacimiento? ¿Puede adelantarse? —le pr
—No puedo creerlo…—Angelina está petrificada en su sitio. Pero aún así toma la carpeta para observar las líneas. Sus ojos, sin esperarlo, se iluminan—, por Dios…Y gira el rostro para verlo.Gianca ya se encuentra mirándola desde antes, y todo lo que recibe de él es calidez y delicadeza. Sólo suavidad. Se le escapa una sonrisa aún cuando lo mira.—¿Y tuviste que amenazar a todos esos hombres…?—Quería encontrarte —Giancarlo no desvía su mirada—, y si alguien te ayudaba saldrías cuánto antes del país, y eso significaba no encontrarte nunca. No lo iba a permitir. No existen palabras para describir lo que ahora siente. Y en cómo observa lo que éste hombre le está diciendo sólo porque “quería encontrarla.” Las dudas por un pequeño instante se esfuman. Lo que quiso creer como la realidad está desmoronándose. ¿Cómo es posible sentirse así…? El amor ciega ahora, y la hechiza un momento diciéndole que olvide todo y se de cuenta que él está aquí con ella, demostrando con acciones las palabra
El dolor se intensifica cada vez más. Llega un punto donde no puede ver, no puede pensar y tampoco puede soltar de su boca otra cosa que no sea gemidos dolorosos. Lo primordial ahora es llevarla al hospital pero el dolor de Angelina y sus contracciones lo están volviendo difíciles, lo que aumenta la ansiedad de éste momento. —¡No aguantará a llegar al hospital! ¡Queda muy lejos! —Ava intenta mantener el control de esto pero el primer grito de Angelina diciendo que le duele demasiado la ponen en riesgo—, está bien, señora. ¡Aquí estamos! El dolor incluso la hace pensar que se desmayará, pero lo que obtiene como respuesta es un desgarre tan fuerte que no puede sostenerse ni tampoco caminar. Lo menos que espera en estos momentos cuando las voces de las mujeres es sentir unos brazos rodeándola de forma repentina, cargándola como la pluma de un ala sin tanto esfuerzo. Pese a que está cegada por el dolor, comenzando a sudar, observa a duras penas a quién la sostiene y a quién la lleva.
El dolor se había disipado. Y el doctor había dicho luego:—Es hora de que mamá descanse y tenga que chequear al pequeño. Por lo que, luego de tener todo el cuerpo molido de pies a cabeza tuvo que darlo al doctor con tristeza, pero sólo por unos momentos. Ava se encargó de ayudarla a cambiar todo del cuarto, y Giancarlo prometió que volvería con el niño luego de que descansara y recibiría las atenciones adecuadas. Es cierto que estaba cansada, pero quería a su hijo de vuelta. Abrazarlo, besarlo, sentirlo, lo quería cuánto antes. Toda la mansión se enteró que la señora Mancini había dado luz a un hermoso niño, e incluso Aurora, a la espera también de saber lo que sucedía, conoció a su pequeño hermano cuando fue su padre quien se lo presentó luego de que el doctor confirmara que el niño estaba sano y no tenía complicaciones, sólo debía ser alimentado. Angelina cree que ha pasado más de dos días durmiendo pero sólo fue una hora. Quedó demasiado débil como para levantarse, y como no,