Mientras el aire se vuelve más tedioso e imposible de tomarlo en sus pulmones, sus dedos no aprietan el papel entre sus manos: lo rompen, lo rasgan. Clavados están los ojos de Giancarlo en ella, donde logra conseguir desgracia, perdición…¿Ilusión? No hace falta decir que su cuerpo flota en el limbo porque entre todas las cosas pasando en su vida tiene que ser ésta la peor de todas. ¿Cómo es que su corazón sigue latiendo? ¿Cómo no ha desaparecido todo su cuerpo al observar al único hombre que la ha hecho sentir viva?Al hombre que ama. A ese mismo que llegó bajo la tormenta de dos familias odiandose y bajo la sangre del poder que entre sus brazos ya había olvidado.Angelina duda. Duda de sí misma y de éste tiempo en la distancia de la soledad por no haber estado a su lado. Como si dudara, o como si quisiera desistir y pedirle una explicación por su falta de sensibilidad.Y todas las palabras que él le dijo regresan a su mente, golpeando e hiriendo por segunda vez. De tal manera es q
Casi no puede hablar. Su boca es reclamada por Giancarlo Mancini después…después de todo.¿Qué está ocurriendo? ¿Se trata de una pesadilla o un sueño? Y no pueden detenerse, realmente están lejos de lo que están destinados a hacer y no están dispuestos a detenerse. Con claridad comienza a sentir…que está cayendo al abismo. Lo único que la sostiene son los brazos de Giancarlo que, con fiereza, la rodean para no dejarla ahí. Primero se apodera de su cuello para intensificar el beso, y luego, con la mano en su muslo comienza a subir poco a poco hasta que Angelina tiene que soltarse de sus labios. —¿Por qué haces esto…? —Angelina intenta reunir fuerzas cuando cree que todo esto se desmoronará. ¿Es que ya no lo está? ¿Ya no está todo desmoronado desde el instante en que volvieron a verse?—Aquí soy yo el que pregunta —Giancarlo es quien la mueve para que se siente con las piernas de cada lado—, no vas a salir de ésta oficina sin que me digas todo lo que sabes de ese día.—Yo no tengo nad
Sus pasos no terminan pero para Angelina esto es una ruptura. Hasta aquí llegó ésta relación y no va a dar hincapié a cualquier palabra que Giancarlo le diga. Se siente usada, y como siempre, humillada. —Maldición —lo único que bota son lágrimas de rabia, mientras su mente, en la desesperación que acelera el pulso, sigue reproduciendo lo que acaba de vivir. —Detente. —Déjame en paz. Dejame en paz, por amor a Dios. Tan sólo vete —Angelina no quiere girarse a verlo, tampoco en desistir de lo que su corazón está llorando, sólo decepción. Más, mucho más que decepción—, yo no puedo seguir así. No quiero, no puedo. No quiero estar más contigo. —No digas eso —Giancarlo la llama desde su sitio pero entonces, le grite—, ¡Angelina! Baja la aceleración de su caminata para soltar una respiración por la boca y luego, para girarse a verlo. Giancarlo está herido, en el sentio que no le ha visto nunca esa mirada preocupada, resentida. Está ahí esperando otra respuesta. —¿Por qué te
Issie, asustada hasta la coronilla le pregunta ahora a dónde irán y en dónde se hospedarán.—Tú confía en mí, estaremos bien —es lo único que Angelina le responde a Issie. Cerca de las seis de la mañana, Angelina renta una casa cerca en una zona alejada, en Villa. Quiere lograr hacer tiempo hasta recibir una llamada, y dormir con tranquilidad en su nueva casa. La casa es perfecta para su gusto; usó efectivo en vez de tarjeta para que no se pueda rastrear ninguna de sus compras mientras esté aquí. Cuando está sentada en el porche, apenas ha dormido unas cuantas horas, y son las diez de la mañana. Issie se encargó de traer a algunas personas del servicio para que se encarguen de algunas tareas. Quiso prepararse el desayuno ella misma pero Issie se negó. Se ha terminado su té, apenas calmandose. Con su mano cerca de su frente observa el panorama de ésta visión que se convertirá en su mañana en estos meses, y ya no le salen las lágrimas. Sus ojos están hinchados por haber llorado en
—¿Está contigo…? —su voz en un hilo completo apenas es perceptible. Las manos que todavía están en su vientre se van hacia la puerta, y con horror observa a Eron de pie frente a ella—, ¿Giancarlo está contigo? ¿Está contigo…?—No, señora. El señor Mancini no está conmigo —Eron le responde con rapidez al ver su obvio terror desesperante. Es su turno de estar horrorizado al mirar—, señora.Angelina se traga la atadura que no le deja hablar y suelta el aire reprimido pero ya aliviado. Sin embargo, aún continúa paralizada en la puerta de su casa. —¿Eron qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste? ¿Qué haces aquí? ¿Qué es lo que haces aquí y por qué estás en mi casa? ¡Dime!—Cálmate. Tienes que escucharme primero —Eron tiene la voz relajada y alza la mano para tranquilizarla—, pero necesitas entender que —y observa su vientre—, esto ha sido inesperado.Angelina no sabe qué decir. La palidez por imaginar a Giancarlo frente a ella y de ésta manera la carcomió. ¿Cómo sería ésta vez capaz de oculta
—Quiero estar a solas con mi esposa. Giancarlo apenas mueve el rostro. Eron todavía frente a Angelina mueve la cabeza para asentir y lo ve pasar por su lado.—Sabías que él estaba aquí —le escupe Angelina a Eron con ojos de decepción—, sabías y me engañaste.—Lo lamento, Angelina. Pero no fui yo quien te encontró, fue él —Eron se disculpa para dirigirse hacia la puerta que da la salida.Angelina acaricia su vientre, mirando a Genoveva que no parece afectada por lo que sucede. Y tampoco es tonta para no observar su reacción. A punto de hablarle, Genoveva la mira.—No —le responde Genoveva—, no sabía nada.Angelina baja los ojos hacia el suelo. Tomando aire y luego botando lo tanto que pueda.—Volveré en un momento.Angelina vuelve abrir los ojos, pero Genoveva ya no está, lo que significa que está completamente sola ahora con éste hombre…Lo único que la calma es respirar. ¿Pero cómo se supone que respirará si Giancarlo está aquí? ¿Frente a ella luego de miles de milenios lejos y a
“Ocho meses antes.”El día se volvió templado una vez regresó. Luego de volver a Il Ranch, al vacío Il Ranch mientras todavía sentía su olor en su cuerpo y el rastro de sus labios plasmados en los suyos, apenas conversó con alguien más. Ni siquiera enfurecido, sólo…pensativo. Lo que había pasado aquel día con ella abrió las posibilidades de volver a lo que tenían antes, pero que se esfumó cuando la desconfianza y el odio volvió a sus vidas. Algo era cierto. Lo cierto es que ya no podía vivir sin ella. El problema era la actitud de ambos. De él, que siempre había sido prepotente y sanguinario, y de ella, orgullosa y hasta ese punto, ya rencorosa. No funcionaban de esa forma y sus personalidades chocaron. Lo que había sido no iba a volver, y tampoco lo que se habían prometido y lo que habían soñado. La frustración carcomió su mente al estar en su oficina otra vez, desordenado por lo que había hecho con ella. Angelina lo estaba volviendo loco y su única motivación fue exigirle una
Mientras la sigue observando, Angelina sigue sosteniendo también la ropa de su niño entre sus manos, pero el roce de Giancarlo en sus mejillas en una llama que quema no sólo su piel, sino su corazón.Lleva el rostro hacia atrás para romper el contacto, mirando hacia otra parte. —Hay muchas cosas de las que... no puedo soportar —Angelina se enfrenta por primera vez luego de meses a ésta tortura de hablar de lo sucedido, al menos lo intenta—, no hagas esto, Giancarlo. No me toques…Su voz se quiebra, y aún con los ojos cerrados, siente que los sollozos quebrarán su garganta.—No puedo soportar verte aquí —Angelina observa la ropa de su bebé, tan pequeña, tan frágil—, y lo único que haces es torturarme…—sin dejar de acariciar, murmura—, y no quiero seguir con esto. Ya no quiero.—¿O lo que quieres es ya no estar conmigo?Angelina se digna a verlo a los ojos. Y no le agrada lo que observa: indiferencia.—¿Qué es lo que pretendes…? —le pregunta con lentitud—, ¿Crees que voy a ir tras de t