Con lágrimas en los ojos, Cameron suplicó que Susan tuviera piedad con ella. Era inútil seguir diciendo que ella no tenía nada que ver con aquello cuando estaba claro que era su letra la que había quedado impresa en aquellos papelitos. Al día siguiente de la boda que no se celebró en realidad, lo único que hizo Cameron fue buscar a Susan hasta que al día siguiente la encontró. Y ahora estaban, Cameron corriendo detrás de ella por los pasillos, tratando de convencerla en la declaración contra Ace si era culpable por supuesto. Si la policía no encontraba nada contra Ace, Diego iba a cargar con la pesadez de otros cinco años por falsificar información. Cameron quería salvarlo. Cameron quería ser justicia, la justicia que no llegó antes a Eliza. —¡Si sabes algo, deberías decirlo!— Dijo Cameron. Susan se dio la vuelta. No había forma de que ella declarara en contra de Ace. Ace había sido un verdadero amigo para ella, si Susan hacía eso iba a ser como traicionar a quien hizo lo mejor por
Con la mirada nublada, Cameron y Renata se acompañaron mutuamente, sintiendo el mismo dolor. En ese momento Renata sabía que el niño era hijo de su hermana, pero era Cameron quien lo quería como a su propia madre. Lo mismo ocurría con Tita. No les importaba si Tita era adoptada o no, Tita era su bebé. Y muy pronto, también el bebé de Cameron. Alrededor de diez coches, contando las patrullas en las que viajaban Ace y Diego, llegaron a uno de los bosques más solitarios. Ace les había indicado que condujeran hasta allí. Sabía que Camilla iba a llevar a los niños allí, ya que había hablado con ella hacía unos minutos como si estuviera de acuerdo con el plan. La verdad era que la policía estaba con ellos. Ace iba a confesarlo todo. Cuando encontraron a Camila, ella estaba con los dos niños llorando y gritando al borde de un acantilado. Tita y Gadriel estaban atados. La policía estaba allí. —Por favor, Camila, dame a los niños. No puedes hacerles esto. Fuiste madre de dos. Por favor, pod
Sentado en su sofá de cuero, frente a él la mesa central de Cameron con una copa de vino sobre ésta, Diego tenía la vista perdida en la oscuridad de su alma.Se suponía que aquel iba a ser el día más feliz de su vida, pero ahora estaba allí, sentado en su sofá favorito, esperando a que la muerte se apiadara de él y se lo llevara consigo.Las mangas de su camisa blanca estaban arriba, las venas de sus manos y cuello se mostraban claramente y su mente estaba llena de recuerdos que no podía dejar pasar.Ahora estaba casado con una mujer que un día envió sus documentos con uno de sus hombres y declaró que estaba sana para gestar a su bebé. Pero nada podía salirle gratis. Ella le daría el bebé que necesitaba y él le daría el dinero que su familia necesitaba para salvar su nombre.Ni a aquella mujer, que ahora era su esposa, ni a su abuelo les importaba el dolor que aún albergaba su corazón. Había perdido al amor de su vida y nadie se preocupaba por él.Cerrando los ojos, Diego reprimió sus
La sonrisa seguía dibujada en su rostro (tenía que fingir) mientras los invitados se acercaban a felicitarla. Fue en ese momento donde, de manera brusca y poco educada, fue hasta su ahora esposa y la tomó de la muñeca fuertemente apartándola del mundo que celebraba ese matrimonio. — ¿Qué te pasa, Diego? —se quejó Cameron tan pronto como él la soltó. — ¿A qué debo esa estúpida sonrisa en tu rosto? Si su increíble físico la había asombrado al llegar al altar, ahora la hacía temer. Las venas en su cuello demostraban lo molesto que estaba. — ¿De qué hablas? —preguntó un poco más segura de ella. —Nunca lo olvides, Cameron. Nunca olvides estas palabras porque te puedes arrepentir. Que tú hayas sido la primera y la que más insistiera para darme un hijo, el hijo que necesito, al llevar los papeles a mi abuelo, no significa que te creas el lugar de esposa. No eres nada, Cameron, no eres más que un instrumento que me va a ayudar a tener lo que quiero. Este es un contrato de matrimonio, nada
La tarde había caído. El momento de actuar había llegado y él ya estaba casado.Con ganas de olvidarlo todo, Diego se levantó y llamó a uno de sus hombres.— ¿Sí, señor? ¿Puedo ayudarle?— Ve a buscarla. Escóltala a la fiesta. La estaré esperando.— Sí, señor. 7: 00 p.m., y Cameron se cambió por el vestido que permanecía sobre la cama. Ella no podía negarlo, el hombre realmente tenía buen gusto. Y un Mercedes Benz en blanco se detuvo.Ocho y media de la tarde. Ella no aparecía. Él estaba perdiendo la seguridad de que ella pudiera asistir a esta gran celebración. Al fin y al cabo eran marido y mujer y como tales tenían que comportarse ante el mundo que ya les veía y sabía que llevaban días casados aunque la verdad era que sólo llevaban unas horas.En su mente la última conversación que había tenido con ella y la forma en que le había dicho que no debía creerse el papel de esposa aunque fueran a vivir bajo el mismo techo. ¿Cómo hacerlo? Ni siquiera sabía cómo ser un buen marido si en e
El aura pesada que emanaba Diego era lo menos que ella necesitaba para superar este matrimonio por contrato. La fuerza de las emociones de Diego sobre ella la obligaron a bajar la mirada.— ¿Desde cuándo conoces a Ace? —, preguntó, queriendo utilizar un tono de voz común.Los ojos de Cameron se abrieron de sorpresa. — ¿A Ace?— Sí, ese hombre con el que solías bailar.Hasta ese momento Cameron se dio cuenta de lo perdida que había estado en ese hombre que ni siquiera su marido había entrado en su cabeza.—Te lo advierto, mi querida amada—, se rió al decirlo, —no se te permite ir y venir con tantos hombres como desees. Eso está estipulado en el contrato, me debes respeto por el simple hecho de haber dicho esos votos delante de todos. Al fin y al cabo, somos la pareja del año, ¿no crees? —. Volvió a reírse.—Sólo estaba bailando con él. No me tomes por quien no soy.—Yo no he dicho nada, sólo te advierto de lo que puede pasar si no sabes comportarte como es debido.—Ya te lo he dicho, s
Y de un movimiento, siendo esas palabras y ese tono de voz la causa de todo, Cameron dejó caer el portarretratos haciendo que se rompiera en mil pedazos.— ¡Eres una tonta! —expresó Diego dirigiéndose al desastre al mismo tiempo que agarraba el brazo de Cameron de forma brusca y la hacía retroceder.—Diego, yo, yo... Lo siento mucho, no era mi intención—, dijo Cameron.— ¡Mira lo que has hecho!La furia en los ojos de Diego era evidente. Si Cameron pensaba que el Diego con el que se había casado algún día podría cambiar su temperamento cuando se trataba de ella, estaba muy equivocada.—Lo siento, no era mi intención.—Ya te lo he dicho antes, Cameron Milán. No eres nadie en esta casa, ni siquiera eres como un invitado para mí. Que de un momento a otro te quedaras con mi apellido no significa nada, que de un momento a otro odiara verte durmiendo en mi cama no significa nada. No te quiero en mi casa. Tengo que aguantarte. No me hagas la vida más difícil de lo que ya es sólo por pensar q
Un par de minutos más y Diego estaría llegando a la empresa. La llamada con uno de los inversores había terminado. Era hora de concentrarse en todo lo que tenía que hacer.— ¿A qué hora es la reunión con los inversores? —Preguntó Diego a su secretaria, la misma que viajaba a su lado.— Dentro de dos horas. Señor, ¿ha traído los documentos que probar u matrimonio con su mujer?A Diego se le cortó la respiración casi al instante. La vida de soltero seguía en él. No iba a ser fácil adaptarse a ese cambio.— No recuerdo haberlas traído—. Dijo Diego con disimulo.— ¡Señor, esos documentos son imprescindibles ahora mismo!— Encontraré una salida al problema.— Señor, esa era la condición. Sin esos documentos la reunión no tendrá lugar.— ¡¿Por qué no me lo dijiste antes?!—Diego alzó la voz desesperado tratando de encontrar a los culpables—. Gira a la izquierda, ¡volvemos a casa! —Ordenó a su chófer.Tras un suspiro de fastidio, Diego miró por la ventanilla. Tenía que meterse en la cabeza qu