Luces radiantes en un cielo que sólo parecía estar hecho para ella en ese día tan importante en el que Cameron se decidió a dejarlo todo, básicamente a la familia Ferrer. Los rayos del sol no podían brillar más para ella, pues era el día más feliz de su vida. Por fin, después de tanto, de haber recorrido ese camino de rosas y espinas, amanecía. Fuertes y claros rayos de luz. Al menos, eso quería pensar Cameron. Tenía que saber que esta vez se casaba porque quería, no porque alguien la obligara. En un momento como aquel Cameron necesitó de su familia, pero enseguida se dio cuenta de que su familia se reducía a Camilla. Esta vez su abuelo no iba a llevarla al altar, donde debería estar esperándola el único. Iban a ser una familia feliz, eso era todo lo que ella quería pensar.—¡Está usted preciosa, señorita Cameron! — le dijo una de las mujeres que la atendía ese día.El vestido blanco junto con el velo caían como una hermosa ola blanca sobre ella. El día de su vida había llegado, o al
—No lo sé. Esto me hace pensar que lo mataron porque tenía información que podía usar contra los criminales y por eso hicieron esto. Querían que se callara. Su juicio iba a ser hoy—. Explicó el hombre, colega de Edmundo en ese campo. —¿Quién ha podido hacer esto?— Edmundo continuó. —Pudo haber sido cualquiera. Sabes que el hombre estaba metido en negocios sucios, ¿verdad?—Sí, lo sabía, pero no creo que pudieran haber hecho algo así. —Ya sabes cómo puede ser esa gente. Incluso si le debes un solo dólar se puede pagar con su vida. Edmundo se sentó frente a su amigo. —Algo aquí no está bien. —Por supuesto; delincuencia. —No, no estoy diciendo eso. Lo que digo es que deberíamos averiguar quién fue el asesino aquí. —¡Vamos, Edmundo! ¡Eso no es fácil! Son todos criminales. No podemos simplemente...—¿Qué estás tratando de decir? ¿Sólo porque ya son criminales vas a dejarlo estar? ¡Venga ya! ¡Te pensé un poco más capaz! ¡Tenemos que buscar al hombre u hombres que lo mataron! Tienen
—Ace estaba predestinado a estar con Eliza, pero fui yo quien se cruzó en su camino. Ace y Eliza fueron los verdaderos protagonistas de esta historia —empezó a decir Diego. —Me enamoré de ella solo por conversaciones tontas un día que Ace me pidió que cuidara su chat ya que había tenido una pelea con su futura esposa, al menos así quería que sucediera. Fue mi error. Hice que se enamorara de mí y cuando nos conocimos, ya sabía que iba a acudir a mí ya que le había dicho que Ace era el verdadero intruso, el amigo mío que le estaba haciendo ese favor de hablar con ella mientras yo no podía. Cambié los papeles, Cameron. Me casé con Eliza y quería reconciliarme con él, así que decidí que sería buena idea que se convirtiera en uno de los principales accionistas hasta que pudiera hacer de su empresa una de las más grandes no lejos de la mía. Cameron, quería que tu familia se responsabilizara de eso y tu abuelo nunca lo supo. Cuanto más decía Diego, más fuerte golpeaba en su corazón. Se le
Con lágrimas en los ojos, Cameron suplicó que Susan tuviera piedad con ella. Era inútil seguir diciendo que ella no tenía nada que ver con aquello cuando estaba claro que era su letra la que había quedado impresa en aquellos papelitos. Al día siguiente de la boda que no se celebró en realidad, lo único que hizo Cameron fue buscar a Susan hasta que al día siguiente la encontró. Y ahora estaban, Cameron corriendo detrás de ella por los pasillos, tratando de convencerla en la declaración contra Ace si era culpable por supuesto. Si la policía no encontraba nada contra Ace, Diego iba a cargar con la pesadez de otros cinco años por falsificar información. Cameron quería salvarlo. Cameron quería ser justicia, la justicia que no llegó antes a Eliza. —¡Si sabes algo, deberías decirlo!— Dijo Cameron. Susan se dio la vuelta. No había forma de que ella declarara en contra de Ace. Ace había sido un verdadero amigo para ella, si Susan hacía eso iba a ser como traicionar a quien hizo lo mejor por
Con la mirada nublada, Cameron y Renata se acompañaron mutuamente, sintiendo el mismo dolor. En ese momento Renata sabía que el niño era hijo de su hermana, pero era Cameron quien lo quería como a su propia madre. Lo mismo ocurría con Tita. No les importaba si Tita era adoptada o no, Tita era su bebé. Y muy pronto, también el bebé de Cameron. Alrededor de diez coches, contando las patrullas en las que viajaban Ace y Diego, llegaron a uno de los bosques más solitarios. Ace les había indicado que condujeran hasta allí. Sabía que Camilla iba a llevar a los niños allí, ya que había hablado con ella hacía unos minutos como si estuviera de acuerdo con el plan. La verdad era que la policía estaba con ellos. Ace iba a confesarlo todo. Cuando encontraron a Camila, ella estaba con los dos niños llorando y gritando al borde de un acantilado. Tita y Gadriel estaban atados. La policía estaba allí. —Por favor, Camila, dame a los niños. No puedes hacerles esto. Fuiste madre de dos. Por favor, pod
Sentado en su sofá de cuero, frente a él la mesa central de Cameron con una copa de vino sobre ésta, Diego tenía la vista perdida en la oscuridad de su alma.Se suponía que aquel iba a ser el día más feliz de su vida, pero ahora estaba allí, sentado en su sofá favorito, esperando a que la muerte se apiadara de él y se lo llevara consigo.Las mangas de su camisa blanca estaban arriba, las venas de sus manos y cuello se mostraban claramente y su mente estaba llena de recuerdos que no podía dejar pasar.Ahora estaba casado con una mujer que un día envió sus documentos con uno de sus hombres y declaró que estaba sana para gestar a su bebé. Pero nada podía salirle gratis. Ella le daría el bebé que necesitaba y él le daría el dinero que su familia necesitaba para salvar su nombre.Ni a aquella mujer, que ahora era su esposa, ni a su abuelo les importaba el dolor que aún albergaba su corazón. Había perdido al amor de su vida y nadie se preocupaba por él.Cerrando los ojos, Diego reprimió sus
La sonrisa seguía dibujada en su rostro (tenía que fingir) mientras los invitados se acercaban a felicitarla. Fue en ese momento donde, de manera brusca y poco educada, fue hasta su ahora esposa y la tomó de la muñeca fuertemente apartándola del mundo que celebraba ese matrimonio. — ¿Qué te pasa, Diego? —se quejó Cameron tan pronto como él la soltó. — ¿A qué debo esa estúpida sonrisa en tu rosto? Si su increíble físico la había asombrado al llegar al altar, ahora la hacía temer. Las venas en su cuello demostraban lo molesto que estaba. — ¿De qué hablas? —preguntó un poco más segura de ella. —Nunca lo olvides, Cameron. Nunca olvides estas palabras porque te puedes arrepentir. Que tú hayas sido la primera y la que más insistiera para darme un hijo, el hijo que necesito, al llevar los papeles a mi abuelo, no significa que te creas el lugar de esposa. No eres nada, Cameron, no eres más que un instrumento que me va a ayudar a tener lo que quiero. Este es un contrato de matrimonio, nada
La tarde había caído. El momento de actuar había llegado y él ya estaba casado.Con ganas de olvidarlo todo, Diego se levantó y llamó a uno de sus hombres.— ¿Sí, señor? ¿Puedo ayudarle?— Ve a buscarla. Escóltala a la fiesta. La estaré esperando.— Sí, señor. 7: 00 p.m., y Cameron se cambió por el vestido que permanecía sobre la cama. Ella no podía negarlo, el hombre realmente tenía buen gusto. Y un Mercedes Benz en blanco se detuvo.Ocho y media de la tarde. Ella no aparecía. Él estaba perdiendo la seguridad de que ella pudiera asistir a esta gran celebración. Al fin y al cabo eran marido y mujer y como tales tenían que comportarse ante el mundo que ya les veía y sabía que llevaban días casados aunque la verdad era que sólo llevaban unas horas.En su mente la última conversación que había tenido con ella y la forma en que le había dicho que no debía creerse el papel de esposa aunque fueran a vivir bajo el mismo techo. ¿Cómo hacerlo? Ni siquiera sabía cómo ser un buen marido si en e