CAPÍTULO 29

Con los ojos aún cerrados, Cameron oyó la risita de Diego. Lentamente, abrió los ojos justo para encontrar a Diego separando sus labios de los de ella entre una risa burlona.

Por un instante, Cameron se sintió estúpida.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Cameron.

—Pase lo que pase, no cambiarás. Pase lo que pase seguirás siendo una maldita bailarina de mesa.

Esas palabras golpearon fuertemente a Cameron.

—¿Qué?

—Una prostituta soñando con besar príncipes.

Diego nunca iba a cambiar. Ni en sus mejores sueños Diego sería una persona diferente.

Negando con la cabeza, claramente dolida, Cameron se secó las lágrimas con el dorso de la mano y se marchó.

—¡Corre! ¡Corre, Cameron! Corre a los brazos de Ace o del mejor postor.

Sin saberlo Diego había elegido su camino. Si nadie en su pasado le había hecho arrepentirse de sus decisiones, si nadie en el pasado no había tenido las agallas de convertirse en su karma, Cameron lo haría. Más tarde o más temprano, pero lo hará.

Caminando
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