LOCO

Eda se acomoda nuevamente en la cama tomando su pequeño peluche — Eres tan insoportable Christopher — se queja la pequeña mujer mientras suspira con pesar, entonces varios minutos después con el pequeño peluche en manos ella cierra los ojos dejando que el sueño se apodere de ella.

El reloj marcaba la medianoche cuando Eda abrió los ojos de golpe. Su estómago rugía en protesta, recordándole su decisión imprudente de acostarse sin cenar. Soltó un suspiro cansado mientras se incorporaba lentamente. La Villa estaba sumida en un silencio absoluto, tan denso que parecía envolver cada rincón en penumbra. Sin embargo, el hambre insistente la impulsó a deslizarse fuera de la cama.

Descalza, caminó con cautela por el pasillo, el frío del mármol helándole la planta de los pies. La oscuridad era casi total, apenas rota por un tenue resplandor de luna que se filtraba por las ventanas. No encendió las luces; no quería despertar a nadie. Cada paso que daba parecía resonar más de lo debido, como si e
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