Dos horas han pasado rápidamente, el clima se había tornado inestable y la lluvia había llegado. El sonido de las gotas de lluvia golpeaba contra las ventanas del sanatorio, un eco constante que parecía reflejar la confusión en el corazón de Eda. Había estado esperando a Christopher durante esas dos horas, pero las mismas fueron pasando. Sabía que podía haber habido un inconveniente. El reloj marcaba ya las cinco de la tarde cuando, cansada de esperar, encendió el televisor de la pequeña habitación.La imagen que apareció en la pantalla la dejó helada. Christopher estaba sentado en un elegante restaurante, con Patricia. La cámara había capturado perfectamente el momento en que Christopher le sostenía la mano, un gesto casual que en las revistas de farándula se transformaba en la prueba definitiva de un escándalo.Eda sintió cómo una punzada atravesaba su pecho. Por un momento intentó convencerse de que aquello no tenía que afectarla. Después de todo, no era su obligación venir por ell
Christopher cerró la puerta de la habitación tras él con un golpe seco, dejando que el eco resonara en el inmenso silencio de la mansión Davenport. Eda estaba de pie junto a la ventana, con los brazos cruzados y la mirada perdida en el horizonte. Su rostro estaba pálido, pero sus ojos brillaban con una mezcla de miedo, rabia y arrepentimiento.—¿Qué estabas pensando, Eda? —preguntó Christopher, rompiendo el silencio. Su tono era bajo, pero cargado de una furia contenida que erizaba la piel.Eda giró lentamente hacia él, su mirada desafiante.—Pensé que podía confiar en alguien, Christopher. Algo que claramente no puedo hacer contigo.—¡Eso no es cierto! —rugió él, avanzando hacia ella un paso. Sus ojos azules, normalmente serenos, ardían con una intensidad que la hizo retroceder instintivamente—. No tienes idea de lo que has hecho. ¡Ese hombre con el que te fuiste no era Mateo!Eda frunció el ceño, confundida.—¿De qué estás hablando?Christopher inhaló profundamente, tratando de calm
— Eda, no pienses mucho, eres mi mujer — Christopher no deja que la pequeña mujer diga algo más, para Christopher, Eda ya hablo demasiado para él así que la mejor manera que tenía para que su esposa ya no continúe hablando era besándola.Las manos del hombre recorren su muslo, mientras sus labios se devoran sus cuerpos deseando más el tacto del otro aquellos cuerpos que están desnudos vuelven a palpitar entre sí, Christopher se posiciona por encima del cuerpo de su esposa, sus manos se entrelazan, Eda arquea su espalda cuando el miembro masculino traspasa su cavidad sin contemplaciones, ella emite un jadeo mientras la colisión de escucha de manera implacable, Christopher parece perder el control de si mismo, las venas de su mano se marcan, mientras las embestidas aumentan de intensidad y profundidad, Eda lo recibe con igualdad de emoción, como si sentirlo adentro de ella y escuchar el galope de sus caderas fuera una maravilla, entonces las manos de ella se posan en los brazos de Chris
La pequeña mujer luego de aquella visita desagradable de Patricia y haber intercambiado unas cuantas palabras con la abuela toma la decisión de ir hasta el jardín allí estuvo toda la mañana hasta que ha llegado el momento del almuerzo. Eda estaba sentada a la mesa del comedor, el plato frente a ella casi intacto. La pequeña mujer miraba el contenido como si fuera un desafío insuperable. La abuela había salido con algunas amigas hacía un par de minutos dejando instrucciones claras: "Tienes que alimentarte, Eda. No puedes seguir así, piensa en mi futuro bisnieto, no puede ser débil" Pero la joven no tenía apetito. Ni siquiera el aroma del pan recién horneado había logrado tentarla, definitivamente Patricia ha dejado un montón de revoltijos en su estomago. El sol del mediodía iluminaba suavemente la estancia a través de los grandes ventanales, pero todo parecía demasiado tranquilo, casi opresivo. Eda jugueteaba con el tenedor entre los dedos, absorta en sus pensamientos, hasta que una
Christopher toma la decisión de abandonar el lugar, Eda no le había vuelto a dirigir ninguna mirada, unos minutos después la camioneta negra de Christopher Davenport rugía suavemente mientras recorría el camino hacia la mansión. Christopher tenía ambas manos firmemente en el volante, y las venas de sus brazos sobresalían ligeramente con cada movimiento. Eda, sentada en el asiento del copiloto, no podía apartar la vista de sus manos. Había algo hipnótico en la fuerza que irradiaban, en la tensión que parecía contener cada músculo, para ella fue imposible no recordar cómo aquellas mismas manos se entrelazaban con las suyas mientras Christopher le hacía suya una y otra vez en la noche.Sin embargo, cuando sintió el calor subir a sus mejillas, rápidamente desvió la mirada hacia la ventana. ¿Qué me pasa? se preguntó en sus adentros, tratando de calmarse. Pero su corazón pareció detenerse cuando el sonido del teléfono de Christopher irrumpió en el silencio.El hombre apartó una mano del vol
Christopher tenía las manos firmemente sujetas al volante, aunque sus nudillos estaban blancos por la presión. La camioneta negra avanzaba como una sombra furiosa por las avenidas de la ciudad, zigzagueando entre el tráfico y devorando la distancia que lo separaba de la Clínica Sosa Bugatti. Cada semáforo en rojo que cruzaba arrancaba un claxon o un grito de protesta, pero nada de eso importaba, entonces había llegado hasta el Sanatorio, no obstante su mirada había cambiado drasticamente, el Christopher de hace 10 segundos es distinto al Christopher que cerraba las puertas de la Camioneta.El sonido de sus pasos resonaba en el pulcro piso de mármol del sanatorio. Christopher Davenport caminaba con la misma calma glacial que lo definía, como si el peso del mundo no fuera más que un leve inconveniente en su agenda. Las luces blancas de los pasillos brillaban con una claridad hiriente, pero ni eso parecía molestarle. Su rostro, perfectamente esculpido y carente de emoción, era un imán pa
— Eda cariño, No tienes por qué preocuparte mañana estarás de regreso en la villa y allí vas a ver que yo y tu esposo vamos a cuidarte muy bien, ahora tengo que Irma pero volveré con una sopa a la noche, Christoher espero que estés a la altura y no la dejes sola porque si llego a enterarme que te has ido ten por seguro que te voy a dar no uno más bien 100 bastonazos — La Matriarca fulmina con la mirada a su nieto, pero segundos después su atención se posa en Eda y su mirada se suaviza.Eda que aún sentía pesado los párpados y el sueño seguía dando batalla no pudo evitar no recordar las palabras de Patricia y que la abuela era gentil con ella nada más por los acuerdos y para su conveniencia, mientras que la actitud de su esposo no le sorprendía en lo absoluto, ella sabe perfectamente que Christopher está siendo torturado al pensar que tiene que cuidar de ella.Unos minutos después Margaret se despide dejando a Christopher a Eda a solas, el hombre se aparta de ella acercándose a la vent
— Definitivamente acepto que mi cabeza no tiene un cerebro al haber aceptado casarme contigo para solventar imperios que no tiene nada que ver conmigo — Christopher quizás no se habría Aquella respuesta razón por la cual sus ojos celestes Adquieren fuego fue allí que Eda, supo que estaba quizás ante la misma muerte.– ¿Te atreves a decir que los Imperios Empresariales de tus padres no tienen nada que ver contigo? — La muerte parece haberse enamorado de Eda en ese momento.— No es que me esté atreviendo, es lo que acabo de decirte esto es un matrimonio que solamente deja beneficios para ti teniendo en cuenta la presencia de la familia Calloway en...— Eda, Continuar escuchándote a ti es peor que escuchar los discursos de los políticos que año tras año van mintiendo — La pequeña mujer realiza un mohín ante las palabras Expresadas por su esposo.— Tampoco es de mi agrado mantener contigo una conversación.— ¿A quién se debe que ahora te estés convirtiendo a una leona, Eda Davenport? ¿ Ha