¿QUIEN ERES?

Sebastián observo a la chica en su cama completamente inconsciente, este solo esperaba impacientemente porque ella despertara, pues había pasado ya cinco días y ella no habría sus hermosos ojos, estaba tan increíblemente desesperado, no entendía por qué razón no despertaba, porque razón ella no reaccionaba, aquel médico de vampiros, que la había revisado había indicado que solo estaba agotada y necesitaba descanso y buena comida, pero ella no despertaba, algo que lo preocupaba porque si no despertaba

¿cómo se supone que iba a comer? el rey estaba al punto de entrar en pánico, si aquellos asquerosos nómadas le habían hecho algo, él se sentiría realmente mal por no haberse encargado de hacerles pagar de una manera más dolorosa a aquellos asquerosos vampiros que osaron en ponerle un dedo encima a su pareja.

—Majestad… el concejo pide que regrese de nuevo al castillo y arregle su matrimonio…—Derek entro a aquella habitación notando que este estaba allí como si fuese una estatua, una que era tremendamente terrorífica, pues en la oscuridad sus ojos se veían realmente aterradores con aquella fría aura que lo rodeaba

—No despierta…—Derek quedo sin poder entender de lo que hablaba, pero entonces noto a la chica de cabello rojo que se encontraba en la cama completamente adsorba del mundo que la rodeaba, el rubio no sabía que decir exactamente, por lo que aguanto su respiración por unos segundos y se preparó para ver aquellos ojos rojos que solían verlo a menudo

—El doctor indico que solo hay que dejarla dormir, pero me gustaría que usted pensara lo de su compromiso y con quien lo hará su majestad… por favor…—el azabache se giró y entorno sus ojos rojos hacia el rubio quien sabía que aquello pasaría, pero el al parecer no era tan listo como para poder reparar aquellas pregunta que al parecer no tendría una buena repuesta, todos iba muy mal.

—Ha venido en su ayuda un nuevo doctor, uno humano… todo a petición mía mi rey…—Dramux había llegado como de costumbre para salvar la vida de Derek, quien daba un gran suspiro lleno de mucha tranquilidad, al notar que los ojos del azabache habían cambiado de un rojo a un lila de nuevo.

Un hombre humano se adentró al lugar en el que se notaba de avanzada edad. el azabache no dijo absolutamente nada, pero cuando noto que este la tocaría, de manera inmediata apareció a su lado y sus ojos se tornaban amenazantes de nuevo, demostrando que no dejaría que la tocara sin su permiso, lo cual hizo que el anciano humano, se sintiera realmente asustado, pues él sabía muy quien era aquel vampiro que estaba frente a él, todos lo sabían, todos sabían que en el reino de ahnaria el rey de todos estaba en el lugar, y estaba merodeando las calles al parecer buscando a algo o a alguien, cual quiera que fuera la circunstancia sabía que nada bueno le atraería aquel que se travesara en su camino, aquel anciano solo temía por aquella jovencita que estaba en aquel momento completamente inconsciente en aquella enorme cama, pues no sabía cómo había llegado allí, pero algo le decía que él rey de todos tenía que ver en ello.

—Majestad… el doctor alaraic necesita tocar a la señorita valeriam para saber su estado, le suplico majestad que le permita al sir Alaric revisar a mi lady…—Dramux hablo intentando llamar a la civilización de aquel azabache lleno de muchos sentimientos los cuales eran nuevos para él en aquel momento.

—No despierta…—la voz del rey hizo que el humano se llenara aún más de miedo, por lo solo dio un leve asentamiento y al soltarlo, logro al fin de aire sus pulmones, pues no había notado en que momento su respiración se había ido de su cuerpo, de igual forma aun temblando tomo el pulso de la chica, el cual era extraño, lleno de miedo observo al rey quien lo observaba fijamente, pero el problema era que aquella chica no tenía el pulso de un humano normal, el humano no sabía cómo indicar que la chica tenía un extraño funcionamiento, no sabía siquiera que podía hablar al tener semejante mirada sobre él.

—Majestad… la señorita… la señorita no tiene un pulso normal…—Sebastián observo al doctor como si de un tonto se tratase, pues era más que obvio que ella no era normal, a simple vista se podía notar en la belleza que emanaba la chica, con solo verla a pesar de ser verse tan débil, podías notar que ella no era una simple humana.

—Doctor Alaric, mi lady luna es una mestiza, por lo que es normal que su pulso sea anormal, ya hemos llamado a un médico vampiro, pero han pasado cinco días y ella aun no despierta, por lo que decidimos pedirle ayuda a usted al ser un médico de humanos experimentado—el hombre se colocó pálido al escucharlo, pues no solo no sabía cómo podía ayudarla, también por el hecho de que él sabía perfectamente lo que hacía el rey a los mestizos, así que no entendía muy bien el por qué deseaba que la chica despertara, si era más que obvio que él la mataría, ¿acaso solo deseaba hacer que despertara para torturarla? Aquello era tan lamentable en su cabeza, tan cruel, que deseo decirle que no lo ayudaría, pero no era estúpido y sabía que nada bueno saldría de ello.

—Yo la noto bien señor, tal vez solo necesita descansar…— aquello lo había dicho temeroso, a ser el quien se encargara del enojo del rey y no había pensado mal, pues el rey demostraba su mal carácter de manera inmediata, sus ojos se tornaron rojos y observo al viejo medico como si fuese un insecto del cual debería encargarse

—Le agradezco doctor puede retirarse…—aquello lo había indicado Derek, quien temía por la vida del anciano, pero por favor, el pobre humano se veía cada vez más pálido y temeroso de su futuro al ver la ira que irradiaba su rey.

El hombre salió con la ayuda de Derek, pero en el momento en el que este cerró la puerta, fue incrustado contra la puerta, con unos ojos rojos notablemente enfurecidos, aquello eran los ojos del rey, quien estaba enojado por el hecho de no dejar reprender aquel humano que no había servido de nada para ayudar a su pareja despertara, estaba tan enojado que estaba dispuesto a sacarle el corazón a Derek. El rubio sabía que era su fin, no había quien lo ayudara, pues dramux se notaba que quería ayudarlo, pero era casi imposible, nadie calmaría el enojo del rey era su fin, posiblemente en el momento en el que le sacara el corazón al rubio, empezaría con el de dramux al no conseguir que la chica abriera sus ojos

Pero entonces un pequeño jadeo se escuchó, aquel era femenino, era suave y lleno de mucho dolor, Sebastián soltó de manera inmediata al rubio, quien respiraba con dificultad debido a que Sebastián lo tenía del cuello listo para asesinarlo, pero ahora el rubio o su muerte no era importante para él, ahora era importante aquella chica quien fruncía el ceño cada que intentaba abrir sus ojos. Sebastián dio un leve sonrisa y se acercó de manera inmediata  hacia ella, y espero paciente mente por ver su mirada, porque al fin conectaran como es indicado, al fin la tenía con el luego de tantos años y saber que los cielos y los dioses le habían dado aquella bendición se sentía como una fantasía que jamás llego a creer que se le fuese posible

Luna había despertado algo desorientada, observo a su alrededor y pudo notar a un hombre de traje elegante color azul y de cabello castaño, quien estaba la observaba completamente estoico, a su lado llego un chico rubio de ojos azules quien se veía bastante temeroso, y entonces noto que este observar hacia su lado izquierdo, lo cual ella imito y allí lo vio, este hombre que tenía unos ojos tan iguales a los suyos, poseía una piel blanca, labios delgados nariz definida y unos rasgos que parecieran hechos perfectamente por un artista, era hermoso, su porte era magnifico, pero su mirada, su mirada era fría y hasta podría decirse que llena de maldad, pero había algo más allí, algo que le impedía separar sus ojos de los de él, pues algo le decía que esa mirada era para ella, que aquello que ella no lograba descubrir era sobre ella, era un deseo o un sentimiento oculto.

—Despertaste…—aquella voz había surgido del hombre de manera profunda y varonil, era realmente fascinante. Aquella chica jamás había visto tanta perfección en un hombre, pero este parecía serlo así.

—Quien… ¿quién eres…?—Luna se quedó perpleja al escucharse, pues su voz había salido ronca y seca, una leve tos la invadió, haciendo que Sebastián se arrodillara de manera inmediata en la cama preocupado por ella, mientras dramux se dirigió de manera instantánea por un poco de agua para que ella lograra tomar y refrescara su seca garganta, a lo que al intentar darle de beber a la pelirroja, rey lo detuvo de inmediato demostrando que no dejaría que nadie osara en querer acercarse a ella, así que sin más ayudo personalmente a darle de tomar un poco de agua—¿Eres mi hermano…?—la chica había soltado aquello en cuanto el rey había acabado de ayudarle a calmar su sed, lo que dejo perplejo a todos, ¿cómo aquella chica se le ocurría semejante locura?, ¿acaso estaba loca? Esos eran los pensamientos de los sirvientes, pero entonces lo que dejo más perplejo a aquel par de ayudantes, fue el hecho de que Sebastián soltó una leve risita al escucharla, para el rey había sido realmente divertida su pregunta, mientras que para los sirvientes era un hecho imposible notar una expresión como aquella en su gran majestad, un hecho que seguramente según ellos jamás volvería suceder ante sus ojos.

—No…—Luna lo observo sin entender, pues si no era su hermano, ¿acaso era su padre? porque vamos, ella no había visto esa mirada jamás en ningún vampiro o humano, Luna estaba convencida que se debía a su especie, pero ahora había un vampiro pura sangre el cual se le veía por encima el poder y la energía de su linaje, ¿cómo era que no eran familia y no tenían ningún parentesco? ¿Cómo era que tenían los mismos ojos? ¿La misma mirada?

—¿No somos familia…?—el hombre se quedó un momento pensativo, pues no eran de la misma sangre, pero si se podría decir que serían familia, pero no como ella lo llegaba a pensar, así decidió que lo mejor que podía hacer, era negar a su pregunta, algo que causo en la chica un pequeño acongoja miento y diera un gran suspiro, cargado de una pequeña mirada de la un cachorro perdido, aquello había causado una gran revuelo en el corazón de rey, aquella pequeña niña era demasiado adorable ante sus ojos—¿Y si no somos familia, porque me ayudaste? ¿porque tenemos la misma mirada…?—el rey no sabía cómo contestar aquello, era cierto que no eran familia, y que el mismo se había encargado de asesinar a toda parte de su antiguo linaje al buscarla sin parar en cada reino que le pertenecía, incluso en los que no le partencia y que al llegar el hermano de la antigua reina humana había indicado que se había deshecho de destinada, para no tener que lidiar con su ira, lo cual no había funcionado, pues aun así tuvo que lidiar con el gran enojo del rey al ponerle un obstáculo más para llegar a ella.

—Somos pareja… destinados…—aquellas tres simples palabras habían logrado impresionar más de lo que imagino a la pelirroja, y es que ¿cómo que eran destinados? eso no podía ser verdad, no podía decir que era verdad, ella se negaba a creerlo

—Miente… ¿cómo es posible que tenga la mirada de mi pareja? además no sé quién es usted—los sirvientes que aún estaban en el lugar, se habían asustado en demasía, pues la chica era muy arriesgada en decir aquello, él la mataría de ello estaban seguros, pero entonces para darle broche de oro a la noche, el rey se sentó en el borde de la cama y la observo con paciencia. Aquello era my extraño, pues este en bien se sentía atacado solía ser bastante agresivo, pero no lo era con ella, aun mas fue su impresión al escucharlo tranquilo, aunque aún seguía aquel tono frio, se podía notar lo calmado que se encontraba el rey Sebastián

—No miento, tus ojos son iguales a los míos porque demuestra la fuerza que daremos al tener herederos, tú me darás hijos fuertes, con inteligencia y de sangre pura…—el rey se levantó de la cama y se giró sobre sus talones para dirigirse hacia la salida del lugar, seguido de los hombres que lo acompañaba, pero entonces se detuvo y hablo de nuevo—Soy el rey de todos, Sebastián Drogus y tú serás la futura reina en un par de días—sin más se fue dejando a la chica con miles preguntas en su cabeza y con una gran miedo invadiéndola, pues aquel era el rey demonio, ella estaba en aquel momento con el rey demonio y jamás había sentido tanto miedo como lo sentía en aquel momento.

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