Aquel lugar rebosaba de vampiros y humanos, todos extasiados, por la bebida, la comida o incluso la música, era un sinfín de sentimientos y sin sabores que luna podía percibir en cada uno de ello, demostrando asi que la fiesta estaba rebosando de dicha, pero había una persona además del rey en aquel lugar que desea como a nada ir en busca de su cama y olvidarse de todo a su alrededor, y aquella era la pelirroja, quien solo observaba a todos de manera casi cansina y aburrida, odiaba el sentimiento que la embargaba en esos momentos, ¿tal vez se debía al embarazo? No lo sabía muy bien, pero lo cierto era que no le agradaba estar allí simplemente observando, quería descansar, pero aquello en compañía de su esposo, y al parecer aquello no se daría, no hasta el final de la velada, por lo que debía solo ser paciente y tal vez de aquella manera lograr hacerse un poco al ambiente, observo como Sebastián se postraba frente a ella y le daba una tenue caricia en su mejilla—Amor mío te encuentras
Sebastián pudo sentir una fuerte pulsada en la cabeza, pero no había logrado entender el por qué, pero justo cuando estaba dispuesto a ir en busca de su esposa, la declaración de la llegada de los antiguos reyes fue escuchada, los cuales una centenar de invitados están entretenidos con la vista de los antiguos regentes, estos habían llegado mostrando su gran majestuosidad y elegancia, no había duda que los antiguos reyes solo desbordaban elegancia y autenticidad al igual que lo hacía el rey y su esposa, tenía maravillados a los invitados, quienes observan a una bella mujer de vestido azul cielo el cual combinaba perfectamente con sus bellos ojos entre lilas y azules, detonaba elegancia en la gran antigua reina Violet de drogus, esposa del gran antiguo rey Eliot drogus, quien mostraba una despampanante sonrisa al igual que su esposa hacia el gran rey de ojos lilas quien aunque no había mostrado gran expresión en su rostro, ellos sabían que este estaba completamente feliz de verles aunq
Sebastián se adentró en el lugar, y observo aquella blanca ave, quien parecía estar igual de inquieta a él, no había duda que esta le era leal a su reina y que mejor que algo o alguien que le ayudara a buscar a su amada desde los cielo, por lo que este libero su pata la cual estaba a amarrada en su lugar de reposo y dejo que esta se postrara en su brazo, en lo que el rey la llevo hacia la ventana de la habitación—¿Cariño? ¿Dime que harás...? ¿Qué hace esa ave de brujas en tu habitación? ¿Que no sabe solo traen un mal augurio...? —sebastián ignoró las palabras de la antigua reina y le dio una mirada a una Alice quien no se había despegado del rey en ningún momento, lo cual la chica había acatado de inmediato y asiento con la cabeza—Mis reyes... me temo que debo mostrarles algo que tal vez no les agrade demasiado...—los antiguos reyes la observaron sin lograr entender muy bien que era aquello que les mostraría, la que suponían era la nueva mano del rey, lo cual no comprendía como era
Luna había despertado con un punzante dolor de cabeza, mientras que parecía estar recostada en la cama de la habitación que compartía con su esposo, lo cual le causó una gran confusión, no sabía cómo era que ella se encontraba en aquel lugar, cuando ella solo recordaba que había sido secuestra por Zacaris y Elizabeth con la ayuda se Ximena, sin duda no lograba comprender nada, esta simplemente se levantó de espacio y allí vio unos hermosos ojos entre azules y lilas quienes la observaban con preocupación, mientras que un sebastián completamente dormido se encontraba al lado de la mujer, los recuerdos llegaron a ella de manera instantánea, recordó como Sebastián al parecer había acabado con su hermana adoptiva de manera bastante cruel, también recordó cómo está la había golpeado, no había duda que luna se sentía un poco mal por el destino que había tomado su familia adoptiva, pero tampoco culpaba a su esposo, estos le habían hecho tanto daño, incluso Elizabeth quiso atentar contra su vi
—Alejandro drogus... ven aquí en este inmediatamente...—una pelirroja muy enojada hablaba por todo el castillo, mientras un bello azabache de pequeña estatura se escondía de su madre, al saber que había sido descubierto, no había duda que el príncipe era un pequeño lleno de vitalidad, el cual hacía que su madre estuviera a punto de llegar a la locura—¿Ahora que hiciese pequeño tramposo...?—el pequeño azabache. Observo los ojos de su padre quien se veía bastante divertido con la situación, por lo que mordió su pequeño labio inferior al igual que lo hacía su madre cuando estaba un poco nerviosa, no había duda que su hijo aunque se pareciera tanto a él, tenía tantos gestos de su madre que lo hacían sentirse realmente fascinado con su bello hijo—Fue culpa de ella lo juro...— unos bellos ojos azules con tonos lilas se mostraban ante el rey, con el único fin que el fin de llegar al perdón de su padre, el cual había comprendido todo a la perfección. Sebastián no tenía que ser tonto para sa
Durante el esplendor de la luna roja, una mujer luchaba por intentar no pujar para que su pequeño hijo o hija no naciera en aquel momento, ella estaba desesperada, estaba tan asustada, estaba tan temerosa, pues aquello no podía ser cierto. Se suponía que su pequeño nacería en dos semanas más, pero su hijo o hija se había adelantado su nacimiento en aquel caótico momento.El reino de Murtis había sido atacado por el rey Sebastián, quien se había encargado de declarar guerra a aquel lugar al enterarse de que los integrantes de aquel majestuoso reino habían hecho algo ilegítimo, algo que no estaba concedido para los vampiros y aquello era desposar a los humanos. Los vampiros era la nobleza, los privilegiados, solo los vampiros se casaban con los vampiros y los humanos no eran más que comida, pero allí no acaba todo, el rey Sebastián se había enterado de que aque
—Debo ser una dama… no debo golpear a mi profesor... debo ser una dama y no correr por el castillo... debo ser una dama y no actuar tan imprudente... debo...ya me aburrí, por favor… lady Margaret prometo no escaparme más de la academia y ser una buena chica en las clases. es más, le prometo que no llegara ninguna otra queja de mi parte...— la mujer de cabello castaño y ropa refinada observo a la extraña pero bella chica, por lo que le dio una mirada al fino reloj de bolsillo que poseía en sus manos, para luego observar de nuevo a aquella chica ojos color lila tan claros que parecían ser completamente un farol que te llevaban a una fantasía irreal pero magnifica, la cual poseía un vestido rosa bastante sencillo pero hermoso y despampanante en ella, no había duda que aquella pequeña pelirroja desborda belleza, tal belleza que no necesitaba de ayuda de accesorios para demostrarla, era
Un hombre de ojos lila tan claros que parecían ser poco reales, los cuales proyectaban un color casi violeta, observa desde la ventana de la su oficina mientras se encontraba tan ensimismado en sus pensamientos, sin importarle nada más, este solo se preguntaba ¿qué haría él en aquellos momento? pues el concejo solicitaba su boda de manera inmediata, en que habían presentado un sin fin de candidatas, todas de sangre pura y de familias acaudalas, algunas princesas, otras condesas, pero ninguna era lo que él buscaba, ninguna era ella ¿dónde está? aquella era la pregunta que solía hacerse el azabache constantemente, pero de algo estaba más que seguro, y aquello era que en cuanto la percibiera, él la atraparía y no la dejaría escapara jamás.— Mi rey… por la sangre y la vida de nuestros antepasados me lleno de salud y sabiduria para inndicarle que sus