Durante el esplendor de la luna roja, una mujer luchaba por intentar no pujar para que su pequeño hijo o hija no naciera en aquel momento, ella estaba desesperada, estaba tan asustada, estaba tan temerosa, pues aquello no podía ser cierto. Se suponía que su pequeño nacería en dos semanas más, pero su hijo o hija se había adelantado su nacimiento en aquel caótico momento.
El reino de Murtis había sido atacado por el rey Sebastián, quien se había encargado de declarar guerra a aquel lugar al enterarse de que los integrantes de aquel majestuoso reino habían hecho algo ilegítimo, algo que no estaba concedido para los vampiros y aquello era desposar a los humanos. Los vampiros era la nobleza, los privilegiados, solo los vampiros se casaban con los vampiros y los humanos no eran más que comida, pero allí no acaba todo, el rey Sebastián se había enterado de que aquel príncipe había dejado en embarazo a una humana, aquello lo había hecho enojar de sobre manera, ¿cómo eran tan osados en hacer aquello? Era un sacrilegio, una abominación y él acabaría con ellos de manera inmediata.
—Mi reina debe pujar, por favor puja... —la matrona hablaba llena de preocupación a aquella mujer de cabello negro y bellos ojos azules la cual se negaba hacerlo, ella no deseaba que su hijo o hija naciera en aquel momento de desdicha, ella no deseaba nada de ello, por lo que lloraba suplicando que no lo permitieran—. Si sigue reteniendo el parto su hijo morirá ¿eso es lo que desea mi reina? Por favor se lo suplico —la mujer luego de sollozar sin fin asintió, dando por entendido que eso era lo que deseaba, deseaba que su criatura muriera, para que no fuese asesinado por el rey, deseaba acabar con todo antes de que empezara, deseaba que aquella muerte que les esperaba, no fuese tan horrible para su pequeño heredero, pues acabar en manos de aquel despiadado vampiro era llegar a un castigo peor del que era el mismísimo infierno
—No deseo que... ¡Ah...! —un fuerte dolor se instaló en la parte baja de su vientre y sin desearlo, la mujer había pujado logrando así que saliera de su interior una pequeña niña de cabello rojo y piel blanca. Estaba cubierta de sangre, lo que hizo llorar aún más a la reina, al ver reflejada en aquella imagen el futuro que le acompañaba a su hija y a ella, era su fin, el fin de su hija—. Por favor huye con ella, Delaila, entrégasela a mi hermano, encárgate de que ella jamás sea alcanzada por el rey demonio… por favor...
La anciana observó a la reina y llena de temor asintió, con su corazón a mil por horas y con el gran pensamiento que le debía mucho aquella mujer quien la había querido y respetado, era lo menos que podía hacer, ella debía ayudar a que sobreviviera por lo menos aquella pequeña, esta sin más, envolvió a la pequeña en una manta de la lana, para cubrirla del atroz frío del otoño que yacía en aquellas tierras, pero entonces con un dolor significativo en su corazón, le dio mirada llena de dolor a la reina antes de lograr irse por aquel pasillo, por el que se supone que la reina escaparía antes de que el parto se adelantara, mientras el rey hacía todo lo posible por retener el mayor tiempo al rey Sebastián, para que ella lograra escapara junto a su pequeño heredero.
Al parecer las cosas no se darían como lo habían planeado, al parecer ella moriría al igual que su esposo, pero antes de salir, la reina dijo aquello que aún faltaba—Delaila… se llama luna, ese es nombre luna... en honor a la gran diosa de la luna y en honor a esta horripilante noche, la cual dejara marcado su futuro, por favor dile que se llama de esa manera—Delaila asintió con la cabeza y de inmediato salió de lugar asegurándose en no ser vista por ningún soldado tanto del bando enemigo, como del mismo reino, dejando a la reina a su suerte y rogando porque esta tuviese una muerte inmediata y no sufriera bajo la mano del rey demonio
La reina lloró la pérdida de su hija y esposo, ella dejaría a su pequeña a su suerte, no sería la madre que alguna vez rogó, no la vería crecer como había soñado alguna vez con su esposo, su pequeña no sería la gran princesa que una vez espero que fuese, solo esperaba que aquella tuviera una vida hermosa, pues sabía perfectamente que por su parte no sobreviviría, ella lo supo en el momento en el que aquel hombre de cabello azabache y ojos rojos entraba por la puerta con la cabeza de su esposo en sus manos demostrando que era su fin, demostrando que aquel gran amor estuvo maldito desde el primer momento, torturándola por no haber sido lo suficientemente fuerte para aceptar ser un vampiro antes de casarse, ella era la culpable del fin del reino de Murtis, ella era la única culpable de que aquella guerra se diera al no permitir el lazo de sangre.
El gran rey Sebastián o como era llamado por sus súbditos, el rey demonio. La escucho desde la entrada del castillo, logro escuchar su llanto, su llamado, ahora se encontraba en la habitación de aquella humana, la cual había cometido aquel injurio, que había maldito las tierras de Murtis, pero aquello no era lo que le molestaba, lo que le molestaba era que ella no estaba, ¿dónde se encontraba su pareja? En ese momento lo supo, supo que la humana había dado a luz en la luna roja a su amada, la humana que él había jurado asesinar y ser olvidada por sobre todo su mundo, la humana que había hecho el sacrilegio de quedar en embarazo de un vampiro, aquella que había tenido la osadía de dar a luz la mancha en su estirpe, ahora era la culpable de que su futura esposa hubiese nacido de ella y lo peor había tenido la osadía de esconderla.
—¿Dónde está...?—la reina sabía a lo que se refería, ella sabía que hablaba de su hija, era bien sabido que el rey había llegado a eliminar a su pequeña y aquello no lo permitiría
—Ya has acabado con todo lo que amo, no permitiré que acabes con lo único que queda del gran amor que le brinde a mi rey, aquel del cual te vanaglorias con su cabeza... así que mátame de una vez, pues jamás te lo diré...— aquello lo había hecho enojar aún más, por lo que acerco de manera furiosa a la mujer y saco su corazón con frialdad sin ningún tipo de compasión
El rey al ver el corazón de la reina en una mano, y la cabeza del antiguo rey en la otra, se maldijo por su enojo y mal carácter, había aniquilado a los padres de su amada, por todos los cielos y los dioses, ¿Por qué no podía controlar un poco aquel temperamento? Pero algo muy dentro de él, sabía muy bien que no se arrepentía de haberlos asesinado, se arrepentía que todos lo sabrían, sabrían que él se encargó de exterminar aquel lugar y a sus reyes, su amada lo sabría tarde o temprano ella lo odiaría y lo rechazaría, no, eso no lo permitiría, él la buscaría y se encargaría de que ella jamás supiese aquella acción
Derek y Dramus se adentraron en los aposentos y lograron notar los destellantes ojos rojos del rey, lo cual indicaba que estaba muy enojado, estaba tan enojado que no deseaba ser molestado, no era una novedad, pero como se observaba este, se podía notar que estaba perdido en sus más profundos pensamientos, por lo que quedaron en silencio, esperando que este se tranquilizara un poco y dijese aquello que lo tenía tan pensativo.
—Búsquenla, no sé cómo es, pero búsquela, ella debe estar por aquí, que esperan búsquenla...—los hombres se miraron entre sí, ¿a quién se referían? ¿A quién debían buscar? ¿Cómo era aquella persona que estaban buscando? Pero antes de que estos llegasen a preguntar el rey hablo de nuevo—Ella es recién nacida, tal vez este con alguna mujer, posiblemente una mujer mayor de edad, la matrona, encárguense de encontrar a mi reina, háganlo antes de que les arranque el corazón a cada uno –los hombres asintieron ante las órdenes del rey, por lo que buscaron por todo el lugar, pero no hubo rastro de la pequeña que buscaba el rey, en lo que toda mujer con un pequeño recién nacido, fue entregada al rey demonio, quien negaba de manera inmediata demostrando su renuencia y enojo al no encontrarla y así pasaron los años, años en los que no pudo ser encontrada, años en lo que no logro encontrar a su pequeña, deseando que ella donde quiera que estuviera la trataran como la reina que en verdad era, rogando que su amada no se enterara de quien había sido el causante de que ella creciera sin sus Padres, años en el que su añoranza se volvió más que una necesidad, para el gran rey Sebastián, el gran rey demonio, el gran rey de todos, la buscaba y esperaba días tras día
—Debo ser una dama… no debo golpear a mi profesor... debo ser una dama y no correr por el castillo... debo ser una dama y no actuar tan imprudente... debo...ya me aburrí, por favor… lady Margaret prometo no escaparme más de la academia y ser una buena chica en las clases. es más, le prometo que no llegara ninguna otra queja de mi parte...— la mujer de cabello castaño y ropa refinada observo a la extraña pero bella chica, por lo que le dio una mirada al fino reloj de bolsillo que poseía en sus manos, para luego observar de nuevo a aquella chica ojos color lila tan claros que parecían ser completamente un farol que te llevaban a una fantasía irreal pero magnifica, la cual poseía un vestido rosa bastante sencillo pero hermoso y despampanante en ella, no había duda que aquella pequeña pelirroja desborda belleza, tal belleza que no necesitaba de ayuda de accesorios para demostrarla, era
Un hombre de ojos lila tan claros que parecían ser poco reales, los cuales proyectaban un color casi violeta, observa desde la ventana de la su oficina mientras se encontraba tan ensimismado en sus pensamientos, sin importarle nada más, este solo se preguntaba ¿qué haría él en aquellos momento? pues el concejo solicitaba su boda de manera inmediata, en que habían presentado un sin fin de candidatas, todas de sangre pura y de familias acaudalas, algunas princesas, otras condesas, pero ninguna era lo que él buscaba, ninguna era ella ¿dónde está? aquella era la pregunta que solía hacerse el azabache constantemente, pero de algo estaba más que seguro, y aquello era que en cuanto la percibiera, él la atraparía y no la dejaría escapara jamás.— Mi rey… por la sangre y la vida de nuestros antepasados me lleno de salud y sabiduria para inndicarle que sus
Las calle estaban cubiertas de una fina nieve, lo cual solo demostraba que el invierno había avanzado y que sería un invierno difícil, no solo para los humanos que se resguardaban bajo un techo, también lo seria para todos aquello chicos que vivían en la calle, entre ellos para luna, quien tenía un leve saco de lana, el cual habían robado de aquellos tendederos que solían ser descuidados por aquellas amas de casa, pero entonces la pelirroja noto como uno de aquello pequeños no tenía nada que lograra cubrirlo de aquella horripilante ventisca de invierno, no pudo evitar notar que este era el más pequeño y delgado del grupo, asi que sin más se retiró aquel pequeño abrigo y se lo ofreció al pequeño, quien lo acepto de manera inmediata, mostrando una brillante mirada de agradecimientos, bajo aquellos nostálgicos ojos oscurosLos huérfanos del lugar e
Sebastián observo a la chica en su cama completamente inconsciente, este solo esperaba impacientemente porque ella despertara, pues había pasado ya cinco días y ella no habría sus hermosos ojos, estaba tan increíblemente desesperado, no entendía por qué razón no despertaba, porque razón ella no reaccionaba, aquel médico de vampiros, que la había revisado había indicado que solo estaba agotada y necesitaba descanso y buena comida, pero ella no despertaba, algo que lo preocupaba porque si no despertaba¿cómo se supone que iba a comer? el rey estaba al punto de entrar en pánico, si aquellos asquerosos nómadas le habían hecho algo, él se sentiría realmente mal por no haberse encargado de hacerles pagar de una manera más dolorosa a aquellos asquerosos vampiros que osaron en ponerle un dedo encima a su pareja.—Majestad… el
—No… no… no puede ser verdad, no…—Luna negaba una y otra vez a todo lo que acaba de escuchar y al notar quien era aquel hombre había abandonado su habitación, se había llenado aún más de miedo, seguramente era una estrategia para torturarla, posiblemente era una manera de burlarse de ella.Luna tenía que escapar, tenía que alejarse de aquel vampiro lo más pronto posible, pues fuese o no fuese la pareja de aquel, ella debía huir, ella debía escapar de él, pues la única opción que tenía era lograr que no la encontrara que no lograra hacerle daño, además de que si era verdad ¿qué pasa si él llegaba a abusar de ella con la excusa de que ella le diera un heredero? ¿Y si solo la buscaba para ello y si al lograr su cometido, él la asesinaría de manera cruel? había tantas cosas en su cabeza qu
Luna observaba como todos los sirvientes preparaban aquella fiesta que habían llamado como la boda, mientras ella luchaba por escaparse, pero nada le había salido muy bien que digamos, pues sus salidas estaban cubiertas por todos los lugares era imposible que ella siquiera pudiera escapar, estaba perdida, pero de algo estaba más que segura, no la obligarían a casarse, ella se casaría con el humano o el vampiro que amara, se uniría aquel hombre sea humano o vampiro que no sintiera odio hacia ella, pues luna sabía muy bien quiera aquel, sus hazañas y de aquello de lo que se vanagloriaban los vampiros al tener un rey quien no permitía en lo más mínimo que seres como ella viviríanTodo era tan confuso y hasta irónico, pues este había dicho que odiaba a los mestizos, que no había elección para ello más que la muerte, había escuchado un sinfín de hist
Aquel bello jardín estaba repleto de bellos adornos entre blancos y azules, era completamente hermosos, el rey se había esforzado en que toda la nobleza tanto de aquel reino como algunos otros se enteraran de que él se casaría aquel día, no solo para dar por terminado con la presión del concejo por buscar una reina, pues ya la tenía y al fin daría inicio a esa nueva etapa de su vida, además de que también era una manera de enviar un mensaje a todos, el mensaje en el cual solo indicaba que se encargaría de que nadie intentara hacerle daño, pues sufriría su ira sin dudar, por lo menos era lo que deseaba y pensaba, pero con cada minuto que pasaba se sentía ansioso lleno de temor ¿y si la chica no le importaba nada y se iba? Él solo quería una oportunidad, y aunque fuese algo cruel que él la manipulase para que ella aceptara el compromiso, el rey no veía o
El camino se había hecho largo y tedioso, decir que su boda fue memorable, o que la fiesta fue única, era tan falso como que ella indicara que amaba a su esposo, pues lo cierto era que ella solo estaba allí para proteger a su amiga, la pelirroja estaba tan entristecida, que solo esperaba ver a Alice en cuanto termino la boda, quería saber si ella estaba bien, si se encontraba con vida, pero el rey había indicado en bien acabo la ceremonia que era hora de partir, ya que según él, el viaje hasta el castillo se daría en un día, debido a que no habría descanso ni nada por el estilo, porque tendría que viajar a la guerra en cuanto estuviese allí, por lo que no sabía por cuánto tiempo se iría de viaje, algo que agradecía la chica, pues al parecer ella no se vería mucho con este—Su majestades ya está todo arreglado en el castillo...—se habí