Stefano agarró los rizos por detrás de su cabeza y comenzó a menearse hacia arriba, mientras empujaba a Carlotta hacia abajo, para que lo tomara profundo en su garganta.Acelerado, respirando agitado, marcando su propio ritmo más rápido, penetrando excitado en la ardiente boca devoradora.Carlotta bajó su mano y la coló por dentro de su braga.Estaba derritiéndose, su clítoris palpitaba doloroso y su coño se contraía pidiendo atención.Sus cuerdas vocales vibraron en un gemido ahogado cuando dos de sus dedos penetraron su interior, masturbándose de rodillas, más caliente que un horno, buscando su propio placer.— Aahh Lotta joder qué rico… Mmmmm… Sshhh me vengo amor… Aah…Todo su cuerpo vibró de placer cuando sus testículos se descargaron profundo en la apretada garganta y la Duquesa tragó y tragó en su estómago.Por su comisura, rodaba un hilo blanco que se escurría de entre sus regordetes labios.Stefano cerró los ojos y gimió ronco, arqueando su espalda, casi despegado del asiento
Al otro día del cumpleaños amanecieron los tres amontonados en la diminuta cama del cuarto estudiantil de Carlotta.Era fin de semana y su compañera se había ido a la casa de sus padres fuera de la ciudad.El edificio de alojamiento estaba casi vacío.Carlotta abrió los ojos medio confundida, se sentía presionada por todos lados y su cuerpo agotado y adolorido.Obvio que continuaron con los regalos después de la feria y de algún lado salió la loca idea de colarse en su dormitorio.Estos hombres imposibles sobornaron al vigilante de la noche para meterse a hurtadillas en la universidad.— Ouch... Carlotta gimió con molestias cuando Fabio prácticamente se acostó encima de ella y se apoyó sobre su trasero.Ese sitio innombrable en particular, le dolía bastante y no sabía todavía cómo cedió a las peticiones de estos dos locos.Todo empezó cuando encontraron algunas cosas ocultas que compró en una sexsh0p por curiosidad, como lubricante y dilatadores.— Fabio, levántate – le gruñó.Él en
Stefano se quitó los lentes oscuros y miró intimidante al guardia de seguridad, el mismo que casi los pilla en calzones. — Creo que debe hacer mejor su trabajo y conocer a sus jefes.El celador los miró mejor de arriba abajo y al otro hombre enorme de guardaespaldas detrás de él.Parecían personas importantes, pero igual, ¿en qué momento entraron, que no los vio?— Pero ustedes, no están en el libro de visitas y es fin de semana…— Soy el Duque de Vallucci, no soy una visita en mi propia Universidad, lo dejaré pasar hoy, sin embargo, la próxima vez no perdonaré su descuido – Stefano respondió y siguió su camino.Al final el pobre hombre solo estaba haciendo su trabajo.El sobretodo negro puesto sobre sus hombros ondeaba con su paso impetuoso.De repente se detuvo, haciendo que el guardia se pusiera más rígido.— La estudiante Carlotta Rinaldi, en realidad se llama Carlotta Vallucci, es mi esposa y solo está aquí tomando experiencia, evaluando al personal, espero que la trate como se
— Ste…Stefano, no tienes que ser tan hostil, yo acabo de llegar…— ¡Dime qué escuchaste! ¡¿Quién te dio permiso para entrar a mi oficina?! – caminó como un león hacia ella y la tomó del brazo mirando a su rostro — ¡Escuchaste mi conversación! ¡¡Habla de una vez Valentina!!La zarandeó, pero la mujer solo comenzó a llorar, jurando y perjurando que no había escuchado nada, que acababa de llegar.Stefano se quedó por unos segundos mirando a sus ojos, buscando las mentiras en ellos.— ¿A qué has venido sin anunciarte? La soltó al fin arrojándola al sofá como quien suelta a una alimaña y pellizcándose el puente de la nariz.— Yo, cuando llegué no había nadie afuera, la puerta estaba medio abierta…— ¡La puerta no podía estar abierta porque la cerré personalmente, si viniste a hablar de lo mismo, con tus mentiras e intrigas, márchate de una maldit4 vez de mi oficina y de mi vida!— No, ¡espera Stefano!, te venía a decir que mamá está mal en estos días, vine… solo por ella, porque desea ve
Llamó y las credenciales del hombre no eran falsas para nada.— Bien, aquí me tiene, ahora dígame ¿qué desea de mí? – le preguntó, sentados en una mesa discreta de la cafetería frente a la universidad.A esta hora no había casi nadie.— Sra. Carlotta, mire esta evidencia que encontré hace poco – le dijo pasándole una carpeta.A esta información, se le sumó también el descubrimiento que había hecho Beatrice de Fabio.— Este niño, se me hace conocido – tomó una fotografía de Fabio de pequeño.— Claro, porque ese niño se quedó viviendo en su casa unos días y fue la causa principal de la muerte de su madre— el hombre canoso, con todo el aspecto de ser un policía respetable, le explicó.— ¿Cómo puede ser eso posible? – Carlotta no lo creía.— Usted no recuerda bien, era muy pequeña. Su madre se había divorciado y vivían en los suburbios. Un día apareció con este niño misterioso que se encontró vagando por las calles y a la semana, encontraron a su madre muerta en un callejón y el niño desa
— Carlotta, amor, no estoy ahora mismo en la casa… sí, ya sé que fui quien te llamó, pero me surgió una emergencia – Fabio le hablaba por el móvil y Carlotta se detuvo.Ya iba a abrir la puerta de cristal del lujoso condominio de departamentos.— Entonces, ¿me marcho? Otro día…— No, no, regreso rápido pequeña, te sabes la contraseña, sube y ponte cómoda, pide comida para llevar, lo que desees, es tu casa, estoy de vuelta en 15 minutos, lo prometo.Carlotta colgó suspirando y decidió subir. De hecho, esto le convenía para los planes que tenía en mente.Estaba indecisa y llena de dudas, quería buscar alguna pista de los asuntos del ducado, ¿de verdad traficaban con drogas y armas?, ¿quizás con mujeres para la prostitución?No quería ni imaginar esa posibilidad, porque si drogas y armas ya era muy malo, lo último sí que era imperdonable para ella.Dejó su bolso sobre el sofá y con disimulo fue a la cocina, sus ojos escaneaban sutilmente la presencia de cámaras.Si de verdad era un mafi
Miró a lo lejos unas viejas rejas que daban acceso a los almacenes del puerto abandonado. Pero como chica inteligente, se internó en el bosque circundante, porque se temía que la entrada estaría vigilada.— Vamos, debe de haber una manera.Caminaba a lo largo de la cerca perimetral, oxidada y vieja, algún agujero debería haber para ella colarse y si no, tendría que trepar. — ¡Bingo!Exclamó bajo cuando encontró que se levantaba de la tierra por un lado, y llenándose la mano de óxido, la subió para colarse en cuclillas e internarse luego dentro del laberinto de contenedores abandonados del sitio.El olor a viejo, a salitre y a rancio reinaban por doquier, la tarde avanzaba y la noche casi estaba sobre ella.De repente, escuchó unas voces más adelante.Dando pasos suaves, callada para no ser descubierta, se agachó en la esquina de un enorme contenedor para mirar a varios hombres lejos, descargando unas pesadas cajas.No había que ser muy inteligente para saber por sus pintas, que nada
— No, no, bueno sí, pero escúchame Fabio, no hay tiempo, hay que irse, hay que marcharse de aquí. Después te expli…Pero las sirenas de patrullas comenzaron a sonar muy cerca y luces se veían en la entrada del puerto.— ¡Maldici0n la poli! ¡Ella los trajo hasta aquí!En un segundo se armó el pandemónium y a Carlotta, por lo único que le dio fue por correr y agarrar fuerte de la mano a Fabio.Su idea era meterse por el mismo agujero que se coló y perderse en la oscuridad del bosque, no importa qué, forzó sus pulmones y sus piernas a correr, pero siempre agarrada de su mafioso guardaespaldas.— ¡Rápido Fabio, agáchate, levantaré la cerca, vamos!— le ordenó, respirando agitada, mientras sus manos temblorosas iban a agarrar la cerca oxidada.— Espera Lotta, espera— Fabio la detuvo antes de que se hiriera. — Me viste lo que hacía, es obvio que contrabandeaba drogas, aun así, ¿me estás ayudando?, ¿sabes que si te atrapan serás mi cómplice, cierto? Irás igual a prisión – Fabio la miró y mil