Stefano nunca había estado tan nervioso en su vida, ni siquiera cuando supo que el chico que siempre había estado a su lado, como su seguridad, era su propio hermano gemelo, en vez de su amigo.Entró en la habitación y la vio sentada en la cama y mirando hacia la ventana con las cortinas entreabiertas.Ella ni siquiera lo miró. Solo se quedó así, observando a la nada, metida en sus pensamientos.— Pequeña, ¿cómo te sientes? Stefano se armó de valor y pensó en que tendría que ganar la más difícil negociación de su vida.Caminó hacia el borde de la cama, sin embargo, la peli castaña no le respondía.Estaba preparado para sus gritos, sus insultos, hasta su escupida, pero no para esta frialdad e indiferencia que lo estaba llenando de pánico.— Carlotta, tenemos que hablar… Hizo por tomarle la mano sobre la sábana blanca, pero ella la retiró y lo miró al fin.Esta demacrada, con círculos oscuros debajo de sus ojos rojos.Se veía exhausta y triste. Eso era lo peor, la mirada de desilusi
Descubrió que lo que sentía por Valentina no era genuino, no se parecía en nada a esto, solo era una enfermiza obsesión, el capricho de un niño mimado.Carlotta solo observaba la invitación.Stefano levantó su mano poco a poco, para acariciar su pálida mejilla, pero de un momento a otro…Ras, ras, rasCarlotta rasgó la invitación justo en su cara.— Creo que te equivocaste de nombre, hubieses puesto Valentina o quien te diera la gana. Una cualquiera como yo no tiene derecho a llevar tu preciado título.A pesar de estar muriendo por dentro, quebrada, se mantuvo firme, y le tiró los pedazos de la invitación en la cara.— Lo único que quiero de ti Duque de Vallucci es la sentencia de divorcio y te dejo libre para que te cases con quien desees.— No te lo daré.Stefano se levantó de la cama, con la mirada seria, sabía muy bien que hoy no llegarían a nada.Ella estaba demasiado herida, ofuscada. Una disculpa no sería suficiente para lo que le hicieron.— Nunca te lo daré. Hablemos cuando t
El puño venía directo a su cara y quería evitarlo, sin embargo, su cuerpo ya no respondía tan deprisa como al inicio.En el último segundo, antes de que siguieran deformando su rostro, bloqueó con sus codos, se inclinó hacia la derecha y subió con fuerza su rodilla para impactar contra el estómago del adversario.— Mmm— el hombre gimió con dolor, entonces Fabio no perdió el tiempo.Se abalanzó como un tigre rabioso sobre él, lo arrojó al suelo donde comenzaron a forcejear, pero Fabio se subió a horcajadas y comenzó a golpearlo con los puños en la cara, aguantando los puños del enorme hombre, estrellándose sobre sus costillas y flancos.Intercambiaron puñetazos como dos luchadores que combatían a muerte. La sangre y el sudor se esparcían por el aire entre ambos, respiraciones agitadas, dolor y un vencedor al final.Tuvieron que agarrarlo entre los dos árbitros para quitárselo de encima al enorme hombre, casi desmayado en el suelo.— ¡Suéltame, trae al próximo! – los gritos y la algara
— Si te vas por mi causa, yo… no te quiero molestar… solo…— No te creas tan importante, si me voy, es porque me da la gana, este sitio nunca fue mi casa realmente, quítate del camino.Carlotta intentaba hablar duro a pesar del temblor en todo su cuerpo.Las palabras de Fabio, repitiéndose en su mente. La había herido y mucho. Hizo por avanzar, pasarle por al lado, pero Fabio se impuso, como una enorme presencia, que bloqueaba la puerta, acercándose más a ella cuando intentaba escabullirse.— Lotta fue mi culpa, todo fue mi culpa, no sé cómo pedirte perdón por todo lo que hice y más, por lo que te dije. No merezco tu perdón, pero por favor no te marches… si no quieres verme… me iré, pero… al menos a Stefano, dale una oportunidad…Fabio le habló en un susurro por encima de su cabeza, pocas veces había estado tan desesperado en su vida.Lo que deseaba era retenerla, obligarla a quedarse, ser de nuevo un animal dominante y esa no era la manera de hacer las cosas, no con la mujer que de
— Así que esta fue la razón por la que el Duque aceptó a esa chica de esposa – Beatrice leía la información del documento en su mano.— Ya sabía que ese hombre me resultaba conocido. En aquel momento fue a la mansión a ver al viejo Duque y ahora, cuando lo vi de nuevo, me preguntaba ¿qué andaba buscando? — Era esto, chantajeó a Stefano con la muerte de su esposa. Esa fue la santa mujer que murió durante el secuestro y casi me impide acabar con el otro hijo de esa golfa.Beatrice daba golpecitos en la mesa, delante de ella un intimidante hombre de traje, cabello rubio, canoso y actitud misteriosa.— Las cosas se están complicando Gerald, hay que tomar medidas drásticas, porque tan lejos de la mansión, me es imposible enterarme de nada y con la estúpida de tu hija no puedo contar – le dijo con molestia.— Contacta con el hombre ese corrupto, el detective que nos ha hecho otros encargos, dile que le pagaré bien por un asunto.El hombre asintió, no era de muchas palabras.— Esa vieja est
Llegó en un taxi, luego de media hora, al lujoso hotel. Entró al enorme hall en tonos plateados y caminó con sus tacones negros, por el piso de mármol, hasta la recepción.— Vengo a una fiesta de cumpleaños – le dijo a la recepcionista sacando la invitación del pequeño clutch.— Se celebra en el salón 3, por este pasillo a la derecha – le indicaron y Carlotta siguió la ruta hasta llegar a dicho salón.Estaba alerta, en todo momento, sabía muy bien que no la habían invitado para nada bueno.— Hola, pensé que no vendrías, como ya no vives en la mansión. Me alegra que no se haya perdido la invitación.Por supuesto, una glamurosa Valentina le dio la bienvenida al atravesar la puerta cromada del salón de fiestas.— Claro, ¿cómo arruinarte la diversión? – le dijo Carlotta con ironía, sin embargo, sus ojos no pudieron evitar fijarse en la gargantilla de Valentina.— Oh, ¿te gusta? Seguro que sí, ¿a qué mujer no le gustan los diamantes? Stefano me la regaló, ¿recuerdas? Es la misma de la suba
— Oye, ¿qué cree que hace? ¡Esas son mis cosas personales! ¡Devuélveme mi bolso! Carlotta ahora sí que estaba enojada.Solo había ido al baño y se veía enredada en este asunto.— ¿Personales? No sé cómo alguien como tú se pudo colar en este hotel, pero si es lo creo, ¡hasta aquí llegó el estar tentando a buenas jóvenes con tu mierd4!Elena le dijo con ira, amenazante.Carlotta no entendía nada, pero cuando vio lo que los guardaespaldas de la mujer sacaron de su bolso, no se lo podía creer.— Eso no es mío – dijo sin dudarlo y miró a las chicas nerviosas, que se hacían las inocentes a un lado. — ¡Digan la verdad!, ¿quién metió eso en mi bolsa?Nadie habló.— ¡Ustedes estaban fumando solas, ni siquiera las conozco, cómo pueden mentir de esta manera e involucrar a una inocente! Caminó hacia ellas exclamando con rabia.— ¡A ellas no les estés gritando! - la mujer se puso de frente a las jóvenes, enfrentando a Carlotta.— ¿Persona inocente? Eres una traficante que te cuelas aquí para ve
— Pronto se hará una fiesta oficial para el nombramiento, pero ya que están muchos aquí, haré un anuncio muy importante para mí.Stefano se paró delante de todos los invitados que no entendían nada, pero estaban bien inquietos— La mujer a mi lado, las que les causa tanta curiosidad, se llama Carlotta, Carlotta Vallucci, la actual Duquesa de mi mansión, mi esposa y dama del Grupo Vallucci.Dijo con voz firme, fría y poderosa, apretando la cintura de Carlotta que se había recompuesto y aunque con los ojos enrojecidos y echa un desastre, levantaba la cabeza con orgullo.— Averiguaré muy bien las confusiones que ha habido aquí, pero que sepan desde ahora, que todo aquel que la ofendió de cualquier manera, se las verá con el poder de la casa Vallucci ¡sin excepciones!Nadie dijo ni pío, pero todos se miraban sutilmente alegrándose de no haberse metido en este escándalo y otros, movían a todos lados los ojos en pánico.Sobre todo la Sra. Elena, que lo había seguido dejando de lado incluso