— Guarda… digo … Fabio… ¿En qué momento se había acercado tanto?— Feliz cumpleaños Duquesita hermosa – le dijo – este es uno de mis regalos.Extendió también una cajita, pero en terciopelo negro.Carlotta extendió la mano medio temblorosa, a la vez que sentía el aliento caliente de Stefano en su nuca y la frialdad de los diamantes, acariciando su cuello y pecho.Abrió la cajita de Fabio y sacó una corbata de seda en negro.Carlotta entendió muy bien su significado, al igual que estar ahora mismo casi en penumbras, entre estos dos enormes y sexys hombres.Todas sus suposiciones eran correctas.— ¿Me dejas ponértela? Fabio le preguntó, mirándola abrazador, queriéndole transmitir todos sus sentimientos sin palabras.«Di que sí, Carlotta, atrévete a nosotros»Stefano le dio un beso en el cuello y aspiró el delicioso aroma del perfume que tanto le gustaba e insistió en que usara.Era ahora o nunca, la decisión estaba en sus manos y ambos esperaban por ella.Solo dependían de una palabra
— Ven, quiero ver si esa boca tuya solo sirve para protestar. Como me llamaste lamebotas, creo que es justo que me pidas perdón de rodillas. Fabio, en el sillón frente a ella, puso su copa en la mesita de al lado y le ordenó dominante. Carlotta se quedó mirándolo lascivamente, con la camisa blanca abierta, mostrándole su trabajado cuerpo, lleno de duros y sexys músculos. Los tatuajes de letras, adornaban sus costillas y bajaban por el caminito del vientre hasta perderse en la ingle. La Duquesa se estremeció cuando lo vio abrirse los botones del abultado pantalón negro y sacar la enorme polla en firme, escurriendo jugos de la punta. — De rodillas delante de mí, Duquesa y la boca bien abierta. Chúpamela hasta saciarme y quizás te perdone tus insolencias. Le habló sucio, sobándose el miembro arriba y abajo, parándolo en toda su gloria. Aquí todos eran adultos y nadie se contendría. Le mostrarían al crudo y sin filtros todo lo que deseaban de ella. Carlotta comenzó a caminar por
Unos dedos fuertes separaron sus labios, acariciando la resbalosa y diminuta entrada.— Nmm— Carlotta gimió amortiguado, con los ojos cerrados, cuando dos dedos comenzaron a penetrarla, a abrir los suaves pliegues y provocarla.Fabio no detenía su empuje y detrás era preparada para la placentera invasión de Stefano.El líquido con olor a fresas se esparcía, dilatándola con ayuda del lubricante.La verdad no lo necesitaba, si estaba a punto del orgasmo.En menos de un minuto los dedos se retiraron y una suave punta comenzó a acariciar entre sus pétalos de arriba abajo.Fabio la haló por el cabello y salió de su boca, solo para observarla en el momento de la penetración.— ¡Aahhaahhh!Carlotta gimió alto, arqueando la espalda y empinando las nalgas, abriéndose más para recibir el asalto de la polla de Stefano.— Simplemente, deberías estar prohibida, eres un excitante peligroFabio le susurró sexy y ronco, viendo el movimiento de su cuerpo adelante y atrás, meneándose sobre la polla de
— Tengo que admitir, que esto resultó mucho mejor que la locura que hicimos con esa stripper a los 18 años.Fabio le dijo a Stefano fumando su cigarrillo en la terraza del Penthouse.Disfrutaban relajados, después de saciarse, en una buena noche de sexo, con una increíble mujer que los puso a sudar a los dos.— Ni siquiera compares ese desastre, con esto – Stefano bufó dando una calada a su puro.— Vaya, vaya, para ser el que no sería arañado por la tigresa, el hombre fiel a la tusa de Valentina, te vi metiéndola hoy con todo hermanito y tu espalda es una obra de arte llena de arañazos, ¿quién lo diría?— Fabio vete al carajo, qué quieres que te diga, que tenías la razón, pues te jodes.Le respondió resoplando y mirando la voluta de humo que se elevaba en el cielo nocturno.Este hotel, que era de ellos, sobresalía en altura a los demás edificios cercanos, de la bulliciosa ciudad cosmopolita.Hoy, habían perdido miles, solo por tenerlo sin un cliente para la privacidad, pero había vali
— ¿Por qué?… ¿por qué señor si sé que usted le da chance a las empresas? ¡Le estoy mostrando un buen plan, solo necesito algo de tiempo! ¡¡Se lo estoy rogando!!Tiró su orgullo por el suelo e incluso se arrodilló delante de Stefano que ni se inmutó.— Simplemente, porque te metiste con la mujer equivocada, ¡salgan! Ordenó a los empleados y solo se quedó el secretario de su confianza.— ¿La mujer equivocada?— Carlotta Rinaldi, esa mujer que mandaste a asesinar por unos sicarios – le dijo con rabia y el Sr. Conti palideció.¿Cómo sabía eso?— ¡Ella… esa mujer asesinó a mi hijo junto con su amante!, ¿por qué la defiende? – se alteró de repente levantándose.¡BAM!Stefano golpeó la mesa con ira. La palabra “amante” en particular, lo irritaba demasiado.— ¡¡Esa mujer es intocable!!, ¿entiendes? ¡Tu compañía no es nada comparado con lo que perderás si vuelves a amenazarla y ahora mismo retiras los cargos contra Luca Fabbri!— ¡¿Qué?! ¡Jamás, no lo haré, aunque se quede con mi compañía!—
Carlotta se estiró perezosa en la lujosa cama del hotel Emperor. Sábanas de seda se resbalaban por su sensible piel, lujo y sofisticación dondequiera que posara sus somnolientos ojos. ¿Había muerto y estaba en el paraíso? Su tonta mente sacó esa conclusión, pero luego recordó todos los acontecimientos de anoche de golpe. “¡Maldición!, ayer fui la lechuga en el medio de dos t***s de pan, el chorizo entre los huevos, ayer, ¡me acosté con dos sexis hombres! ¡Wiiii!” Se incorporó con algo de molestias en sus músculos y se recostó a las grandes almohadas blancas. Los ojos bien abiertos con emoción y sus manos sujetaban la sábana blanca de seda sobre sus senos. La apartó por un segundo para contemplar las marcas apasionadas en su cuerpo. — Dormí con dos hombres, Carlotta domaste a dos sementales y saliste victoriosa – la sonrisa orgullosa en sus labios era difícil de esconder. Así la encontró Fabio, cuando entró en la habitación, con la cajetilla de dientes afuera, como una pilla qu
— Mmm… tócame más, no me digas que ahora te volviste tímidaStefano tomó las manos femeninas que acariciaban su pecho, pero él las necesitaba acariciando otra cosa.La llevó hacia abajo y la hizo agarrarle el miembro que ya estaba semi erecto.Valentina tembló ante tanto descaro y más al sentir esa enorme polla palpitando en su mano, creciendo dura dentro de su puño.La espalda de Stefano se contraía y de sus labios salían gemidos roncos.Este Duque, con esta faceta más oscura y lujuriosa, la estaba excitando y mucho.Comenzó a mover su mano arriba y abajo, regando el pre semen de la punta a la base y masturbándolo.Stefano se terminaba de enjuagar el champú, pero la verdad, era que el morboso deseo crecía a pasos gigantes en su interior, solo que algo faltaba.— Apriétame más nena, como sabes que me gusta…Colocó su mano sobre la de su “esposa” y la guio en movimientos más rápidos y apretados. — Ssshhh justo así… Mmm… te daré tu recompensa…Llevó la otra mano atrás y acarició el sua
— ¡Cállate! ¿Quién te dijo que puedes presionarme para que hable lo que te dé la gana? Stefano estaba que echaba chispa por los ojos.No le gustaba que nadie lo arrinconara de esa manera.— Stefano… ¿por qué te comportas así? Tú nunca mientes. Te digo que estoy dispuesta a admitir nuestro amor, ya no la necesitas a ella para tener a tu hijo, yo puedo…— Tú no puedes nada Valentina, porque como bien siempre me dijiste, nadie aceptará este absurdo, para la sociedad eres mi hermana, quisiste mantenerlo así y así se quedará para siempre.Stefano le respondió y más claro ni el agua.Ahora era él quien no estaba dispuesto a asumir los riesgos o escándalos para estar con ella.Casi comete el peor error de todos, que era confesarle lo de su infertilidad, dándole el arma perfecta a Beatrice para destruirlo.— No, no, ¿cómo puedes hacerme esto? ¡¿cómo puedes cambiar nuestro amor de años por dos o tres veces de sexo con esta puta?! Señaló a Carlotta con furia.— ¡A mí me respetas malnacida, le