Gedeón llevaba días sin poder conciliar el sueño. Se encontraba recostado al lado de la puerta de su habitación cuando un ruido lo inquietó. Con cautela, entró en la habitación y se acercó a la cama.Aradne murmuraba en sueños, repitiendo las mismas palabras una y otra vez.—No puedo matarte, mamá, ayúdame a escapar. No puedo hacerlo.Él luchaba por abrazarla, por despertarla de ese sueño inquieto. Estaba a punto de darse la vuelta cuando volvió a escuchar su voz.—¡Rey, tenga piedad de mí! No pude asesinar a Gedeón, no soy una asesina, no, no, nooo… —un alarido desesperado resonó en la habitación.Él se agachó para verla mover la cabeza de un lado a otro, con unas finas lágrimas recorriendo sus mejillas. Incapaz de soportarlo más, se sentó a su lado en la cama, estiró sus manos y, suavemente, la estrechó entre sus brazos, mientras le susurraba.—Es una pesadilla, no pasó nada, yo estoy bien.La apretó contra su pecho para tranquilizarla. Al sentir cómo se removía y emitía un sonido de
—Al menos, después de ese momento traumático, te encontraste con una persona de noble corazón.—Sí, mi madre era un ser bondadoso. Se quedó en esta manada por mí. Rechazada por su mate y con un niño pequeño, en otra región no iba a ser fácil. —Hizo una pausa—. Cuando tenía catorce años, hubo un alfa que reconoció mi rostro.—¿Descubrieron que eras hijo de Elyón?—Sí... Afirmaba que yo era el hijo perdido de Elyón. Ese alfa estaba seguro de haberme visto con él. Quería entregarme personalmente a Keseo. —Cerró los ojos y respiró hondo, dejando que el peso de sus palabras se asentaran.El silencio en la habitación se volvió casi insoportable, y Aradne, incapaz de soportarlo más, preguntó.—¿Qué pasó?Gedeón abrió los ojos lentamente y su mirada reflejaba el dolor de un lobo herido.—Cuando ese lobo intentaba sacarme de mi casa, mi mamá se interpuso. Para quitársela de encima, ese hombre la empujó con tanta fuerza que cayó sobre una estructura de madera, quedando atravesada. Un pedazo de m
—Su majestad, no pudimos entrar en los dominios del alfa Gedeón. Los guerreros de Uregon acampan alrededor de su mansión —habló uno de sus delegados con la mirada firme.Nester con el rostro enrojecido por la furia y la frustración golpeó su escritorio con toda su fuerza. Su ira estaba descontrolada. Hace dos días se había enterado de que Gedeón conspiraba contra él. Al momento de llevarlo a juicio por traición, fueron atacados en el camino por alfas aliados al traidor.—¡Maldición! Ahora tú, por ser de mayor rango, quedarás a cargo de liberar a los guerreros que están bajo mi mando.—Sí, señor, como ordene.—Cierra las puertas de la manada y mantenla vigilancia. Deben evitar que entren esos traidores hasta que lleguen refuerzos —miró fijamente al hombre—. Emite un comunicado de alerta en la manada. Participa a nuestra gente que quieren matarnos. Reúne a todos los jóvenes y lobos que estén capacitados para luchar en defensa de su rey.—Señor, muchos no tienen conocimientos de pelea. Ha
—¡Gedeón! ¡Esta no es tu victoria! —La mirada de Nester, cargada de odio, se clavó en su primo, quien yacía malherido—. Es mía. —Nester, con un gesto de crueldad en la mirada, se arrodilló junto a Gedeón—. Voy a degollarte y mostrare tu cabeza como advertencia a cualquiera que quiera desafiar mi autoridad.Levantó la espada con fuerza y justo en el último instante, un ruido irrumpió en la escena. Horus apareció con su figura imponente junto a los aliados de Gedeón, quienes comenzaron a enfrentar a los guerreros leales a Nester. El sonido de los metales chocaban y los gritos de combate se escuchaban en la sala.—Nester, esto termina aquí —gruñó Horus, su voz resonando con autoridad—. Ríndete. Tu reinado de terror ha llegado a su fin.La furia de Nester por su derrota, se reflejó en sus ojos al ver a sus hombres caer en batalla. Sin embargo, el odio que sentía por Gedeón, lo impulsaron a levantar la espada. Con un rugido de rabia, fue a clavarla en su estómago, pero se paralizó al sen
Aradne se quedó paralizada por un instante al escuchar el tono de voz de Horus. Tragó saliva, y la desesperación se apoderó de sus ojos mientras buscaba la manera de liberar las palabras atascadas en su garganta.—Horus, tengo que verlo. Necesito saber cómo está.Horus la miró con seriedad y luego de un largo suspiro, relajó su postura. En el fondo entendía la intensidad de sus sentimientos por su mate.—Está en estado crítico —comentó con voz baja—. No puedes hacer nada para ayudarlo en este momento, excepto esperar. Si te descubren aquí, podría empeorar las cosas para todos nosotros.Aradne se quedó en silencio, sin comprender la actitud del hombre frente a ella, como si no la conociera.—Horus, sabes de mi poder de sanación. Tú fuiste el primer lobo que curé. No entiendo por qué me tratas así. Por favor, permíteme entrar y curar las heridas de tu alfa.Él se tensó. Era evidente que lo que decía era verdad, pero dejarla entrar pondría en riesgo el trono de Gedeón. Ella estaba m*****a
Después de la revisión del doctor, Gedeón fue informado de una reunión. Junto a Kirian y Horus, descendió las escaleras. Los alfas, al verlo bajar, lo recibieron con entusiasmo y aplaudieron ferozmente.—Eres un orgullo para nuestra raza, alfa Gedeón. Pensé que no resistirías esas heridas profundas —dijo el alfa Rendes, con una sonrisa de regocijo en el rostro.—Debemos darle gracias al doctor Kirian por su maravillosa labor en salvar al rey. En verdad, fui testigo de tu estado deplorable y pensé que te perderíamos en batalla —anunció otro alfa de la manada, Yendri.—Gracias, pero no fui yo quien lo sanó —trató de explicar Kirian—. Fue…—No seas modesto, Kirian. Ya sabemos que la diosa Selena siempre lo protegió, pero fue usted quien lo curó. Es de admirar —interrumpió el alfa Edwuar.—Yo, Clemente Tricoter, representante de la manada Waya y miembro principal del consejo de lobos, te informo, alfa Gedeón Drester, que después de una reunión con los alfas de la región, hemos aprobado que
Aradne se adentró en el bosque. Llegó frente a un viejo roble y se desplomó, cayendo de rodillas. Comenzó a sollozar desconsoladamente, como si un diluvio desbordara ríos. Se abrazó el estómago con fuerza, intentando apaciguar las punzadas agudas que sentía en su vientre, mientras las primeras gotas de lluvia empezaban a caer del cielo. Cada gota que tocaba su piel era un recordatorio de que el lobo del que se había enamorado ahora era un extraño en su vida.—¿Por qué, Gedeón? ¿Por qué me utilizaste, ignoraste y despreciaste? Diosa Selena, después de compartir mi cama por las noches, ahora está con ella. Me siento traicionada, usada —soltó un grito desgarrador—. ¿Ese lobo terminó siendo como mi padre? Solo buscaba poder, y nunca le importé.De repente, un torrente de agua comenzó a caer del cielo. Aradne se recostó contra el árbol, empapándose mientras el frío empezaba a colarse por su cuerpo. Sin embargo, no le importaba morir de hipotermia; solo quería desvanecerse, ya no le importab
Un mes después, Gedeón revisaba minuciosamente los documentos que había dejado Nesfer. Había encontrado pruebas de desvíos de fondos, pero seguía buscando más información que involucrara a Ramsés y a los lobos del consejo. Sin embargo, no encontraba nada que pudiera atar cabos sueltos.—¡Maldición! —Exclamó furioso, arrugando todos los papeles que tenía sobre la mesa—. ¿Estás seguro de que no encontraron más carpetas?—Revisamos toda la oficina y cada estante de la biblioteca del rey —respondió Horus—, y no encontramos nada más importante que lo que te acabo de traer. Seguramente Ramsés y el consejo no estaban involucrados en los negocios turbios de Nesfer. A esos viejos lobos les interesa más creerse superiores y mantener el control en estas tierras.Gedeón frunció los labios. Debía encontrar las pruebas necesarias para desmantelar a ese consejo de ancianos. Sabía que estos lobos tienen un gran poder sobre el pueblo, y deshacerse de ellos sin justificación podría ser perjudicial para