—Si el rey no hace nada y el alfa Gedeón está hechizado, nosotros debemos sacrificar a esta bruja para que los dioses nos permitan vivir como antes: sin criaturas deformes que nos atacan, sin hambrunas y bendecidos por la diosa Selene —declaró el hombre con voz llena de rencor. Sus ojos recorrieron el entorno hasta que vislumbró un palo en el suelo. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia él y lo agarró con fuerza, se acercó a Aradne, alzándolo listo para descargar su ira. Pero justo cuando se preparaba para golpear, una mano firme detuvo su brazo en el aire.—Nadie va a hacer nada. Si la golpean, también lo harán conmigo —Kirian soltó la mano del hombre y, en un parpadeo, se transformó en un imponente lobo gris. Mostrando sus colmillos amenazantes y sus garras arañaron la tierra con la pata derecha, dejando claro que estaba dispuesto a defender a Aradne a cualquier costo.Jonás se había quedado con los heridos a petición del doctor, pero al vislumbrar la escena desde lejos, avanzó con g
Tres días después, Aradne se encontraba en la parte trasera de la mansión, mirando un pequeño estanque que yacía vacío y sin vida, rodeado de hierbas marchitas. Echaba de menos los colores de la naturaleza en la tierra donde había vivido.—Señora, el rey ha venido a visitarla. Desea hablar con usted —anunció Cleo, acercándose con una expresión de preocupación en su pálido rostro.Aradne sintió una oleada de pánico recorrer cada rincón de su cuerpo. Al levantar la vista, vio a un hombre alto, con una mirada sombría, acercarse lentamente hacia ella.—Aradne, espero que estés a gusto bajo el cuidado del alfa Gedeón —comentó con sarcasmo—. He venido personalmente a agradecerte por salvar a nuestra gente de los Skotos anoche. Sin tu ayuda, nuestra manada habría sido un caos.Ella estaba tan aterrada que intentaba hablar, pero las palabras no salían.—Vamos a un lugar donde no nos interrumpan. Vamos a tu habitación.Aradne palideció y solo pudo asentir con la cabeza. No podía desobedecer al
Gedeón llevaba días sin poder conciliar el sueño. Se encontraba recostado al lado de la puerta de su habitación cuando un ruido lo inquietó. Con cautela, entró en la habitación y se acercó a la cama.Aradne murmuraba en sueños, repitiendo las mismas palabras una y otra vez.—No puedo matarte, mamá, ayúdame a escapar. No puedo hacerlo.Él luchaba por abrazarla, por despertarla de ese sueño inquieto. Estaba a punto de darse la vuelta cuando volvió a escuchar su voz.—¡Rey, tenga piedad de mí! No pude asesinar a Gedeón, no soy una asesina, no, no, nooo… —un alarido desesperado resonó en la habitación.Él se agachó para verla mover la cabeza de un lado a otro, con unas finas lágrimas recorriendo sus mejillas. Incapaz de soportarlo más, se sentó a su lado en la cama, estiró sus manos y, suavemente, la estrechó entre sus brazos, mientras le susurraba.—Es una pesadilla, no pasó nada, yo estoy bien.La apretó contra su pecho para tranquilizarla. Al sentir cómo se removía y emitía un sonido de
—Al menos, después de ese momento traumático, te encontraste con una persona de noble corazón.—Sí, mi madre era un ser bondadoso. Se quedó en esta manada por mí. Rechazada por su mate y con un niño pequeño, en otra región no iba a ser fácil. —Hizo una pausa—. Cuando tenía catorce años, hubo un alfa que reconoció mi rostro.—¿Descubrieron que eras hijo de Elyón?—Sí... Afirmaba que yo era el hijo perdido de Elyón. Ese alfa estaba seguro de haberme visto con él. Quería entregarme personalmente a Keseo. —Cerró los ojos y respiró hondo, dejando que el peso de sus palabras se asentaran.El silencio en la habitación se volvió casi insoportable, y Aradne, incapaz de soportarlo más, preguntó.—¿Qué pasó?Gedeón abrió los ojos lentamente y su mirada reflejaba el dolor de un lobo herido.—Cuando ese lobo intentaba sacarme de mi casa, mi mamá se interpuso. Para quitársela de encima, ese hombre la empujó con tanta fuerza que cayó sobre una estructura de madera, quedando atravesada. Un pedazo de m
—Su majestad, no pudimos entrar en los dominios del alfa Gedeón. Los guerreros de Uregon acampan alrededor de su mansión —habló uno de sus delegados con la mirada firme.Nester con el rostro enrojecido por la furia y la frustración golpeó su escritorio con toda su fuerza. Su ira estaba descontrolada. Hace dos días se había enterado de que Gedeón conspiraba contra él. Al momento de llevarlo a juicio por traición, fueron atacados en el camino por alfas aliados al traidor.—¡Maldición! Ahora tú, por ser de mayor rango, quedarás a cargo de liberar a los guerreros que están bajo mi mando.—Sí, señor, como ordene.—Cierra las puertas de la manada y mantenla vigilancia. Deben evitar que entren esos traidores hasta que lleguen refuerzos —miró fijamente al hombre—. Emite un comunicado de alerta en la manada. Participa a nuestra gente que quieren matarnos. Reúne a todos los jóvenes y lobos que estén capacitados para luchar en defensa de su rey.—Señor, muchos no tienen conocimientos de pelea. Ha
—¡Gedeón! ¡Esta no es tu victoria! —La mirada de Nester, cargada de odio, se clavó en su primo, quien yacía malherido—. Es mía. —Nester, con un gesto de crueldad en la mirada, se arrodilló junto a Gedeón—. Voy a degollarte y mostrare tu cabeza como advertencia a cualquiera que quiera desafiar mi autoridad.Levantó la espada con fuerza y justo en el último instante, un ruido irrumpió en la escena. Horus apareció con su figura imponente junto a los aliados de Gedeón, quienes comenzaron a enfrentar a los guerreros leales a Nester. El sonido de los metales chocaban y los gritos de combate se escuchaban en la sala.—Nester, esto termina aquí —gruñó Horus, su voz resonando con autoridad—. Ríndete. Tu reinado de terror ha llegado a su fin.La furia de Nester por su derrota, se reflejó en sus ojos al ver a sus hombres caer en batalla. Sin embargo, el odio que sentía por Gedeón, lo impulsaron a levantar la espada. Con un rugido de rabia, fue a clavarla en su estómago, pero se paralizó al sen
Aradne se quedó paralizada por un instante al escuchar el tono de voz de Horus. Tragó saliva, y la desesperación se apoderó de sus ojos mientras buscaba la manera de liberar las palabras atascadas en su garganta.—Horus, tengo que verlo. Necesito saber cómo está.Horus la miró con seriedad y luego de un largo suspiro, relajó su postura. En el fondo entendía la intensidad de sus sentimientos por su mate.—Está en estado crítico —comentó con voz baja—. No puedes hacer nada para ayudarlo en este momento, excepto esperar. Si te descubren aquí, podría empeorar las cosas para todos nosotros.Aradne se quedó en silencio, sin comprender la actitud del hombre frente a ella, como si no la conociera.—Horus, sabes de mi poder de sanación. Tú fuiste el primer lobo que curé. No entiendo por qué me tratas así. Por favor, permíteme entrar y curar las heridas de tu alfa.Él se tensó. Era evidente que lo que decía era verdad, pero dejarla entrar pondría en riesgo el trono de Gedeón. Ella estaba m*****a
Después de la revisión del doctor, Gedeón fue informado de una reunión. Junto a Kirian y Horus, descendió las escaleras. Los alfas, al verlo bajar, lo recibieron con entusiasmo y aplaudieron ferozmente.—Eres un orgullo para nuestra raza, alfa Gedeón. Pensé que no resistirías esas heridas profundas —dijo el alfa Rendes, con una sonrisa de regocijo en el rostro.—Debemos darle gracias al doctor Kirian por su maravillosa labor en salvar al rey. En verdad, fui testigo de tu estado deplorable y pensé que te perderíamos en batalla —anunció otro alfa de la manada, Yendri.—Gracias, pero no fui yo quien lo sanó —trató de explicar Kirian—. Fue…—No seas modesto, Kirian. Ya sabemos que la diosa Selena siempre lo protegió, pero fue usted quien lo curó. Es de admirar —interrumpió el alfa Edwuar.—Yo, Clemente Tricoter, representante de la manada Waya y miembro principal del consejo de lobos, te informo, alfa Gedeón Drester, que después de una reunión con los alfas de la región, hemos aprobado que