Anastasia.
Los días siguientes fueron caóticos, la alarma se encendió en mi cabeza todo el tiempo, porque sí, todos los asuntos de este hombre eran muy ilegales y yo me la pasé toda la semana intentando rezar por cada fraude que hacía.
El lunes por la mañana por primera vez estuve en la empresa del señor Kozlov, y estaba hecha un lío hasta cuando llegó una pareja a verlo. Este era el mismo hombre que vi salir aquella vez del edificio, pero esta vez estaba acompañado por una mujer muy hermosa, que me envió una sonrisa y a la vez calmó mi ansiedad.
Y para cuando me di cuenta, en medio de la semana estaba metida en un lío de secuestro, ya que a la señorita Sibel la habían raptado en mi compañía.
—¿Cómo estuvo tu día? —Miré a mi madre por la noche después de todo el suceso y quise arrojarme en sus brazos para ponerme a llorar, pero le mostré mi rostro más relajado.
—He tenido mucho trabajo… pero estoy bien… —ella apretó mis hombros.
—¿Sabes? Le prepararé a tu jefe una de mis pierogis… —Abrí los ojos de inmediato un tanto preocupada.
—No má… él es… no creo que…
—Ya, ya… lo haré y listo… verá si se lo come o lo rechaza…
Tuve pesadillas esa noche, y al levantarme y ver mis ojeras, pude predecir que esté sería un día de la paila.
Yo traté de escabullirme de mi madre, pero ahora estaba cerca de la estación de bus, con un pastel de pierogi caliente en mis manos, y no tenía idea, de cómo llegaría con esto a mi jefe.
Quería morirme.
—¿A dónde vamos? —pregunté al chofer que se dirigía a un lugar diferente de lo acostumbrado, y él respondió de forma monótona.
—A la mansión de jefe…
—¿Qué?
No hubo una palabra más, pero de cierta forma, me sentí abrumada.
Casi se me caía la baba al admirar semejante casa, al menos metros y metros de pinos antes de llegar, y literalmente el chofer tuvo que sacudir mi hombro para sacarme de mis pensamientos en cuando estuvimos en el lugar.
—Puede entrar…
Caminé insegura todo el tiempo, y me anuncié en la puerta dando los buenos días.
—El jefe está en la parte de afuera… —no pude entender que parte de afuera, pero una enorme piscina se vislumbró en mis ojos cuando pasé como tres áreas de la casa.
La visión fue, demasiado.
Mi jefe estaba saliendo del agua con un bóxer ajustado a su cuerpo, mientras literalmente aparecía muy desnudo a solo unos metros de mí. Su cuerpo era muy grande, sus músculos definidos, y tenía muchos tatuajes diabólicos en sus brazos.
—La asistente Kozlov… —saludó con su acostumbrada arrogancia.
—Anastasia… —corregí rápidamente, y su sonrisa se ensanchó.
—¿Qué es? —él señaló mi plato cubierto, mientras mis mejillas enrojecieron.
Me costó mucho, demasiado decirlo.
—Mi madre… ella… quería… agradecer que usted… es para usted…
—¿De verdad? —el jefe vino a mí, incluso me mojó con sus gotas, y tomó el plato—. ¿Qué es?
—Pierogi…
—¿Dulce?
Asentí varias veces.
Él no tuvo tacto, arrancó un pedazo de pastel, y lo llevó a su boca. Sus ojos se cerraron con fascinación, y lo vi realmente degustar la comida.
—¡Qué rico…! —Habló con la boca llena, y luego me miró—. ¿Quiere?
Intenté negarme, pero él ya estaba partiendo otro pedazo, y sin siquiera preguntar, llevó sus dedos a mi boca.
La situación fue tan bárbara para mí que tuve que retroceder dos pasos cuando sus dedos hicieron contacto con mi cara. Sostuve rápidamente el pastel que casi se caía, y antes de incluso masticar, lo vi lamer sus dedos.
No podía dar un trago con esta sensación tan apremiante que me tomó por sorpresa, y para colmo pude escuchar lo que dijo:
—Eres muy mojigata… —fue una mezcla de vergüenza con indignación, iba a decirle cualquier cosa, pero me frené y lo pensé mejor.
—Señor… fui contratada por usted para cuidar sus finanzas…
Y su sonrisa se borró.
—Como sea… dale gracias a tu madre… está exquisito.
Asentí y luego miré la piscina.
—¿Quiere bañarse, Anastasia…? Aunque no tengo enterizos aquí…
Por supuesto se burlaba de mí.
—No, señor… creo que hace frío…
Su ceño se frunció, pero guardó silencio, así que proseguí. No quería mirar su cuerpo semidesnudo, ni mucho menos esos dibujos de la muerte en su piel, que me causaban escalofríos.
—¿Puedo trabajar aquí? —él negó todas las veces.
—No… el motivo por el cual estás aquí… es que debes prepararte… nos iremos a los Estados Unidos en unos días…
Un mareo grande se apoderó de mí.
—¿Estados Unidos? —el jefe se acercó a mí de golpe, y antes de que pudiera decir alguna cosa, perdí un poco la visión.
Cuando parpadeé varias veces, sentí unos golpes leves en mi mejilla, y cuando abrió los ojos obteniendo la visión completa, ese rostro estaba muy encima de mí.
—¿Anastasia? —el jefe golpeó mis mejillas sin decoro—. ¿Tendré que darte reanimación?
Eso fue clave para que me levantara de golpe.
Quité sus manos de mi rostro, y fui como un proyectil. El hombre levantó las manos, y sonrió.
—No hice nada… no mancillé tu santuario…
—Señor… —estaba totalmente avergonzada hasta la médula.
—Parece que la noticia te sentó mal… pero debes viajar conmigo… haré unos negocios, y para eso estás…
Aunque tenía una negación muy grande en el cuerpo, asentí.
—Claro… yo… claro… iré… ¿Cuándo será?
—En dos días exactamente… ya sabes, llévate ropa de fiesta… de esa sexy que sueles traer para que te diviertas…
Él sonrió de oreja a oreja, pico su ojo, y antes de retirarse de mi frente, golpeteó mi nariz con su dedo índice.
Y lo juro, o aún estaba afectada por la noticia, la pérdida de la conciencia durante unos segundos, o ese gesto me había hecho algo.
Tuve que sentarme en la silla cuando mis rodillas temblaron, y tomando mi cadenita que colgaba en mi cuello, con los dedos, solo pude decir:
—Ana… No…
***
PIEROGI: pastel típico ruso, dulce o salado.
Anastasia. —¿Te quedarás con alguna chica aparte…? ¿O cómo es eso? —Tomé todo de mí para mentirles a mis padres.—No papá… mira… esta es una empresa muy prestigiosa… y estos viajes son necesarios…—¿Y cómo se llama? —apreté los dientes, y pensé rápido.—Rostec Inc. —Me atreví a decir.Se trataba de una empresa reconocida, de prestigio, pero los ojos de papá, me hicieron sentir como la peor persona.—Anastasia… no… ¡Mi hija trabaja en Rostec! —mi cuerpo se puso frío, incluso sentí cómo las gotas se acumulaban en mi nuca.Yo ardería en el infierno por esto.—Debo hacer un trabajo en San Petersburgo… no sé cuánto tarde…—No me gusta mucho… pero sé que puedes cuidarte. Eres una chica con valores Ana, y confiamos en ti… —eso que dijo mamá, terminó por secarme la boca.Mi jefe había instalado en mi teléfono alguna tecnología, podían llamarme incluso desde otro país por el sistema de Roaming, y eso, de alguna forma, me había tranquilizado más.Después de unos días, hice mi maleta. Me fue in
Anastasia. Pasaron algunos días, pero prontamente me quedé sola, mientras el jefe estaba en Italia con su compañero. Así que Sibel y yo planificamos ir al bar, después de una exitosa compra del hotel que el jefe quería.Sin embargo, esta noche estaba volviendo a la suite con muy poca información, ya que lo planeado, había sido en vano por la aparición de Iván Vasíliev en el bar.Y por supuesto, solo pude anotar las referencias del dueño.—Iré a ver a Iván al hospital… tú quédate aquí… no entiendo cómo pudiste seguirle la cuerda a Sibel… —El jefe había llegado de su viaje a Italia y no quería mostrarle esta compra en blanco, así que me apresuré hacer una llamada al número que había encontrado, a pesar de la hora.—¿Sí?—Buenas noches…—Casi madrugadas… —Apreté mis ojos y pasé la saliva.—Señor, soy Anastasia Ivanova… mi jefe y yo, estamos interesados en su bar…—Yo soy el asistente del señor Dimitri… pero él está ocupado ahora.—Si… no hay problema… hoy lo busqué en el lugar, pero…—
Alexey Kozlov. —Fue una cirugía complicada… pero quedé como quería… —Sonreí cuando Karla se pasó la mano por sus pechos—. ¿Quieres tocar? Se sienten muy naturales…¿Y qué más daba?Fruncí mi boca y alargué la mano, pero el tacto en forma de globos, no me excitó para nada como lo había planeado.—Lindas… —expresé con una sonrisa, mientras en mi teléfono llegaban las notificaciones de algunos negocios.Karla Morris era modelo de ropa interior, y a decir verdad quería follármela desde hace meses, aunque de cerca, sentía que perdía el encanto.—¿Y qué proyectos tienes ahora? —Pregunté encendiendo un puro exquisito en mis manos, pero cuando solté el humo, ella rio como si le hubiese hecho cosquillas.Era algo tonta.—¿Proyectos? —dijo levantando la ceja—. Ya soy famosa… ahora solo firmo contratos… y salgo con chicos guapos como tú…En el instante el puro me supo a agrio, y mi sonrisa se borró.—¿Chicos, dices? —Karla apretó su boca, relamiendo sus labios y asintió. Entonces tiré el puro
Anastasia. Mi cuerpo estaba temblando, y el sudor frío recorría mi piel.Tenía náuseas, ganas de morir, pero, sobre todo, la vergüenza era la emoción más poderosa que ahora dominaba mi cuerpo.Recibí un vaso de agua, pero mi vibración era tanta que no pude con ello.—Me siento… muy mal… —el jefe se sentó en mi frente quitando el vaso de mi vista. Podía reconocer la suite, y a Luka, el hombre que siempre estaba al lado del señor Kozlov.La cabeza me daba vueltas y solo quería quitarme la sensación en mi estómago, y esta pérdida de lucidez tan impresionante.—Solo puedo hacer una cosa por ti Anastasia, pero debes confiar en mí…Intenté llevar mis ojos a él, se veía tan borroso que apreté mis ojos.Apreté su chaqueta contra mi cuerpo, quería meter hasta los pies dentro de ella, y solo podía derramar las lágrimas ante la impotencia.¿Cómo pude ser tan estúpida?—Quiero… —intenté decir—. Aliviarme…—Te aliviaré… —lo escuché, y luego vi de forma no muy clara como Luka le pasó algo—. Vamos…
Anastasia. Me sentía muy culpable.Muchas personas habían muerto en ese incendio. Literalmente el señor Kozlov había acabado con ellos, y solo porque quise pasarme de lista y mostrar algo, que realmente yo no era.Me tiré de rodillas, y mis lágrimas salieron.—Dios, por favor… perdóname… ni siquiera sé lo que estoy haciendo.Además, estaba esta sensación extraña cuando el jefe aprecia delante de mí, y solo pude negar todas las veces, pensando en qué podría pensar mis padres si solo estuvieran en mi cabeza y supieran el rumbo de mis pensamientos.Cuando estuve con la ropa adecuada, hice una trenza en mi cabello húmedo, y luego me puse una chaqueta.El jefe quería hablar, pero también estaba preparado para salir, aunque mi informe estuviera a la mitad y no podía hacerlo esperar.Cuando llegué a la sala principal, él estaba sentado en una gran mesa, mientras apreté mi maletín.—Le debo una disculpa… —él no alzó la mirada, pero apuntó a un asiento.—Come… saldremos en una hora.No dije n
Anastasia. Sacudí mi cabeza, no podía esconderme, así que me puse delante del jefe, pero cuando lo miré, él ya tenía su mirada puesta en mí. Como si me estuviera esperando, como si… —Señor, buenas noches… —tuve que saludar.La mujer que tenía a su lado, sonrió y luego bajó la mirada para hacer un escrutinio en mí como si no pudiera creerlo. No podía negar que me sentí muy incómoda y sobre todo, fuera de lugar ante su mirada mezquina. —Parece que te has equivocado de fiesta… Abrí mi boca rápidamente para responderle, pero no pude decir una sola palabra.—Es mi asistente Kozlov… —el jefe intervino soltándose de ella de alguna forma. Él tenía una sonrisa algo enigmática y luego sin más, también me miró de pies a cabeza y se dirigió a mí—. ¿Estás lista? ¿Para qué? Me pregunté todas las veces, pero afirmé como una tonta, no trabajaba para él para refutarle todo el tiempo.Todo lo que concierne a mi jefe, debía tratarse de trabajo.—Nos vemos al rato, Jessica… —el señor Kozlov le di
Anastasia. Fue casi imposible no dar dos pasos hacia atrás, parecía que el hombre fuese a atacarme, y para completar, escuché un montón de copas caerse, y al girarme me di cuenta de que yo había sido la causante cuando choqué con un mesero.Puse las manos en mi boca al ver la bandeja y las copas partidas en el suelo.—Lo siento mucho… —No pasa nada… —mi jefe intervino y el mesero asintió más bien como si él tuviera la culpa.—Yo puedo ayudar… —dije e intenté agacharme de inmediato, pero en el instante sentí cómo una mano rodeó mi brazo. —No… ya nos vamos… —tuve que mirar el agarre, sus dedos alrededor de mi brazo, por supuesto, cubiertos por mi chaqueta, estaban fijos, pero eso no pudo evitar mi agitación. —Señor… Mi jefe no se detuvo, caminó conmigo tomada del brazo, y luego salimos a la calle, mientras el aire golpeó en mi rostro.Allí todos lo esperaban, y luego escuché cómo él ordenó a “A la suite” y mis alarmas se activaron. Yo no podía echar todo lo que era solo por perder
Anastasia. Necesité levantarme con urgencia, me había comunicado con ellos por texto, pero imaginaba que necesitaban comprobar después de semanas, que yo no estaba mintiéndoles. A tal vez fuese mera preocupación. Me limpié el rostro, y me senté en un sofá cuando deslicé el dedo por la pantalla, y tanto mamá como papá, aparecieron en mi teléfono y me obligué a darles mi mejor cara. —Es ella… —sonreí al escuchar a Igor. —Pá… má… ¡Qué sorpresa! —noté como papá se acercó a la cámara y traté de que no se viera mucho el fondo. —¿No estás en la cama aún? ¿Por qué tienes el traje de tu graduación? Sonreí aún más. —Hoy teníamos una reunión de negocios. Terminó algo tarde y el evento era elegante. Mamá sonrió, pero papá era un poco escéptico. —¡Oye…! Eso es genial… —Lo es… —¿Estás disfrutando tu trabajo? —preguntó con una sonrisa, y me provocó contarles toda la verdad. —Ammm si… yo… —Nos alegra mucho cariño. Aquí en el barrio todos saben que trabajas para la mejor empresa de Rusia