En la lujosa cabina, el silencio se rompía ocasionalmente por risas y comentarios cómplices entre los presentes. Iván observaba a Mila con ternura, mientras Alexey y Mikhail intercambiaban bromas sobre la futura paternidad.Mila se recostó en el cómodo asiento, acariciando suavemente su vientre. Aún le costaba creer que sería madre, y la idea de que el pequeño ser que crecía en su interior llevaría consigo la mezcla de su amor con Mikhail la llenaba de una felicidad indescriptible.Sin embargo, ella sabía de lo que estaban hechos, y ahora con su mando en la organización, y todo lo que venía de ahora en adelante, debía tener mucho cuidado.Porque para ellos, lo más importante era la familia.—¿Qué piensas? —preguntó Mikhail, notando la expresión soñadora en el rostro de ella, y Mila sonrió negando, tomando la mano de Mikhail.—Solo me pregunto cómo será todo a partir de ahora. Seremos padres, y hay tantas cosas que ni siquiera puedo imaginar.Mikhail besó su frente con suavidad.—Lo de
Los días pasaron muy rápidos para los Vasíliev y Kozlov, y a pesar de las disyuntivas, Mila y Mikhail salieron a la otra mansión para tener su tiempo a solas.Las noticias no se hicieron esperar a nivel mundial, y mientras Mikhail hablaba con Mauro por teléfono, Mila revisó en su Tablet, lo más destacado en Italia.Efectivamente, publicaron imágenes de la camioneta de Maro Harris, acompañado de su hijo en las calles de Roma, y como un camión los había arrollado, porque supuestamente se había quedado sin frenos.Describían que quedaron en estados irreconocibles, y solo las pruebas de ADN había dado con sus identificaciones, además de sus documentos así deshechos.Mila pasó un trago ante lo que leía, y luego pasó a otras páginas, donde se hablaba de la organización, y como asumía que ella pasaría a presidente de la misma.—Eso será fabuloso… —Ella se giró hacia Mikhail que apenas finalizaba la llamada y dejó la Tablet a un lado.—¿Era Mauro?—Si… llegará este fin de semana… está loco po
—¡Oye…! No entiendo qué quieres hacer… he caminado a ciegas durante mucho tiempo.—Siempre te encantó este lugar…—Pero no lo puedo ver… —Mikhail aún seguía atando la venda en los ojos de Mila, y dio unos pasos más con ella, sujetándola de la cintura.—Poco a poco… he arreglado algo para ti… —Le quitó la venda de los ojos, y Mila soltó el aire, al ver desde muy arriba, en su catedral favorita de Moscú, la inmensa plaza roja, totalmente decorada con luces, y rosas rojas.De hecho, desde su altura, ella podía ver cómo un río de rosas…—A que… ¿A qué se debe? —estaban exactamente en el campanario de San Pedro, y Mila se giró hacia él.—¿Te gusta o no? —Ella tenía los ojos nublados, mientras el aire ondeaba su cabello.—Es bellísimo… —ella intentó abrazarlo, pero Mikhail la giró de nuevo hacia la plaza roja, y de pronto, todo se apagó, las luces, los faroles, y todo lo que había alrededor—. ¿Qué está pasando? —Mila se aferró a sus brazos, mirando hacia todos lados, cuando de pronto, mucho
—¿Y cómo se siente ahora? —Mila observó al reportero y sonrió.—De maravilla… creo que tengo un equipo de trabajo como ninguno, y los proyectos que hemos ejecutado desde hace dos meses, han dado resultados inesperados…—¿Ser la presidente de una de las ONG más grandes del mundo, no será difícil ahora que está embarazada? —Y Mila sonrió más.—No estoy enferma… tengo un bebé en mi vientre… en el momento que requiera reposo, tendré gente a mi lado que seguirá haciendo el trabajo.Alrededor la aplaudieron, y Mila se quitó un poco de la mesa improvisada en el salón de reuniones, donde tenía la revista.Tenía un vestido de color piel junto con una chaqueta blanca, y unas sandalias medianas, ahora en sus casi cinco meses de embarazo ya se podía notarse el bulto de su vientre, pero ella se sentía más radiante y viva que nunca.—¿Viajará a África la próxima semana?Mila asintió.Pese a la negativa de toda su familia, solo quería inspeccionar el proyecto que se estaba desarrollando y se quedarí
La última semana antes de la boda, fue de locos, pero Mila y Sara decidieron no matarse por los pormenores.Mila ya tenía en sobre del sexo de su bebé desde hace más de un mes, porque realmente el médico dijo que había sido difícil para que el bebé se dejara ver, y en secreto con Sara, ellas decidieron dar la noticia el mismo día de la boda.Aunque era solo Sara quien sabía realmente la noticia.Todos se instalaron en Rusia cuando faltaba solo tres días. Iván aceptó la solicitud de Mikhail y llegaron a su casa, que tenía más que suficiente espacio.La familia de Mauro llegó a su propia casa que había adquirido unos meses atrás, pero a diferencias de los Vasíliev o los Kozlov, los Grimaldi, eran más de veinte.Mauro tenía tres hermanas, y dos hermanos, además de otro familiar que había venido a celebrar con él el día más importante de su vida.También se sumaron Damien e Irina con sus chicos, aunque todos sabían que ellos viajaban constantemente a Canadá, donde Damien tenía la mayor ca
—Vlad es precioso… —Mila le sonrió a Irina que también había venido a compartir las vísperas navideñas, y, sobre todo, en este último día del año, donde de forma loca, los Kozlov, Vasíliev y Dimitri, estaban todos juntos en una misma casa. —Gracias… Vladímir, Mila, había escogido el nombre, sobre todo porque el significado, “gobernante del mundo”, y por supuesto, por el abuelo, que ella nunca conoció. Mila miró alrededor de la mansión. Había una gran mesa larga, y todos estaban ayudando a Ana a colocar los diferentes platos. Sibel había hecho comida gringa, Ana comida rusa, y Francesca unos postres italianos, que hizo que ella se relamiera los labios. La mayoría de los hombres estaban de pie tomando bebidas, y no podía faltar los puros. Sin embargo, Mila se rio cuando fue Mikhail el que los sacó al jardín para que no afectara al bebé, que ya tenía tres meses. Además, estaban los hijos de Irina por el lugar. —¿Quieres que te ayude un poco? —Sara se sentó, y Mila negó. —No te pre
Anastasia. —Lo siento… no estamos buscando su perfil por el momento, señorita… —tuve que soltar el aire mientras acomodaba mis gafas y miraba al hombre de traje frente a mí.Desde hace meses, y meses, esta siempre era la respuesta, y me pregunté qué podía hacer falta cuando incluso, en una de las mejores universidades de Rusia, me habían condecorado por mis notas.Había dado un discurso, quizás vi bostezos en el momento, a la gente le aburría hablar de la economía, pero yo encontraba cierta fascinación en estos números que incluso me llevaban a otro mundo.Vi como aquel hombre me ofreció la carpeta de vuelta, sin siquiera ojearla para percibir que estaba altamente calificada para el puesto, pero nadie quería pagar una suma justa, a una chica de veintiún años que se había graduado hace un año y no tenía experiencia laboral.1 AÑO. Ese era el tiempo que estaba desempleada, de hecho, nunca había tenido un trabajo, pero mis padres tenían una deuda enorme que descontaba los gastos necesar
Anastasia. Cuando las Puertas del ascensor se abrieron, pude visualizar a muchos hombres con cables en sus orejas, la mayoría me observó cuando hice acto de presencia, y uno de ellos me extendió la palma a un lado ara indicarme.—Pase allí… —para mi sorpresa había un detector de metales, que se activó cuando llegaron a mi cuello—. ¿Qué tiene allí…?Mi suéter era cuello alto, así que tuve que mostrarle una cadenita de oro que colgaba, y tenía una cruz diminuta.—Bien… espere aquí… le avisaremos cuando pueda pasar.Asentí rápidamente con el corazón en la garganta, y por un momento tuve ganas de llorar.Papá nunca me perdonaría si supiera que vine aquí en medio de mi desesperación, pero estaba segura de que lo hacía por un bien, aunque eso me condenara.En un punto tenía mi boca comida por dentro ante la ansiedad de la espera, pero cuando alguien abrió una amplia oficina que era tres veces mi casa, yo me puse de pie con mi maletín y me acomodé las gafas.—Pase… —caminé rápido ante la in