Anastasia.Sé que Alexey me había pedido un esfuerzo, y juro que estaba haciendo algo por verme diferente.Conseguí una falda larga hasta los tobillos de flores, me calcé mis pies en unas sandalias bajas, y me puse una blusa de seda color crema, que tenía mangas cortas. Esto era lo más descubierta que podía parecer. Y dejé algunos de los botones del cuello, entre abiertos.Dejé mi cabello suelto, y esta vez después de colocar mis gafas, puse un brillo de labios que era el único maquillaje que tenía, y me coloqué perfume en el cuello.Era innegable que sentía mucho miedo, y bajando por el ascensor junto a algunos hombres de Alexey, recordé como mi padre siempre me habló que la virginidad, debía guardarla para mi esposo.Se me salían las cuentas de cuantas veces citó algunas líneas del libro de las instrucciones, o como me llevó a varios campamentos de jóvenes, donde pasamos horas hablando de la sexualidad y la conclusión de como preservar nuestras virtudes.Y aquí yo iba solita a entre
Anastasia.El silencio que siguió a continuación, le dio un pitido a mis oídos, y pude ver que su mirada brillante, había cambiado de repente.Sus ojos se pusieron algo rojos, y sentí como su respiración, aumentó.Sin decir una palabra trabajó en los botones de su cuello, y sin apartar sus ojos de los míos, se desnudó de forma lenta, mientras yo pasaba los tragos gruesos.Sus piernas eran muy tonificadas y musculosas, su torso firme, y sus brazos abultados, envueltos en los dibujos que lo hacían ver aún más oscuro. Mi mirada bajó a su bóxer, que tenía una evidente erección, y que incluso salía de su interior.Por supuesto que había estudiado anatomía, pero en la vida había visto un miembro, y mucho menos así.—Y yo espero, Anastasia… que siempre lo hagas, y que sea el único que ames en toda tu vida… —todo mi cuerpo fue envuelto por él en el instante.Sus brazos lo alzaron y luego me depositó en la cama, mientras todo mi cabello se explayó. El tacto de las sábanas debajo de mí estaba e
Anastasia. Estaba intentando parpadear lentamente, cuando en mi vista nublada, pude divisar a un hombre semidesnudo, sentado en un sofá corto frente a mí, y solo pude pensar que quizás aún estaba soñando.Pero no.A medida que me acostumbré, mis ojos fueron tomando la visión, y pude ver a Alexey sentado frente a mí, con un puro en sus manos, mientras soltaba el humo de forma lenta.Él solo me miraba detenidamente sin parpadear. Y no tenía nada más en su cuerpo, que su bóxer puesto de color negro.Mi ceño se frunció, y traté de levantarme con cuidado, mientras hice un gesto en mi rostro.Me sentía lastimada.—Hola… —saludé en apenas un susurro.Las velas estaban apagadas, y la habitación aún se veía un poco oscura.—Buenos días, princesa… —sonreí un poco asintiendo ante sus formas.—¿Qué hora es?—Las cuatro y media de la mañana… —él volvió a aspirar de su puro y mis ojos se abrieron un poco impresionados.—¿Por qué estás despierto tan temprano? ¿No crees que eso te hace daño a la sal
Anastasia. Fue como si tuviese un resorte en la espalda al oír el timbre. Me levanté de inmediato, pero Irina se metió en medio y gritó:—¡Yo abro! —apreté mis manos con el nerviosísimo en el punto límite, y luego mamá llamó a papá para que se acercara a la sala.Fue evidente que Alexey era una presencia cautivadora. Su olor golpeó mis fosas, mientras su sonrisa derretía mi existencia. Estaba vestido de negro para variar, con todos sus botones hasta el cuello, que de alguna forma ocultaban sus secretos.Él entró solo, y mamá me miró con extrañeza, pero yo solo pude visualizar cuando se agachó para recibir el abrazo de Irina, que siempre incomodaba a mi padre.—Te traje algo… —sacó una cajita de color rosa mientras mi hermana se moría del éxtasis y lo abrazaba aún más.—¡Gracias…!—Irina… —papá apretó un poco como si la regañara, pero mamá le dio un codazo para que disimulara.—¡Bienvenido…! —Alexey le mostró el dedo índice a mi madre.—Para usted también traje algo… —él miró hacia at
Alexey Kozlov. —Qué agradable familia… —escuché a Tania, pero estaba apresurado a soltarme los botones del cuello. Incluso me temblaba la mano de la ira.Pura y ciega.—¿Señor…? —Luka me preguntó y lo miré.—Saca el auto hasta la esquina… y lleva a Tania a su casa… —le dije a Luka, pero en el instante, ella pasó la palma de su mano por mi muslo.—¿Y por qué la prisa? —bajé la mirada a su mano y fruncí el ceño.—¿No te explicaron bien, el propósito de venir aquí? —ella alzó los hombros.—Se supone que era pasar por tu novia… pero… —tomé sus dedos y aparté su mano de mi muslo—. ¿Qué pasa, Alexey?—Anastasia es mi mujer… y soy exclusivo cuando tengo una relación… lo sabes… una a la vez… exclusividad…Tania sonrió y negó.—Eres perfecto… ¿Por qué te aburriste de mí? —hizo un puchero en su boca, pero solo podía tener la mente en esa put@ casa, y en la respuesta que Anastasia me había dado a pesar de que ya sabía que mañana me iba de viaje.Estaba tan enojado con ella. Me había apartado d
Anastasia. Convulsioné…Era la única forma de que mis padres, los peligros que se estaban creando, y el que me llamaban afuera, pasaran a un segundo plano.El hecho es que este hombre me inyectaba un tipo de alucinógeno que me volvía otra persona, y me sacaba de mi forma. Estaba en la cima cuando los brazos de Alexey me envolvieron, con todo y las tablas rotas de mi cama debajo de nosotros.Y era imposible, que pensara en otra cosa en los próximos segundos.—Qué rico… —lo escuché susurrar en mi oído, pero mi cuerpo estaba terminando de recibir los golpes del éxtasis que me tomó y me mató al mismo tiempo.—¡Ana! La puerta está cerrada… ¡Ana! —el forcejeo de la puerta con papá detrás de ella, me hizo abrir los ojos, y miré a Alex que sonreía de oreja a oreja.—Podemos enfrentarlos juntos… nada va a pasar… ni siquiera tus padres pueden hacerle algo a la mujer del mafioso… —él dijo, pero negué todas las veces mientras la razón volvía poco a poco a mi mente.Alexey no conocía a mis padres
Anastasia. Habían pasado algunas horas, y no habíamos dormido en toda la noche.Podía ver la hora que marcaban las cuatro de la madrugada, y, a decir verdad, no tenía nada de sueño.Yacía desnuda en esta gran cama en la mansión de Alexey, mientras él con sus dedos acariciaba mi vientre, y me explicaba el medio de su protección sexual, que solo lo pensé cuando, una y otra vez, terminaba dentro de mí.—Cuando supe que iba a estar contigo… dije… ¡No puede haber un maldito condón de por medio…! —él sonrió besando mi ombligo—. Así que… lo planifiqué… y me aplicaron unas inyecciones efectivas…Mi ceño se frunció.—¿Tú…? —tenía un poco de miedo en preguntar—. ¿Haces esto cada vez que tienes una relación?Su mirada se puso un poco intensa, y su boca se frunció.Entonces vino hacia mi rostro.—Me gusta la exclusividad cuando tengo una relación… pero uso preservativo… solo que…—¿Solo qué? —insistí.—Eres la primera virgen con la que estoy… —mis ojos se abrieron un poco, e intenté sentarme, re
Anastasia. —De verdad que es un loco… pero te digo algo, creo que tiene mucha confianza en ti… ¿Hay algo que yo no sepa?Estaba conectada en una videollamada con Sibel desde mi laptop. Este era el tercer día desde que Alexey se había ido, y ya estaba siendo bastante difícil para mí la distancia.Yo veía a Sibel como una persona a la que confiar, pero tenía mucha vergüenza de confesarle todo lo que había pasado hasta ahora.—Que esté en esta suite, solo significa que estoy a unas cuadras del trabajo… sabes que el señor Kozlov es un poco obsesivo con la seguridad… y…—No es que sea obsesivo con la seguridad… —ella cortó—. Es un mafioso, Ana… necesita tener seguridad todo el tiempo… además… eres su economista principal. ¿Has pensado alguna vez que puedas ser blanco en la mira? Él debe proteger a su gente también… y el dinero es algo muy preciado para Alexey… sabes lo fanfarrón que es…Apreté los dientes y solo pensé que nuestra relación nunca podría salir a la luz. Ni por mis padres, ni