Anastasia. —Cariño… ¿Estás bien? Has estado muy callada… —levanté la mirada para ver los seis pares de ojos, que me observaban de forma fija. Papá, mamá e Irina. Entonces afirmé. —Es el trabajo… tengo mucho, gracias a Dios, pero… las distancias me están costando un poco… Papá arrugó el ceño, y mamá se apresuró a preguntar: —Tal vez puedas comprarte un auto… uno económico… —No… es inseguro para la niña… —papá refutó, y mi mente solo me acusaba. —El jefe… cree que soy una pieza muy importante para su empresa, y que también necesito un chofer… Mamá sonrió junto a Irina, pero papá tenía esa mirada rayada de duda. —¿Entonces? —preguntó mientras mi corazón se aceleró. —Creo que… tengo que buscar un piso cerca al edificio… cerca de la empresa… siempre nos toma unos cuarenta minutos o más… Pude escuchar la agitación de sus respiraciones. Mis manos sudadas movían los dedos por debajo de la mesa, y luego escuché a papá: —Ana… esas chicas libertinas siempre buscan un piso lejos de su
Anastasia. Tuve que intervenir varias veces en la negociación que estábamos haciendo por la mañana, pero fue bastante difícil mantener la compostura, cuando debajo de la mesa, mi mano era sujetada por él. Su pulgar acariciaba mi dorso, y muy de vez en cuando, rozaba sus piernas con las mías. Y creía que lo hacía adrede por su sonrisa fuera de contexto. Al finalizar, creo que mi jefe no debía comprar dichas acciones, las cifras en cuanto a la ganancia eran mínimas con respecto a lo que iba a invertir, y yo debía decirle eso en algún momento. —¿Entonces? ¿Hacemos un trato? —el hombre frente a nosotros preguntó, pero el jefe me observó. —¿Qué dices? ¿Las compramos? Lo miré pensando y haciéndome ideas en cómo me involucraba, pero sacudí mi cabeza y le dije: —Señor… ¿Podemos tener unos segundos? —No… —él respondió rápido—. Dime las cosas aquí mismo… Y miré al hombre frente a mí con vergüenza. No quería ponerlo en vergüenza. —Yo… las acciones son buenas, y… —¿Las compro o no señor
Anastasia. —¿Confías en mí? —asentí embelesada, que él me hubiese dicho esa palabra que ahora tintineaba en mi mente, me tenía la vida descuadrada. “La mujer de Alexey Kozlov”, pero de pronto, me caí duro de la nube, y una preocupación muy grande me llenó entera. —Confió… —respondí de forma agitada—. Pero mis padres no pueden enterarse… de nosotros… ellos… —Shuuu… —sus caricias en mis hombros desnudos fueron demasiado. —Señor… —¿Qué te dije sobre eso? —Ale… Alexey… —su sonrisa se amplió mucho—. Necesito mis gafas… Él chasqueó la lengua, y de un momento a otro, me bajó de su torso. Lo vi caminar hacia el centro, tomó mis gafas y vino y me las puso él mismo. —Tengo algo que decirle… —él asintió yendo a sacar algo de una vitrina digital, y luego lo vi encender un puro. —Adelante… ¿Quieres algo de tomar? —negué levantándome y no dudé en ponerme mi suéter enseguida, pero dejé mi cabello suelto. Apreté mis manos, y luego me detuve delante de él con mucho nerviosismo. —Yo… tardo u
El temblor de mi cuerpo ya se burlaba de mí a estas instancias, yo era una bola de gelatina que vibraba en orden a una sola célula en este momento. La excitación. Mi mente, aunque confusa, se había dejado llevar por el montón de hormonas que ahora gobernaban mi sistema, y decir que esto era sobre humano, era quedarse corto. Los brazos de mi jefe abrazaban toda mi cadera, echándola hacia él todo el tiempo. Su mano se hundía en mi vientre como si con eso intensificara la acción. Y sé que, si mis padres supieran lo que había hecho con mis vellos íntimos, me condenarían irremediablemente, pero unos días antes había leído sobre la depilación básica, y había agradecido al menos haber comprado una hojilla, aunque me había hecho varios cortes en el intento. Aunque nunca para este fin, y Dios lo sabía. Nunca había pensado que mi zona íntima tuviese tantas conexiones, la boca de Alexey parecía un castigo, y aunque se veía que lo disfrutaba, había algo en mi conciencia que no me dejaba del
—Parece un sitio tranquilo… —mi madre comentó cuando llegamos a una especie de residencia.Estaba aterrada con esa mirada rayada de mi padre, y eso que Alexey no había aparecido hasta ahora, sin embargo, aquí estaba Luka, que se apresuró a abrir una casa de dos pisos mientras cerré mis ojos.¿Por qué Alexey no me había hecho caso, y había optado por algo más simple?Ni siquiera iba a vivir aquí de todas formas.—¿No es muy grande para ti? ¿Cuánto costará? —Irina se despegó de mi mano para correr por el jardín, y Luka me dio un asentimiento para que pudiéramos entrar a la casa.—Papá… esta residencia tiene cierto convenio con la empresa… ¿Verdad, señor Luka?Luka me miró, y luego asintió.—Si… de hecho… yo vivo en la esquina… —él señaló—. Con mi esposa e hijos… es una zona muy familiar… además de que la empresa nos da un descuento.Miré a mi padre que de alguna forma liberó sus hombros, y luego me giré a Luka.Él no tenía ni esposa, ni hijos, era el trabajo sucio de Alexey, y por lo qu
Cuando me despedí con la mano de mis padres, pude ver que Irina sonreía desde la ventana y Alexey se apresuró a lanzarle un beso con la mano.—Es bellísima… —comentó.—Y ahora nos chantajea…—Sí… llegará muy lejos… —él sonrió esperando que el auto se desapareciera de la vista de nosotros, y luego se giró hacia mí para darme un beso inesperado en la boca.Mis manos tomaron sus brazos, mientras el beso se profundizó.Nunca había probado alguna droga, a excepción de ese día en el bar, pero podía quedarme en su boca todo el día, y podía querer más de ello.Apenas estaba acostumbrándome a los besos, y aprendido en los movimientos que debía hacer. A penas me acostumbraba a la situación, a las sensaciones, a los brotes de deseo, y en cómo mi cuerpo despertaba cada parte al pasar los días.—A partir de hoy dormirás en mi cama… en dondequiera que yo esté… —me despegué para mirarlo.—¿En tu cama?—Tengo varias casas… la suite es solo una de ellas… ¿Te gustaría conocer mi mansión principal? Prom
Anastasia.Sé que Alexey me había pedido un esfuerzo, y juro que estaba haciendo algo por verme diferente.Conseguí una falda larga hasta los tobillos de flores, me calcé mis pies en unas sandalias bajas, y me puse una blusa de seda color crema, que tenía mangas cortas. Esto era lo más descubierta que podía parecer. Y dejé algunos de los botones del cuello, entre abiertos.Dejé mi cabello suelto, y esta vez después de colocar mis gafas, puse un brillo de labios que era el único maquillaje que tenía, y me coloqué perfume en el cuello.Era innegable que sentía mucho miedo, y bajando por el ascensor junto a algunos hombres de Alexey, recordé como mi padre siempre me habló que la virginidad, debía guardarla para mi esposo.Se me salían las cuentas de cuantas veces citó algunas líneas del libro de las instrucciones, o como me llevó a varios campamentos de jóvenes, donde pasamos horas hablando de la sexualidad y la conclusión de como preservar nuestras virtudes.Y aquí yo iba solita a entre
Anastasia.El silencio que siguió a continuación, le dio un pitido a mis oídos, y pude ver que su mirada brillante, había cambiado de repente.Sus ojos se pusieron algo rojos, y sentí como su respiración, aumentó.Sin decir una palabra trabajó en los botones de su cuello, y sin apartar sus ojos de los míos, se desnudó de forma lenta, mientras yo pasaba los tragos gruesos.Sus piernas eran muy tonificadas y musculosas, su torso firme, y sus brazos abultados, envueltos en los dibujos que lo hacían ver aún más oscuro. Mi mirada bajó a su bóxer, que tenía una evidente erección, y que incluso salía de su interior.Por supuesto que había estudiado anatomía, pero en la vida había visto un miembro, y mucho menos así.—Y yo espero, Anastasia… que siempre lo hagas, y que sea el único que ames en toda tu vida… —todo mi cuerpo fue envuelto por él en el instante.Sus brazos lo alzaron y luego me depositó en la cama, mientras todo mi cabello se explayó. El tacto de las sábanas debajo de mí estaba e