Anastasia. —¿Confías en mí? —asentí embelesada, que él me hubiese dicho esa palabra que ahora tintineaba en mi mente, me tenía la vida descuadrada. “La mujer de Alexey Kozlov”, pero de pronto, me caí duro de la nube, y una preocupación muy grande me llenó entera. —Confió… —respondí de forma agitada—. Pero mis padres no pueden enterarse… de nosotros… ellos… —Shuuu… —sus caricias en mis hombros desnudos fueron demasiado. —Señor… —¿Qué te dije sobre eso? —Ale… Alexey… —su sonrisa se amplió mucho—. Necesito mis gafas… Él chasqueó la lengua, y de un momento a otro, me bajó de su torso. Lo vi caminar hacia el centro, tomó mis gafas y vino y me las puso él mismo. —Tengo algo que decirle… —él asintió yendo a sacar algo de una vitrina digital, y luego lo vi encender un puro. —Adelante… ¿Quieres algo de tomar? —negué levantándome y no dudé en ponerme mi suéter enseguida, pero dejé mi cabello suelto. Apreté mis manos, y luego me detuve delante de él con mucho nerviosismo. —Yo… tardo u
El temblor de mi cuerpo ya se burlaba de mí a estas instancias, yo era una bola de gelatina que vibraba en orden a una sola célula en este momento. La excitación. Mi mente, aunque confusa, se había dejado llevar por el montón de hormonas que ahora gobernaban mi sistema, y decir que esto era sobre humano, era quedarse corto. Los brazos de mi jefe abrazaban toda mi cadera, echándola hacia él todo el tiempo. Su mano se hundía en mi vientre como si con eso intensificara la acción. Y sé que, si mis padres supieran lo que había hecho con mis vellos íntimos, me condenarían irremediablemente, pero unos días antes había leído sobre la depilación básica, y había agradecido al menos haber comprado una hojilla, aunque me había hecho varios cortes en el intento. Aunque nunca para este fin, y Dios lo sabía. Nunca había pensado que mi zona íntima tuviese tantas conexiones, la boca de Alexey parecía un castigo, y aunque se veía que lo disfrutaba, había algo en mi conciencia que no me dejaba del
—Parece un sitio tranquilo… —mi madre comentó cuando llegamos a una especie de residencia.Estaba aterrada con esa mirada rayada de mi padre, y eso que Alexey no había aparecido hasta ahora, sin embargo, aquí estaba Luka, que se apresuró a abrir una casa de dos pisos mientras cerré mis ojos.¿Por qué Alexey no me había hecho caso, y había optado por algo más simple?Ni siquiera iba a vivir aquí de todas formas.—¿No es muy grande para ti? ¿Cuánto costará? —Irina se despegó de mi mano para correr por el jardín, y Luka me dio un asentimiento para que pudiéramos entrar a la casa.—Papá… esta residencia tiene cierto convenio con la empresa… ¿Verdad, señor Luka?Luka me miró, y luego asintió.—Si… de hecho… yo vivo en la esquina… —él señaló—. Con mi esposa e hijos… es una zona muy familiar… además de que la empresa nos da un descuento.Miré a mi padre que de alguna forma liberó sus hombros, y luego me giré a Luka.Él no tenía ni esposa, ni hijos, era el trabajo sucio de Alexey, y por lo qu
Cuando me despedí con la mano de mis padres, pude ver que Irina sonreía desde la ventana y Alexey se apresuró a lanzarle un beso con la mano.—Es bellísima… —comentó.—Y ahora nos chantajea…—Sí… llegará muy lejos… —él sonrió esperando que el auto se desapareciera de la vista de nosotros, y luego se giró hacia mí para darme un beso inesperado en la boca.Mis manos tomaron sus brazos, mientras el beso se profundizó.Nunca había probado alguna droga, a excepción de ese día en el bar, pero podía quedarme en su boca todo el día, y podía querer más de ello.Apenas estaba acostumbrándome a los besos, y aprendido en los movimientos que debía hacer. A penas me acostumbraba a la situación, a las sensaciones, a los brotes de deseo, y en cómo mi cuerpo despertaba cada parte al pasar los días.—A partir de hoy dormirás en mi cama… en dondequiera que yo esté… —me despegué para mirarlo.—¿En tu cama?—Tengo varias casas… la suite es solo una de ellas… ¿Te gustaría conocer mi mansión principal? Prom
Anastasia.Sé que Alexey me había pedido un esfuerzo, y juro que estaba haciendo algo por verme diferente.Conseguí una falda larga hasta los tobillos de flores, me calcé mis pies en unas sandalias bajas, y me puse una blusa de seda color crema, que tenía mangas cortas. Esto era lo más descubierta que podía parecer. Y dejé algunos de los botones del cuello, entre abiertos.Dejé mi cabello suelto, y esta vez después de colocar mis gafas, puse un brillo de labios que era el único maquillaje que tenía, y me coloqué perfume en el cuello.Era innegable que sentía mucho miedo, y bajando por el ascensor junto a algunos hombres de Alexey, recordé como mi padre siempre me habló que la virginidad, debía guardarla para mi esposo.Se me salían las cuentas de cuantas veces citó algunas líneas del libro de las instrucciones, o como me llevó a varios campamentos de jóvenes, donde pasamos horas hablando de la sexualidad y la conclusión de como preservar nuestras virtudes.Y aquí yo iba solita a entre
Anastasia.El silencio que siguió a continuación, le dio un pitido a mis oídos, y pude ver que su mirada brillante, había cambiado de repente.Sus ojos se pusieron algo rojos, y sentí como su respiración, aumentó.Sin decir una palabra trabajó en los botones de su cuello, y sin apartar sus ojos de los míos, se desnudó de forma lenta, mientras yo pasaba los tragos gruesos.Sus piernas eran muy tonificadas y musculosas, su torso firme, y sus brazos abultados, envueltos en los dibujos que lo hacían ver aún más oscuro. Mi mirada bajó a su bóxer, que tenía una evidente erección, y que incluso salía de su interior.Por supuesto que había estudiado anatomía, pero en la vida había visto un miembro, y mucho menos así.—Y yo espero, Anastasia… que siempre lo hagas, y que sea el único que ames en toda tu vida… —todo mi cuerpo fue envuelto por él en el instante.Sus brazos lo alzaron y luego me depositó en la cama, mientras todo mi cabello se explayó. El tacto de las sábanas debajo de mí estaba e
Anastasia. Estaba intentando parpadear lentamente, cuando en mi vista nublada, pude divisar a un hombre semidesnudo, sentado en un sofá corto frente a mí, y solo pude pensar que quizás aún estaba soñando.Pero no.A medida que me acostumbré, mis ojos fueron tomando la visión, y pude ver a Alexey sentado frente a mí, con un puro en sus manos, mientras soltaba el humo de forma lenta.Él solo me miraba detenidamente sin parpadear. Y no tenía nada más en su cuerpo, que su bóxer puesto de color negro.Mi ceño se frunció, y traté de levantarme con cuidado, mientras hice un gesto en mi rostro.Me sentía lastimada.—Hola… —saludé en apenas un susurro.Las velas estaban apagadas, y la habitación aún se veía un poco oscura.—Buenos días, princesa… —sonreí un poco asintiendo ante sus formas.—¿Qué hora es?—Las cuatro y media de la mañana… —él volvió a aspirar de su puro y mis ojos se abrieron un poco impresionados.—¿Por qué estás despierto tan temprano? ¿No crees que eso te hace daño a la sal
Anastasia. Fue como si tuviese un resorte en la espalda al oír el timbre. Me levanté de inmediato, pero Irina se metió en medio y gritó:—¡Yo abro! —apreté mis manos con el nerviosísimo en el punto límite, y luego mamá llamó a papá para que se acercara a la sala.Fue evidente que Alexey era una presencia cautivadora. Su olor golpeó mis fosas, mientras su sonrisa derretía mi existencia. Estaba vestido de negro para variar, con todos sus botones hasta el cuello, que de alguna forma ocultaban sus secretos.Él entró solo, y mamá me miró con extrañeza, pero yo solo pude visualizar cuando se agachó para recibir el abrazo de Irina, que siempre incomodaba a mi padre.—Te traje algo… —sacó una cajita de color rosa mientras mi hermana se moría del éxtasis y lo abrazaba aún más.—¡Gracias…!—Irina… —papá apretó un poco como si la regañara, pero mamá le dio un codazo para que disimulara.—¡Bienvenido…! —Alexey le mostró el dedo índice a mi madre.—Para usted también traje algo… —él miró hacia at