Irina.Después de ese momento intenso y apasionado, Damien y yo nos quedamos abrazados en la cama, recuperando el aliento y disfrutando de la cercanía el uno del otro. Las palabras que habíamos compartido antes de entregarnos a la pasión seguían resonando en mi mente.“Mía para siempre”—¿Estás bien? —preguntó Damien mientras acariciaba mi cabello.Asentí, incapaz de encontrar las palabras para expresar lo que sentía. No era solo deseo, había algo más profundo y significativo entre nosotros.—Nunca pensé que llegaría este momento… incluso un día juré odiarte… —confesé, mientras él me dio su sonrisa. Me acerqué y lo besé suavemente, transmitiéndole con ese gesto todo lo que sentía por él. Era amor, un amor que había estado latente durante años y que finalmente se había manifestado en este momento.—Puedes descargar tu odio, todas las veces que quieras, pero solo de esta manera… ¿De acuerdo? —me reí, pero a lo que me moví, sentí la incomodidad en mi zona íntima, y noté que había mancha
Irina.Desperté con un fuerte dolor de cabeza y una sensación de confusión. No sabía dónde estaba ni cómo había llegado allí. Traté de incorporarme, pero me sentí débil y desorientada. Miré a mi alrededor y me di cuenta de que estaba en una habitación desconocida, con las cortinas cerradas y apenas una tenue luz que entraba por una rendija.Traté de recordar lo que había sucedido, pero mi mente estaba borrosa. La última imagen clara que tenía era la de la cena con Eliot Petrov, pero después de eso, todo era un completo vacío.Intenté llamar a alguien, pero mi voz salió débil y apenas un susurro. Entonces, noté que mis manos estaban atadas a la cama con vendas. El pánico comenzó a apoderarse de mí, y mi corazón e
Damien. —¿Y hasta ahora me lo dices? —No ha dado señales de nada… pero lo estoy siguiendo… sé que tiene algo… y es muy extraño… Me levanté un poco estresado, y luego tomé el teléfono para ver las notificaciones de Irina. “Después de las nueve” Miré mi reloj, eran las ocho treinta, cuando mi hermano tomó una llamada. —¿Qué? ¿Dame la dirección? ¡Pero por qué carajos se lo permitieron! Me levanté enseguida cuando él lo hizo, y su mirada fría hizo algo en mí, —¿Qué ocurre? Pero Alex dio una orden, y luego colgó. Di los pasos hacia él para volver a preguntar. —¿Qué pasa? —Irina asistió a una cena… ¿Por qué esta mujer no te lo dijo? Mis ojos se abrieron con impresión, saqué mi teléfono, y marqué al número de Irina, pero mi hermano negó. —No saben de su paradero después de la cena, Damien… —¿Qué? —Ana, no puede saberlo, no aún… Mi respiración se hizo pesada. —¡¡¡¿Estás diciéndome que la han secuestrado por lo que me has contado?!!! —Creo que ese hombre no sabe toda la versió
Damien. Los minutos parecían eternos mientras me dirigía hacia la mansión donde señalaba el rastreador. Mi corazón latía con fuerza, lleno de ansiedad y temor por Irina. El odio que sentía en este momento era incalculable, pero lo primero que necesitaba ahora, era llegar lo más rápido posible para liberarla. Necesitaba sacarla de este lugar. El equipo liderado por mi hermano Alexey y yo, rodeamos la mansión con sigilo. Cada movimiento era calculado, cada paso dado con precaución. Finalmente, llegamos a la entrada principal de la mansión. Los guardias allí permanecían alertas, y cuando nos bajamos en una distancia prudente, sentí cómo Alexey me haló el brazo. —Mantén la mente fría… necesito a Petrov en mis manos… —Y negué. —Es mío… Alexey me sacudió con fuerza. —Se trata de mí, maldi@ sea… —Mírame la cara, me importa un carajo… —Solo… —y él negó haciéndole señas a un montón de hombres que parecían sombras yendo por todo el lugar, junto a sus armas largas. Y fue evidente que el
Irina. El viaje en la camioneta con Damien fue silencioso. Mi mente estaba agitada por todo lo que había pasado, por las palabras de Yelena y por la violencia que presencié. Sentía el dolor en mi cuerpo, tanto físico como emocional, pero también tenía una sensación de alivio al estar con Damien en este momento. Aún me parecía mentira que estuviera a salvo, podía recordar el pánico que viví unos minutos antes cuando estaba a punto de ser asesinada de la mano de Eliot, y el pensamiento solo me hizo abrazar más a Damien. Llegamos a la casa nueva. Era una mansión al igual que lujosa, y hermosa, pero en ese momento, nada de eso importaba. Lo único que necesitaba era estar con Damien, lejos de todo el caos y el peligro. Entramos juntos a la casa, y él me llevó hasta una amplia sala, y encendió una chimenea frente a nosotros. Me ayudó a sentarme en el sofá y me miró preocupado. —¿Estás bien? —preguntó con suavidad. Asentí, pero las lágrimas comenzaron a caer nuevamente. Damien me abrazó
Irina.—Por favor… no me hagas esto —Ana negó limpiando sus lágrimas y luego miró mis vestidos.—Pareces… una princesa… —sonreí apretando mis dientes, porque su emoción solo me hacía un nudo en la garganta.A diferencia de Ana, nuestro matrimonio había sido planeado por todo lo alto.Nos casaríamos en la catedral de la plaza roja, donde Damien se arrodilló a ponerme el anillo en mi dedo dos meses atrás, y aunque Ana se inclinaba más por una religión protestante, dejé que Damien eligiera el lugar, y la persona que estaría frente a nosotros, era lo de menos.Sabía perfectamente que Dios era el que nos bendeciría de todas formas.Nunca pregunté que había hecho Alexey con Yelena y su hermano, pero unos días después del secuestro encontraron sus cuerpos calcinados, en un supuesto accidente de auto, y solo allí se conoció en rusia, que ambos eran hermanos de sangre.Algunos dijeron que le faltaban partes del cuerpo cuando los encontraron, pero era un tema al que no quería acercarme, ni de l
Irina. Solté el aliento, quizás el más cansino, pero el más feliz de mi vida cuando di un beso en la cabeza húmeda de mi bebé. La enfermera lo rodeó en una manta, pero su cuerpecito caliente y desnudo, estaba sobre mi pecho, mientras él, intentaba abrir los ojos. Me tuve que limpiar una lágrima, que, sin ser calculada, salió de mi ojo. Era lo más hermoso que había podido sentir y ver, mientras mi cuerpo, aún temblaba por el parto. —Lo hiciste de maravilla… —la boca de Damien besó mi frente, y le sonreí—. ¿Entonces? ¿Será Máximo? —Será Máximo… el grande… —ambos sonreímos, y luego Damien besó mi boca de forma sutil. Y sin preguntármelo siquiera, tomó al bebé en sus brazos y pegó su naricita junto a la de él. —Mi primogénito… —me estremecí cuando su mirada se clavó en él, y me embargó la emoción del momento. Prontamente, los toques en la puerta no se hicieron esperar, y apareció parte de la familia Kozlov. Me reí al ver el montón de globos azules que tenía Alex en su mano, los p
Anastasia. —Por fa… cuídate mucho, no soy yo la que está contenta con esta salida tuya… —Vamos, Má… son mis dieciocho… los tiempos han cambiado, y no quiero un pastel en la mesa. Asentí de forma seria, y tomé sus mejillas para besarlas. —Que la pases genial… te amo un montón. Mikhail salió de la mansión, mientras me asomé en los ventanales enormes, y estaba chocando su puño con Alex. Él le tomó de la nuca para darle un abrazo a media, y le dijo algo en el oído, golpeándole el hombro. Mi chico grande tomó su camioneta nueva y salió, batiendo su mano, mientras la puerta se abrió, para que el rostro de Alex apareciera ante mí. —¿Preocupada? —Mucho… —Es un hombre. —Es mi chico… —Alex torció los ojos y luego se sirvió un vaso de bebida. —No es tuyo… pronto también se casará y emigrará de aquí… y nos quedaremos solos, de nuevo… —Alex me sonrió sentándose en el sofá y negué. Pero de inmediato me fue hacia él y abracé su cuerpo. —Nunca imaginé esta vida… —¿Querías otra? —Imaginé