SINOPSIS:A pesar de ser la hija de uno de los capos más importantes del mundo, Mila Vasíliev difiere totalmente de las andanzas de su familia. Y aunque odia que normalmente la titulen “la hija de la mafia”, ella ha trabajado toda su vida por cambiar su destino.Siendo una trabajadora social, siente que es un remedio de compensación, y ella está en el punto más gratificante de su carrera, cuando su jefe le pide conseguir una importante donación, que su ONG necesita más que nunca…Lo dulce se mezcla con lo amargo, los ángeles con los demonios, y Mikhail Kozlov con la intocable hija de Vasíliev, al que incluso se le prohíbe que mire.Él, solo quiere jugar, y todo esto, hasta que descubre que su hermano Sergei está sacando una cifra cuantiosa de la fortuna familiar, para rescatar a la mansa ovejita…Tomando la decisión de actuar para que la presa se enamore del cazador, él desata una guerra divertida… y peligrosa al mismo tiempo…Así que Rusia, va a arder de nuevo…
—Es tu primer cumpleaños en la jungla… —mis ojos se torcieron y negué hacia Sara que estaba en la pantalla.—No es una jungla Sara, es África, y me vuelvo mañana…—¿A Rusia?—Obvio no, a Estados Unidos… haremos una campaña en nuestra ONG, y luego nos enviarán a diferentes lugares… creo que extrañaré este lugar… —Sara arrugó su boca.Ella era un snob, con mucho egocentrismo y la pisca de ironía que destacaban a los Kozlov, a excepción de mi querido amigo Sergei, que lo sacaba de todo ese saco.Sin embargo, Sara era como mi hermana, y vivir sin ella, era imposible.—Creo que dormiré…—No… no antes sin… ¡Cumpleaños, feliz! ¡Cumpleaños… a mi hermana querida de otros padres… cumpleaños… feliz!Sonreí a la pantalla mientras mis ojos se nublaron un poco.—Te amo, Sara…—Y yo te amo a ti pelusita… ven a Rusia pronto… te lo pido por favor…—Trataré…—¿Tratarás? Ayudas a gente que ni conoces… y ¿tu hermana?Solté el aire.—Haré lo posible.—Eso no me gusta…—Iré… ¿Ok? ¡Iré! —Sara pegó un grito
Mila. —Te felicito Mila… eso que hicieron allá en África, tiene sus méritos… realmente estás comprometida con la causa… —asentí lentamente hacia Marco, que era el jefe de toda nuestra organización. Marco Harris era el fundador de nuestra ONG, un hombre de cincuenta años al que admiraba muchísimo, y, sobre todo, respetaba. Algunas personas en la organización no veían muy bien que me reuniera con él al privado, pero solo Marco y yo sabíamos lo mucho que nos apreciábamos. También por eso existía muchas rivalidades tontas. —Fue un deleite, pero sobre todo una enseñanza para toda la vida… —Marco me sonrió y asintió. —Lo puedo imaginar, ya lo he vivido… ¿Cómo te preparas para la reunión? —alce mis hombros. —Tengo nervios, no sé cuál sea mi próximo destino… y tampoco lo que dirán mis padres a ello… —Bueno, hay una iniciativa esta vez, y les tengo una sorpresa… —sonreí asintiendo, pero prontamente su asistente le anunció que estaban esperándolo en la sala, y él se puso de pie—. Vamos…
Mila. —¿Estás segura de que no quieres que te acompañe? Sé que tu papá… —y negué cortando a mi madre.—No es necesario, realmente voy por dos cosas, por el cumpleaños de Sara, y porque quiero hacerles una propuesta de trabajo… no te preocupes.Mamá apretó mis mejillas y las besó todo el tiempo mientras sonreí.—Sabes que puedes contar conmigo… si necesitas dinero para la fundación, yo puedo y…Tomé sus manos rápidamente y las besé.—No esta vez… quiero buscar varios empresarios que donen que no sean mi familia… ¿Qué recompensa tendría? Todos en la fundación dicen que sobresalgo porque ya tengo el dinero, y no quiero autosabotearme… Sergei tiene una empresa consolidada con Sara, así que, ¿quién mejor que ellos para empezar?Sibel asintió con una mediana sonrisa, y luego miró a la puerta.—Ten cuidado, llámame cuando llegues…Y asentí.—Bien… ¿Estás lista? —papá se asomó a la puerta y mi ceño se frunció.Mamá me hizo los ojos y luego susurró.—Deja que te lleve…Y solté el aire para t
Mila. No hubo un día en que pude parar, cuando sabía que Sara estaría todo el tiempo instándome a hacer cualquier cosa menos estar tranquila, y después de una semana de estar en Rusia, simplemente, la enfrenté.—Estoy agotada…—Debes estar feliz de estar conmigo…—No lo estoy, y te soy sincera. Además, no he podido trabajar ni en un solo informe, solo te he acompañado a gastar y gastar…—No seas así, Mila… te he comprado de todo… —solté el aire y negué.—Sabes que no es por eso…—¿Entonces? —Sara se enfurruñó en medio de la noche cruzándose de brazos.—Hay algo importante de lo que tengo que hablar con ustedes dos… —Sara arrugó el ceño y se sentó en la cama, tomando una de las bolsas de compras.—¿Dos quiere decir…?Mis ojos rodaron.—Tú y Sergei, por supuesto…—¿De qué se trata? —ella se interesó, mirándome detenidamente.—Bueno… quiero hacerles una propuesta… quiero decir, es sobre su empresa… —entonces Sara me batió su palma.—Qué aburrido, Mila… pensé que solo habías venido a div
Mila. —Mila… matarás a todos… —deslicé mis ojos en el espejo y pasé un trago duro. Y sí, había instado a Sara, a ella, que no necesitaba un pedazo de chispa cuando ya quería incendiar un bosque entero. Además, el rojo no era mi color favorito, pero ella había insistido mucho en este. Y ahora que me lo veía puesto, tenía mis dudas. El vestido era sujetado por dos tiras rojas diminutas, que iban crudas en el pecho a un solo hombro. La tela era de seda roja, estilo satinado, que se pegaba a mi cuerpo, hasta las caderas, y luego caía en las piernas con una abertura en medio de ellas. Era estrafalario y seductor, y yo no acostumbraba a vestirme de este modo. —Debe ser este… —Sara replicó. Las sandalias rojas de un tono más oscuro que el vestido eran preciosas, y tenía unas piedras que resaltaban. —Siento que es mucho… —Dijiste… “Ayúdame” y no hay vuelta atrás… iremos a que te cambien el color de las uñas… —No hace falta… —Si hace… —me giré hacia ella, y se sentó en el sofá—. Tamb
Mila. —Mila… matarás a todos… —deslicé mis ojos en el espejo y pasé un trago duro.Me giré de golpe mientras la agitación volvió un caos mi cuerpo.Su mirada me había fulminado, desestabilizado y torturado. Su magnetismo, el mismo que siempre había tenido y ese poder que siempre superó mi estabilidad, volvía a golpearme de nuevo.—¿Mila? ¿Qué ocurre? —Sergei tomó mi rostro con una caricia y negué.—Nada… yo… quisiera tomar algo, se me secó la garganta.Sergei frunció el ceño y asintió.—No quiero que bebas mucho, pero te traeré algo… espérame…Asentí colocando mis manos sudadas en la baranda del espacio, y pegué mi cuerpo a la columna.La música vibraba con la misma fuerza, pero esto no tenía aspecto de terminar cuando noté que era él el que venía subiendo a la zona privada del cumpleaños.No lo miré, pero me enderecé todo lo que pude, tratando de hacer caso omiso a su presencia, sin embargo, el grito de Sara solo me avisó que sí, él estaba a unos metros.—¡Hermano! —cuando giré para
—¿Mikhail te hizo algo? —Mila miró a Sergei que sostenía su brazo y negó.—No… yo… ¿Sabes? Ni me gustan estas cosas…—Lo sé… solo estás complaciendo a Sara… —Sergei podía sentir su mano en Mila, y la tuvo que quitar.Sabía perfectamente que Mila era ajena a todo lo que podía sentir por ella, y no decía que estaba enamorado, pero mentiría si negara que Mila le atraía de alguna forma.Todo había comenzado cuando sintió que de alguna forma debía protegerla, al igual que sus hermanos había compartido desde muy niño con Mila, así que el tiempo le había sumado a pensar que él era de alguna forma parte de ella, como ella lo era de él.—Podemos irnos si quieres… —Ofreció, y ella negó.—No me gustaría tener a Sara como enemiga, se enojaría mucho…—De acuerdo, aquí está tu bebida…Mila lo miró, y tomó la copa para tomársela de golpe.Tenía el cuerpo tensionado, y un frenesí dentro de su pecho que le amargaba la existencia. Ella deseaba no sentir toda esta revolución que la volvía loca cuando es