LA ADHALIA NEGRA Con la mirada perdida en aquella fotografía, la misma sonrisa que él ya no pudo mantener en su rostro ni siquiera ante de morir porque de un momento él fue avisado que ella había fallecido en un terrible accidente automovilístico. ¿Cómo pudieron haber sido sus últimos segundos? ¿En qué fue lo que ella pudo haber pensado antes de morir? ¡Lo seguía amando hasta el final como ella dijo que prometía hacerlo! Seguramente ella se fue con ese amor sin saber que el corazón de Santiago había cambiado frente a una mujer que bailó detrás de un antifaz y que terminó siendo la mujer de Alejandro. La verdad era que todo eso ya debería de quedar atrás y ahora enfocarse en el presente y en el futuro, que sería en el futuro donde la haría pagar por todo el daño que le había hecho a su ex esposa. La asesina de su esposa, era todo lo que tenía en la mente.Sentado enfrente de su escritorio, estando en su despacho, Santiago no podía dejar de pensar en aquella mujer con la que es
LA ADHALIA NEGRA NARRADOR Tan pronto como aquella mujer de carácter fuerte salió de la oficina de aquel hombre, tomó los papeles dándose cuenta que nada en ella podía ser imperfecto, incluso hasta la manera de firmar era única. No sabía para qué la quería su padre pero lo cierto es que ya la tenía en su poder. Esa mujer iba a ser su mina de oro.Cuando estuvo seguro de que ella se había ido, sacó su celular del bolsillo de su pantalón y marcó el número de su padre.Del otro lado de la línea una risa, seguramente ya esperaba porque marcara su hijo y solo le diera buenas noticias que al final, es era a lo que estaba acostumbrado recibir de él. Su gran Víctor.— ¿Padre? —Preguntó Víctor. —Sí, hijo, ¿ya tienes lo que te pedí?—Justamente en mis manos, padre. La mujer que me pediste que te entregara ya ha firmado el contrato.Una vez más Víctor escuchó la risa de su padre del otro lado de la línea. Sabía que su hijo no le podía fallar, sabía que su hijo haría todo por él sin importar d
LA ADHALIA NEGRA AMELIA Colores que se difuminaban en el lienzo perfecto del rostro, pestañas largas que parecían cubrir el sol, labios delgados perfectos que eran pintados de color rojo, el cabello ondulado que era perfectamente peinado para de esa manera, poder colocar el velo de la mejor manera. Un velo que no era más que un accesorio que usaba yo.Había perdido la cuenta de las veces que lucía así de hermosa aunque debía decir que justamente hoy, había algo diferente en la luz de mis ojos. Siete mujeres detrás de mí que corrían de un lado a otro. Ahora me daba cuenta que todo tiene una razón de ser y que todo sufrimiento en esta vida tiene su recompensa. Para el mundo ya no era más la Adalia negra que bailaba en las noches y terminaba en los brazos de quien mejor le pagara, ahora para el mundo era Amelia, la modelo del momento y la prometida de Santiago Marín. Iba a ser su esposa finalmente. Facundo junto conmigo había ganado esta batalla.— ¡Ay, eres una belleza, pedacito d
LA ADHALIA NEGRA Con la mirada perdida en aquella fotografía, la misma sonrisa que él ya no pudo mantener en su rostro ni siquiera ante de morir porque de un momento él fue avisado que ella había fallecido en un terrible accidente automovilístico. ¿Cómo pudieron haber sido sus últimos segundos? ¿En qué fue lo que ella pudo haber pensado antes de morir? ¡Lo seguía amando hasta el final como ella dijo que prometía hacerlo?La verdad era que todo eso ya debería de quedar atrás y ahora enfocarse en el presente y en el futuro, que sería en el futuro donde la haría pagar por todo el daño que le había hecho a su ex esposa.Sentado enfrente de su escritorio, estando en su despacho, Santiago no podía dejar de pensar en aquella mujer con la que estaba casado.A su mente llegó un recuerdo. El recuerdo que más le seguía doliendo en el alma. La policía, los paramédicos, gente desconocida y otras tantas personas estaban ahí. Era difícil meterse en ese campo en el que ocurrió todo, decidiero
LA ADHALIA NEGRA NARRADOR Y justo desde algún lugar desde donde nadie la podía ver, la misma Bárbara, siendo los ojos de Bárbara los que lo vieran, pudo darse cuenta de la manera en la que Alejandro había tocado el cuerpo de Amelia. Por supuesto no había logrado escuchar nada desde esa distancia pero aquel movimiento había dejado mucho qué pensar. Quizá la venganza iba a ser más fácil de lo que pensó, si se trataba de encontrar pruebas, ella estaría ahí, desde donde pudiera verlo todo, sin jugar, sin decir una sola palabra para que llegado el día, ella, la maldita de Amelia no pudiera salirse con la suya.—Te vas a arrepentir, Amelia, te tengo en mis manos y no te voy a soltar. Lo juro. Lo juro, maldita. No importa cuánto tiempo pase, no importa cuántas pruebas más encuentre en tu contra, juro que te llevaré al mismo infierno. —Dijo Bárbara con el corazón destrozado.El tiempo podía seguir pasando y ella jamás iba a lograr olvidar a Asunción como su hija. La hija que ella nunca pudo
LA ADHALIA NEGRA NARRADOR Tan pronto como aquella mujer de carácter fuerte salió de la oficina de aquel hombre, tomó los papeles dándose cuenta que nada en ella podía ser imperfecto, incluso hasta la manera de firmar era única. No sabía para qué la quería su padre pero lo cierto es que ya la tenía en su poder. Esa mujer iba a ser su mina de oro.Cuando estuvo seguro de que ella se había ido, sacó su celular del bolsillo de su pantalón y marcó el número de su padre.Del otro lado de la línea una risa, seguramente ya esperaba porque marcara su hijo y solo le diera buenas noticias que al final, es era a lo que estaba acostumbrado recibir de él. Su gran Víctor.— ¿Padre? —Preguntó Víctor. —Sí, hijo, ¿ya tienes lo que te pedí?—Justamente en mis manos, padre. La mujer que me pediste que te entregara ya ha firmado el contrato.Una vez más Víctor escuchó la risa de su padre del otro lado de la línea. Sabía que su hijo no le podía fallar, sabía que su hijo haría todo por él sin importar de
LA ADHALIA NEGRA Sin poder olvidar lo que había hecho, sin poder perdonarse a sí mismo el más terrible de los dolores y el único que le provocó a la mujer que más lo había amado en la vida, una vez más él estaba frente a ella. Para ese momento ya no le importaba nada del pasado. Ya no había nada en su mundo después del dolor más terrible que se había ocasionado a sí mismo al enamorarse de la hermana de la persona a la que la vida se le había terminado. Frente a él y teniendo un ramo de flores en su mano, la placa de su ex esposa estaba. La querida señora Asunción de Marín eran incontables las personas que la habían querido. —Ha pasado tanto tiempo desde la vez que juré que iba a dar con el asesino, con la persona que ocasionó tanto en la vida de todas las personas que te queremos, porque eso es cierto, te vamos a querer hasta el final, querida Asunción. —Comenzó a hablar Santiago con tanto dolor en el alma. Todo parecía ser una realidad bien fabricada por la persona
LA ADHALIA NEGRA Santiago suspiró. Todo parecía comenzar a tomar otros rumbos. Y dejándose llevar por lo que la señora Bárbara le había dicho, fue detrás de ella después de darle una tierna mirada a la mujer que ya no estaba más en esta vida. Cuando llegaron a las afueras de aquel cementerio, Santiago pudo ver el auto negro en el que había llegado Bárbara, los vidrios estaban arriba, el chofer esperaba por ella. —Por favor, ven, Santiago —dijo ella acercándolo a el auto. Con desconfianza, Santiago se acercó al auto. La imagen de un hombre mayor fue lo que asaltó la mirada de aquel hombre que se veía cada vez más destrozado. Era un hombre adulto, un poco más mayor de lo que hubiera esperado, la manera en la que vestía, la manera en la que sonreía y la manera en la que estaba sentado ya le podía decir que era un hombre importante al que estaba a punto de conocer. —Querido amigo mío —, dijo la mujer — te presento a Santiago Marín, el presidente de la compañía de la que tanto se h